miércoles, 24 de noviembre de 2010

Como ganar un viaje a Paris... comiendo

Bueno comiendo queso (que los que nos conocen ya saben que lo odiamos) y haciéndote una foto con él y con tus amigos.

Uno de nuestos lectores, Treemkt, una plataforma de social media, está llevando a cabo un concurso llamado “Corta y estrena tu tabla de quesos” en el que presenta un nuevo queso

Este es un blog que se hace por vicio y sin ánimo de lucro, por lo que no tiene publicidad, pero oye, viendo que se puede ganar un viaje pues hemos decidimos moverlo. Se trata de enviar una fotografía con el máximo número de personas y que aparezca el producto promocionado
La información exacta aquí: http://treemkt.com/proyectos/philadelphiaduo/concurso-2/

Sortean un viaje a París para 2 personas valorado en 2.500€. Si os toca, traednos algo... que no sea queso.

martes, 23 de noviembre de 2010

Cocidito madrileño I: Taberna de la Daniela

Durante el pasado invierno y este que se nos echa encima nos hemos propuesto catar los cocidos madrileños más famosos de la ciudad para probar y comprobar si su fama es justa.

Ya llevamos 3 y vamos a comentar el primero de ellos: La Taberna de la Daniela de Cuchilleros. Esta taberna es una de las cuatro de esta cadena, no es la más famosa (es la de General Pardiñas) pero la elegimos por estar en el centro de Madrid, en la zona de la Plaza Mayor... mi zona favorita de la ciudad.

El local siempre está a rebosar y suele ser necesario reservar. Es el triunfo de la especialización, un local en el que, aunque se puede comer de carta, ni la ves sino la pides. El funcionamiento es así, el camarero te trae una servilleta-babero y te suelta "Un cocidito ¿no jóvenes?".

El lugar es incómodo, las mesas están muy cerca de la zona de barra (donde por cierto hay una gran variedad de tapas) y te da la sensación de que tienes a gente tomándose cañas sobre tu espalda. Además la nuestra estaba muy cerca de la puerta y cada vez que se abría entraba una corriente de aire frío

Al grano, la comida: un buen cocido, una gran sorpresa porque lo esperábamos más normalito. La sopa, servida en sopera que se queda en la mesa para repetir, era algo insulsa, con poco sabor y poca grasa pero los garbanzos lo compensaron.

El segundo vuelco vino con la bola y la verdura, patata, zanahoria y los garbanzos... perfectos. Eran garbanzos medianos, de textura fina y muy buen sabor. Quizá un pelín fríos pero lo mejor, con diferencia, de la comida. Casi nos los acabamos, lo que es raro. Eso si, la verdura apenas la tocamos. Hay que comentar que para los garbanzos trajeron dos salsas: tomate con comino y tomate con ajo y perejil que combinaban muy bien con los garbanzos, sobretodo la primera.



El tercer vuelco contenía jamón, tocino, gallina, morcillo y morcilla de arroz. Un trozo generoso de cada cosa por comensal. De esto si sobró. Todo exquisito, aunque a mi gusto le sobraba la morcilla y le faltaba el hueso de tuétano.

Para beber tampoco nos trajeron carta, nos ofrecieron un vino embotellado por el nombre y como les dijimos que no queríamos beber demasiados nos ofrecieron una frasca de medio litro de rioja crianza por el módico precio de 5,10€. Merece la pena.

El cocido vale 21,75€ y la cuenta superó los 30€ por cabeza porque los postres si son caros.

Resumiendo: un buen cocido en un restaurante poco agradable.

martes, 9 de noviembre de 2010

Comida típica en Marrakech

La plaza de Jemaa El Fna es el lugar ideal para degustar comida marroquí en pleno ambiente árabe. Aunque es un sitio turístico también es el punto de encuentro de los habitantes de la ciudad, el lugar donde comercian, cuentan cuentos y cantan. Por la mañana está lleno de vendedores de agua, amaestradores de monos y encantadores de serpientes. Puestos de zumos de naranja y vendedores de frutos secos acompañan a los visitantes durante todo el día.

Por la noche, como de la nada, aparecen cientos de puestos de comida ambulante perfectamente ordenados y que ofrecen los platos típicos de allí: cous-cous o tajines, que pueden ser de verduras, pollo o viande (literalmente carne, principalmente cordero) o brochetas. Hay que tener cuidado de no caer en un puesto para guiris pero es fácil: donde haya naturales del pais comiendo, ese sitio no es de turistas

Dentro de la maraña de chiringuitos está nuestra recomendación: el Puesto 31. El sitio no puede ser más simple, una pequeña cocina en el centro, 12 personas alrededor preparando comida y una banco corrido en forma de U rodeándolo todo y donde, apretados unos a otros, la gente del lugar come principalmente salchichas. El puesto, que siempre tiene cola, vende otros productos típicos, pero el 100% de la gente come salchichas con pan (que también mojan en tomate)... y no me extraña, están de vicio. Incluso venden en bocadillos para llevar.


Por unos 10 euros cenan dos con bebida. Los platos valen unos 30 dihram, menos de 3 euros, las salchichas 25 y las bebidas van desde 5dh, el té, a 8 el refresco (un euro=11 dirham). Eso si, el sitio no es apto para escrupulosos, todo te lo sirven con las manos, el mantel es un trocito de papel y el agua no es embotellada, hay unas tazas de plástico, mugrientas y comunitarias, que rellenan de un bidón y que comparten todos los comensales. El lugar es un espéctaculo, sales apestando, pero estás boquiabierto toda la cena.

Una recomendación extra para los que se consideren remilgados y no se vean compartiendo codazos y vaso con desconocidos. En la misma plaza se encuentra el restaurante Chez Chegrouni, en él puedes comer los mismos platos de manera más cómoda y por poco dinero más (unos 14 euros la comida para dos). No probarás las salchichas pero puedes acompañarlo todo con la sopa típica de la zona, la harira. Eso si, busca sitio en la terraza, las vistas de la plaza y su bullicio merecen la pena.

domingo, 31 de octubre de 2010

Sergi Arola Gastro



CERRADO: Gastro, uno de los restaurantes con dos estrellas michelin en Madrid, es la apuesta personal de Sergi Arola. Este mediático cocinero, discípulo de Ferrán Adrià, regentaba La Broché, en el hotel Miguel Angel, cuando en 2.008 decidió irse por libre y abrir su propio local. A los 7 meses la publicación francesa le concedió, de golpe, dos estrellas, algo nada habitual y, en mi opinión y después de probar su comida, injusto.

Y es que la impresión que me llevé de la visita a este restaurante fue: decepción.

El local estaba vacio lo que daba un ambiente frio. La decoración, modernista, pero con mesas en una extraña colocación tampoco ayudaban mucho a crear ambiente.

Ofrecen cuatro menús que van desde los 95€ para el menú ejecutivo que solo se sirve por las mañanas a los 160€ del menú Gastro, más largo y que se puede combinar con maridaje por 75€ más. Este último es por el que nos decantamos ya que queríamos probar la mayor variedad de platos posibles. La carta cambia cada mes, nosotros comimos:
- Bacalao en cornete de tortilla
- Paté Casero de "Can Gaspar" en una cocapizza de Trampó Mallorquín
- Bravas al estilo Arola
- Remolacha en "Sashimi" al estilo de Alain Passard con helado de aguacate
- Calçots en falsa Vichyssoise, huevo frito y viera salteada en romesco
- Boquerones a las espalda cpn ensalada de manzana y sirope de sidra
- Foie Grass en "Torchon" relleno de Confit de pato con verduras y sopa de cabello de ángel
- Salmonete de Roca, salteado de habitas y guisantes con butifarra negra y velo de jamón ibérico
- Solomillo de Vaca Morucha en su jugo natural con canelón de patata-maíz y tomate
- Yogurt sobre gelee de jengibre, fruta de la pasión y ruibarbo
- Pannacota de regaliz con granizado de manzana y vino blanco, zanahoria y chocolate blanco
- Cacao con emulsión de tomate, pétalos de violeta caramelizados y sorbete de mango.

La verdad es que, quitando algún que otro plato, la mayoria de ellos eran muy normalitos. No despuntaban, ni merecen dos estrellas. Muchos de ellos venían con la misma presentación, helado o crema con la misma forma ovoide y práctimente el mismo sabor. De hecho este es el mayor recuerdo que tengo de la cocina de Sergi, lo que es una decepción ya que me esperaba algo más de un sitio así.

El servicio era correctísimo, aunque tuvimos la mala suerte de que esa noche no estaba Arola por allí, las personas que nos atendieron fueron muy atentos.

En el restaurante no se puede fumar pero en la planta inferior tiene una cocteleria donde si se puede hacer y tomar una copa tras la cena.

Aunque la carta cambia constantemente creo que no volveremos a probarlo. Quizá le demos otra oportunidad al cocinero a ver si tenemos más suerte en el Hotel Arts.

ACTUALIZACIÓN marzo de 2.012: el menú de los mediodías entre semana, recorta su precio a casi la mitad pasa de 95 a 49 euros (con IVA). También se cambia el nombre del restaurante, eliminando el sufijo "Gastró" y abrirá los sábados a mediodía.

lunes, 11 de octubre de 2010

El Retiro - Pancar

Nota: El Retiro ha conseguido su primera estrella Michelín en la guía 2.015 gracias a la labor de Ricardo Sotres. Es un sitio que merece la pena visitar y ya lo dijimos en esta entrada de hace 4 años.

En Pancar, a unos 3 kms de Llanes (zona frecuentada por los que escriben, como se puede observar en las variadas entradas de la zona) está "El Retiro" un bar de pueblo que esconde una sorpresa en su comedor.

El Retiro lo gestionaba un matrimonio y servían tapas tradicionales. En la actualidad, su hijo, Ricardo González Sotres, discípulo de Nacho Manzano (Casa Marcial), se ha responsabilizado de la cocina del restaurante, manteniendo el servicio. El contraste entre el bar y el Restaurante es notable. Pasamos, con solo atravesar una puerta, de un bar de pueblo, con barra y mesas de madera a un restaurante con mantelería hasta el suelo y copas altas.

La carta, aunque corta, mantiene la esencia de la comida tradicional. Tiene también opción de degustar un menú, de unos 5 platos por 29 € comensal.

Como aperitivo nos sirvieron, con pan de cereales y chapata:
- Manteca de ajo
- Crema de queso
- Merluza adobada

Entradas:
- Anchoas del cantábrico
- Foie con manzana
- Croquetas de jamón: riquísimas, muy suaves




Presentación exquisita, muy cuidada y raciones mas hermosas de lo habitual en este tipo de restaurantes.

Como plato principal, optamos por un arroz con pitu caleya (pollo de corral) y carrilleras. Sabroso y abundante.

De postre, compartimos un azafrán con chocolate (mezcla curiosa y muy rica) y con los cafés nos sirvieron unos chocolates. Uno de ellos salado, muy curioso. Como observación a mejorar, solo trajeron los chocolates para los 3 que tomaban cafés...

Total de la cuenta, para 4 personas con albariño y agua: 137 €.

Un apunte: las tapas del bar son diferentes a las del restaurante. Muy recomendable una visita pronto, antes de que se extienda el boca a boca, suban los precios, el local pierda el encanto y pueda empezar a parecer que esté sobrevalorado.

domingo, 10 de octubre de 2010

Casa Marcial - Dos estrellas en Asturias

En Arriondas, un pueblo conocido por ser la salida del descenso del Sella y que no llega a los 3 mil habitantes, se da el curioso caso de que existen dos restaurantes con estrella Michelín: "El corral del Indianu" con una galardón y "Casa Marcial", el restaurante de Nacho Manzano, que posee dos estrellas. A este segundo nos fuimos con la intención de probar su menú gastronómico.

Después de conducir por la carretera de La Salgar llegamos a un sencillo caserón de modesta fachada y en un paraje de "Paraíso Natural". El sitio y su decoración invitaban a entrar pero parece que sus trabajadores no ya que el recibimiento fue extraño, un seco esperen (por parte del propio Nacho), sin ofrecernos un aperitivo para la espera y en una sala con sofás y revistas; daba la sensación de estar en una peluquería.

Una vez en la mesa tuvimos la segunda decepción, primero nos tomaron nota de la comida y, ya con los aperitivos en la mesa, no teníamos más bebida que el agua. Cuando conseguimos que nos tomaran nota del vino decidimos pedir un Viña Ardanza Reserva del 2.000 y tras esperar un rato más nos comunicaron que no había. A cambio nos ofrecieron un rioja del año que tenía un precio desorbitado (sic).

Los menús contenían errores y el mismo menú, en cartas distintas, difería en algún plato. Tras aclararlo, nos dijeron que eran cartas del año pasado (segundo sic), nos decidimos por el menú gastronómico, donde prevalecían platos de mar, quizá en demasia:

- Mantequilla con esencia de limón, para los que gustan de tomar mantequilla antes de comer
- Bonito con espuma de sandia, división de opiniones entre los comensales, a mi gusto riquísimo
- Ensalada de calabacín y aguacate con emulsión de salazón de anchoas.
- Piel de sardina con anchoa, sencillo, curioso y delicioso.
- Vieira rustida con tocino ibérico y tartar de ostra
- Chipirón de anzuelo frito en sartén
- Jugo de fabada escabechado con verduras germinadas, foie y brotes de maíz. El toque astur.
- Salmón salvaje de Noruega con coliflor picante y hierbas ahumadas.
- Bacalao
- Lomo de cordero con sus mollejas y yogur especiado
- Bergamota con velo de mandarina y culís de menta
- Patelitos y bombones

La comida, que al final es a los que se va, es notable. Con altibajos pero muy buena. El servicio bastante malo, caos con la bebida, la camarera que explicaba los platos no hablaba castellano y no se le entendía bien y retraso en los postres.

En definitiva, un sitio de grandes platos pero un poco pretencioso. Eso si, merece la pena probarlo, por su entorno y porque el precio es accesible, 80 euros el menú, la mitad que otros dos estrellas españoles. Y quizá merezca la pena volver para probar el menú asturiano. Ya veremos.

sábado, 2 de octubre de 2010

Garbanzos con sepia


Hoy cambiamos un poco de tercio. Seguimos hablando de gastronomía, pero sin necesidad de viajar. Ni siquiera de salir de casa… o bueno sí, para hacer la compra.

El motivo fue un fin de semana que pasamos en Paracuellos (Cuenca). A destacar la compañía y cómo no, la gastronomía. Con permiso de Chusa, queremos compartir una receta con la que nos deleitó. Plato exquisito con sorprendente sencilla elaboración.


GARBANZOS CON SEPIA

INGREDIENTES:
Sepia
Huevo cocido
Tomate
Ajo
Pimiento Rojo
Pimiento Verde
Pimentón (de la Vera, por supuesto)
Garbanzos de bote (preferiblemente del Mercadona)

Se hace un sofrito con la sepia, el tomate, ajo, los pimientos y un poco de agua. El toque está en dejar la sepia bien blandita. Se abren el bote de garbanzos, se mezcla con el sofrito y el huevo cocido, todo en una cazuela con un poco de pimentón y se calienta. Como buen cocido, es preferible comer de un día para otro, para que los garbanzos absorban el sabor de la sepia. Magnífico.

Completamos el fin de semana con una cena de tapas en Campillo de Altobuey, en El Chicarro. Ambiente parroquiano con tapas exquisitas: patatas bravas al estilo valenciano (esto es, patatas fritas con alioli y pimentón), mejillones al vapor con un toquecito picante (exquisito), calamares con rebozo casero crujiente, sepia, pinchos morunos y oreja (posiblemente la mejor que haya probado nunca, con perdón de Los Minutejos).

Todo ello en magnífica compañía. Gracias Chusa. Gracias Victor.

domingo, 29 de agosto de 2010

La Xagarda - Una joya gastronómica en Póo de Llanes

En la esquina oriental de Asturias, a 2 kilómetros de Llanes, nos encontramos con el pueblo de Póo (con dos “O”´s, aunque algunos se empeñen en ponerlo solo con una). Allí, aparte de pasear por un pueblo que aún mantiene su esencia, visitar su playa, (probablemente la mas bonitas del concejo) y disfrutar de las vistas desde los acantilados, merece la pena hacer una parada para repostar en La Xagarda. Está situada junto a la carretera general, a mano derecha si vais dirección Llanes, junto al apeadero del tren.

Trato familiar y comida tradicional asturiana, puramente casera, a unos precios magníficos. Tienen menú del día o se puede comer de plato: Fabada asturiana, fabes con almejas, garbanzos con rape… Por 10 € te puedes comer una ración que lo más seguro es que no te la acabes.

Si lo que quieres es comer tapeando, también se puede: rabas, croquetas espectaculares, ensalada Xagarda, paté de cabracho y muy recomendables los tortos típicos de la zona (harina de maíz frita), que se pueden acompañar de huevos fritos, picadillo, queso cabrales… o de nuestro último descubrimiento, el revuelto sabadiego, una especie de pisto E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R. (Ohhh, hemos vuelto recientemente y en su carta ya no tienen este revuelto, en su lugar recomendamos probar las rabas).

Si vuestra opción son las raciones, tenéis que tener precaución con no comer por el ojo o correréis el riesgo de que os sobre la mayoría ya que son inmensas.


Como curiosidad, aunque la mayoría de los platos forman parte de la gastronomía asturiana, en la carta podréis encontrar algún plato germánico. El motivo no es otro que uno de sus dueños es alemán.

En el mes de Agosto el local se pone a rebosar y la espera por la mesa está asegurada. Es preferible ir fuera de este mes, pero si las condiciones no lo permiten, la espera estaría justificada.

Sin duda, una visita que no se puede dejar escapar si estáis por la zona, y de donde saldréis encantados con el trato, el ambiente y la comida. Elijáis lo que elijáis, no os iréis con hambre y la cuenta es complicado que supere los 15 € por cabeza.

viernes, 6 de agosto de 2010

Las Tapas de Almería

Nuestro paso por Almería ha sido fugaz. Las condiciones no eran las mejores: paso breve por la ciudad, entre semana, un mediodía de agosto y las temperaturas superando los 35 grados. Aún así, de pasada, pudimos probar “Las Tapas de Almería”.

Lo primero que se debe destacar es que la tapa la eliges tú. Al contrario que en la sobrevalorada Granada aquí no hay primeras, segundas, etc.… en cada consumición la tapa la elige el cliente.

Lo segundo: la variedad. Es impresionante como tienes para elegir más de 20 tapas diferentes que van desde el pescado, a la carne, morcilla, gazpachos o huevos.

Tercero y último, el precio. Vino con tapa rondan los 2 euros. La tapa es más cara si se acompaña con refrescos pero tampoco suele superar los dos euros y medio.

Como punto negativo está que los bares no están aglutinados en un punto concreto, sino dispersos y que la ciudad no dispone de un centro al uso sino que son calles, algunas nuevas, otras viejas y otras decadentes y mal cuidadas.

De nuestra rápida visita podemos dar varias recomendaciones, 2 bares clásicos de la ciudad, recomendados por las guías y otros dos muy diferentes entre si pero con calidad:

- Casa Puga, en la calle Jovellanos, 7. El más clásico de la ciudad, bar antiguo, pero no de los de toda la vida, no, es de antes. Hay que mirar la tarjeta de tapas que está sobre la barra. Es muy extensa y está separada por tipos: pescados, carnes, frías, calientes, montados… para flipar.


- El Quinto Toro, en la calle Juan Leal 6. Otro clásico. La calle es difícil de encontrar, la referencia es que es perpendicular al Mercado. La selección de tapas es extraordinaria y merece la pena las patatas a lo pobre con huevo.

- Las Botas en la calle Fructuoso Pérez. Decoración taurina. Más para tomar raciones que para tapear. Aquí no hay carta, el camarero te recita varias cosas y eliges. Curiosidad: puedes tomar sidra asturiana “Trabanco”, tienen muchos escanciadores automáticos por las barras así que debe ser habitual que la gente la beba. También puedes degustar, como contrapunto, Don Perignon.

- La Cantinela, fuimos llamados por su aire acondicionado y su decoración minimalista. La carta de tapas, 23 distintas, está impresa en las servilletas. Es recomendable el Ajoblanco.

Lo dicho, el sistema de tapas de Almería merece la pena. Pides lo que quieres y el precio es barato por lo que el triunfo está asegurado; en muchos sitios de España están apareciendo bares llamados “El Indalo” (en referencia a la pintura rupestre y símbolo almeriense) donde el mecanismo de tapeo es similar al de aquí y siempre están llenísimos. Por algo será.

sábado, 3 de julio de 2010

Alicante, una grata sorpresa

Tras el fracaso del fin de semana en Valencia, afrontamos nuestra excursión alicantina con el ánimo un poco bajo. Era un fin de semana de playa, lo cual siempre viene bien, pero en cuestión de bares y tapas no teníamos muy claro con qué nos íbamos a encontrar. Los antecedentes y las opiniones recabadas previamente hacían indicar que el éxito sería similar al del barrio de Cánovas, pero nada más lejos de la realidad.

Habíamos quedado para comer un arrocito en La Explanada, en La Goleta, que dicen que es era el más tradicional de la ciudad. Pero antes, quisimos tomarnos un vermú. Sin haber ni pizca de ambiente en toda la ciudad, nos metimos en el primer bar que encontramos, Quart de Luna, en la Calle Mestre Martínez. Sorprendentemente, tenían anunciado el concepto “Cañi-tapa” que como se deduce, era que con la caña, te ponían una tapa que podías seleccionar entre 3 ó 4 a elegir. Empezamos bien.

CERRADO: La Goleta dicen que es el restaurante mas clásico de Alicante. Comimos en la terraza un arroz abanda, con unas gambitas y sepia de entrante. No estuvo mal. Tampoco espectacular. Se dejaba comer.

Por la noche llegó la sorpresa. A pesar de que nuestra guía era un poco reticente a que intentáramos nuestro reto, conseguimos convencerla para afrontarlo: Queríamos cenar sin necesidad de sentarnos… Y vaya si lo conseguimos.

El Barrio (con mayúsculas, así es como se llama la zona de marcha de Alicante, situada detrás del Ayuntamiento), esconde sitios de lo mas turísticos, bares de copas, pero también sitios donde poder practicar el deporte nacional del tapeo.

Nos tomamos la primera viendo la final de la Champions, en la Taberna de Faz donde unos pusieron un platito de patatas para acompañar las Coca-colas y se podían tomar tapas variadas por 1,5 €.

De ahí, nos fuimos a El Desafío en la Calle Labradores. Sorprendentemente, con la consumición también te daban a elegir tapa: croquetas, empanadillas… e incluso hígado encebollado. Gratísima sorpresa. La noche promete y lo mejor estaba aún por llegar; nos esperaba justo justo al lado…En la misma Calle Labradores, se encuentra El Albaycín. Una especie de cueva, recreando ambiente granadino y que se queda con lo mejor de la ciudad (con perdón de La Alhambra). Con la consumición tienes una carta de 14 tapas a elegir. Tapas que van desde langostinos rebozados, hasta “mini”-hamburguesa (lo de “mini” es como lo anuncian, pero es un decir; ¡incluye hasta un plato de patatas fritas!), pasando por tapa de foie, chistorra… En un par de rondas te das por cenado.

En resumen, Alicante ha sido todo un descubrimiento y, en cuestión de bares y ambiente, deja muy, pero que muy atrás, a su vecina Valencia.

jueves, 13 de mayo de 2010

León atrapa: de tapas por León

Esta entrada es una historia. Es real pero está contada por el novelista, Victor Fernández Correas, periodista y escritor, autor de "La conspiración de Yuste", "La Tribu maldita" y "Le llamaban Manuel". Crónica del viaje a León de la sociedad gastronómica "EL Conjunto" de la que él es miembro fundador. Aquí nos cuenta, con su magnífica prosa, como es ir de tapas por León. Si quieres leer una entrada más "gastronómica" con más de 20 referencias sobre los bares del barrio Húmedo pincha aquí:

León atrapa. De verdad.

Llueve. Una lluvia que ha acompañado a la Agrupación Gastronómica El Conjunto en el viaje y que, mansa, recibe a sus miembros. Los acompañará a lo largo del fin de semana a intervalos; ora suave, ora fría y copiosa.

- ¿Y el sol?
- Haberlo, lo hubo. Un rato, poco más, ¿eh?

El Barrio Húmedo de la capital leonesa es pequeño, enrevesado, de calles estrechas que desembocan en sus dos plazas. La grande, la Plaza Mayor, castellana. Perdón, leonesa, que viene a ser lo mismo, pero no lo es, no se nos vayan a cabrear por un quítame ese parecer. La otra, más pequeña, es el fin. A ella van a morir los ríos de calles pobladas de viajantes como nosotros. Expertos, neófitos, miembros de despedidas de solteros, los que pasaban por allí… Todos tienen cabida en León.

- No veníamos de tapas?
- ¡Ipso facto!

La tarde ha caído sobre León. El cielo, cubierto, amenaza lluvia, pero no caerá ni una gota. Al menos, no mientras los miembros de la Agrupación Gastronómica El Conjunto moren por sus bares.

- Ese tiene buena pinta.

Uno tras otro, los bares, restaurantes y tascas son visitados en busca de la ansiada tapa y la copa de vino, o cerveza, que todo se estila, que asiente bien las viandas ingeridas. Así, a vuela pluma, en la que decíamos Plaza Pequeña, visitamos el Restaurante Latino (calamares y una carne algo insípida, inconsistente, si se quiere), el Rocco (patatas, al ali oli y al roquefort), Jabugo (¡impresionante morcilla!), el Llar (ración extra de ibéricos, con especial atención a la espectacular cecina, en un entorno rancio, rancio, pero con encanto (quien no sea de la Cultural Leonesa, que se abstenga), Rebote (las croquetas de queso y de morcilla dan para dictar una tesis doctoral bastante profunda) y La pintona, que, de tan pintona que es, volvimos al día siguiente a visitarla. No por sus tapas, que realmente no las probamos, sino por el ambiente, sus vinos y sus cervezas. Pero, sobre todo, por esos camareros y por esos gallegos de despedida de soltero, tan salaos, tan borrachos… Tan gallegos.

El viernes se despidió en un garito llamado el Consistorio, cercano al ayuntamiento, porqué, si no, donde la música española (¡música de verdad!) reina a sus anchas en un ambiente distendido y en el que los efectos del vino, en algunos, ya son más que notorios. Comienzan las retiradas. ¡Sssshhh! Mañana más, y mejor.

El sábado recibe a los miembros de la Asociación Gastronómica El Conjunto con un tibio sol que quiere salir, pero no puede, aprisionado entre férreas y grises nubes que anticipan lo que vendrá después tanto en Astorga, por la tarde, como en la propia León, por la noche.

- ¿Y la catedral?
- Venga, vamos a verla.

Impresiona. La CATEDRAL de León, así, con mayúsculas, impresiona. Arbotantes y arquivoltas que elevan al cielo sus delgados muros, luminosas vidrieras que transforman el interior en un caleidoscopio tan bello como etéreo y sus portadas, verdaderas filigranas del arte gótico, confieren a la catedral de León un aire de grandeza que para sí quisieran muchas otras, de mayor renombre, incluso, que se alzan en otras ciudades europeas.

- ¿Y el Pantocrátor?
- ¿Mande?

La Basílica de San Isidoro es otro punto de obligada visita. El panteón de los reyes leoneses descubre a los miembros de la Agrupación Gastronómica El Conjunto una suerte de tumbas, colecciones de telas, tesoros y joyas diversas, capiteles (La Resurrección de Lázaro, La Curación del Leproso) y pinturas (Anunciación a los Pastores, Degollación de los Inocentes, Santa Cena…) inimaginable por los cuatro euros que cuesta la entrada. Mención aparte merece el Pantocrátor, en la bóveda central del panteón, con el Creador del Universo situado en el centro y rodeado por los cuatro evangelistas. Mejor verlo que contarlo. Sin duda.

- ¡Vamos, vamos, que nos espera el cocido!

Astorga dista a poco más de 40 kilómetros de León. Sorprende, nada más llegar, la ubicación de su catedral, de diferentes estilos, junto al Palacio Arzobispal ideado por ese genio llamado Antonio Gaudí. Una proeza de líneas que llena de emoción a quien lo contempla.

- ¿Y el cocido?
- Sea, pues.

La Casa Maragata II, así como su original, es decir, la primera, son famosas por el Cocido Maragato, que es como todos los cocidos, pero no lo es. Aquí se empieza por el final, es decir, por la carne; se continúa con los garbanzos (¡ES-PEC-TA-CU-LA-RES!); y se termina con la sopa, caliente, deliciosa, y que reconforta los fríos cuerpos que vienen de estar expuestos a la lluvia. Porque, ahora sí, ya ha empezado a llover.

Un cocido puede ser bueno, mejor o superior. Y si se acompaña de un buen vino y de mejor compañía, como decía un amigo mío, mejor. En este caso, una peña del Athletic de Bilbao, que tras expulsar a unos gallegos estreñidos (esos caracolillos eran bastante sospechosos, sí), se hizo dueña del salón con sus cánticos y canciones diversas. Una pena que fuera Astorga y no León. Si no, de allí no nos saca ni la Guardia Civil. Palabrita del niño Jesús.

La vuelta a León y su correspondiente siesta pasan en un santiamén antes de retomar la senda que nos ha llevado hasta allí. Y, en esta ocasión, las sorpresas son mayores. Sea por el frío y la lluvia, sea por el hambre (pero, ¿hay hambre tras comerse entre pecho y espalda todo un COCIDO MARAGATO?), sea lo que sea, la noche del sábado superó con creces a la del viernes. El Gaucho (esas sopas de ajo no tienen desperdicio), La Alpargata (¡pedazo camarero, sí señor! Para el mundial, volvemos), la Pizzería La Competencia (nada, un ratillo para llenar la panza), Azabache (cerveza regada con fútbol, el no va más), el gran descubrimiento del fin de semana, el BAR CON MAYÚSCULAS, el Valdesogo, no pasan los años, pasan los siglos, y sus camareros seguirán allí, impertérritos, al son que marquen sus clientes (NOTA: ya no está imperterritó, ha cambiado, se ha modernizado y ya no es lo que era). La Gitana (pedazo chorizo, un poco picante, pero de vicio) y, de nuevo, como la noche anterior, La Pintona, con gran recibimiento por parte del camarero) cumplieron las expectativas de los miembros de La Agrupación Gastronómica El Conjunto.

El fin de fiesta, de nuevo, en El Consistorio, nos animó a regresar a León. Cuando sea, sin prisa pero sin pausa. Una nueva visita al Barrio Húmedo y un alojamiento como reyes en el Hostal San Marcos, obligan.

- ¡Que cuesta un pastón!

Por soñar... Acaso, ¿la vida no es sueño, y los sueños, sueños son?

Víctor Fernández Correas

domingo, 2 de mayo de 2010

Sant-Celoni: Dos estrellas en Madrid

Nuestra primera entrada sobre un restaurante con estrella (Michelín, se sobreentiende) es para Sant-Celoni. No es nuestro favorito (otro día hablaremos de La Terraza del Casino), pero sí que es francamente recomendable.

Restaurante regentado por Santi Santamaría (polémico por sus declaraciones en contra de la nueva cocina) y ubicado junto al Hotel Hesperia (Paseo de la Castellana, 57 de Madrid).

Ambientación muy cálida, en tonos ocres, minimalista pero en absoluto fría y con una distancia mas que óptima entre las mesas. La decoración de las mismas, muy cuidada. Buen servicio y lo más importante, una comida exquisita.

Ofrece la opción de comer a la carta o de menú. Tienen dos menús, uno cerrado y otro “sorpresa” en el que, según palabras del maitre, nos dejamos guiar por la elección del chef en función de los productos del mercado del día. Te dan la opción, por un lado de decir si hay algo que no te gusta o tienes alergias y por el otro, si hay algún plato de la carta que te haya llamado la atención, lo incorporan a tu menú. Nos decantamos por esta opción y no nos arrepentimos. Lo regamos con un cava de la propia bodega de Santamaría. No estaba mal, había que probarlo, pero no pasará a nuestro ranking…

Menú largo y amplio, con ocho platos y dos postres nada raquíticos:
- Huevo de codorniz pochado con salsa de pepino
- Crema de puerros con caballa marinada
- Ostras marinadas en cítricos con coliflor y aire de recula
- Ensalada de rajas con caviar
- Consomé de cebolla con pez limón
- Cigala con salsa de vino tinto
- Pescado Dentón con verduras salteadas al wok
- Pichón a la sal

Postres:
- Cítricos marinados con vino tinto y helado de yogur
- Crema de café con mousse de chocolate cocida

Personalmente todo exquisito, pero me gustaría destacar, especialmente el pichón a la sal. Tiene una carne grasa, con aspecto y color similar al hígado. No fue el plato que mas me gustó, pero sí el mas diferente. Nunca había probado nada similar (se parece en sabor y textura a la carne de ballena).

El menú incluye una degustación de quesos. Pese a que nosotros no la probamos (por nuestra aversión a este lácteo), la mesa de los quesos (unos 2 metros de largo, llenos de queso de todos los tipos), para alguien a quien le guste, daba la impresión de ser un auténtico placer.

lunes, 5 de abril de 2010

Playa del Carmen (México): Los Tacos

Si vais a la Rivera Maya hay muchas posibilidades de que os alojéis en Playa del Carmen, en algún hotel o resort cercano. Si es así, merece la pena olvidarse un poco de la pulserita y del todo incluido y acercarse al pueblo a probar comida mas autóctona que lo que te puedas encontrar en el buffet del hotel. La calle principal de Playa del Carmen es la 5ª Avenida, una zona peatonal, muy turística y llena de tiendas y restaurantes... pero solo con subir un par de calles más arriba se puede ver algo del Mexico real.

Ahí fuimos, con la recomendación de un familiar que vive allí (gracias Jacobo!! ;) a la taquería Fogón, en la 30 con la 30 (hay varios más en la ciudad). En este local toda la clientela era autóctona y conviene ir pronto porque enseguida se llena. Además se forma cola en la calle de gente que recoge la comida para llevar. Las raciones de fajitas tenían un tamaño espectacular y venían acompañadas de una sopa de frijoles. De sabor, las de pollo eran algo normalitas, pero las de Arrachera, carne de res, eran soberbias. La especialidad, y que no os podéis perder, son los Tacos de Pastor; hechos de carne de cerdo adobada y cocinada como los kebabs. Cada uno cuesta solo 7 pesos, menos de medio euro. Para aderezar dos salsas: la roja, de chile, muy picante y la verde, habanera, ultra-picante.

Otro lugar típicamente mexicano, en Playa del Carmen, pero fuera de las zonas turísticas es La Floresta, está en la Federal 307, dirección Tulum, entre Constituyentes y Benito Juarez. Aquí una sola recomendación: Taco de Camarón. A simple vista, es un taco de gambas en gabardina, pero están soberbios. Muy baratos y muy buenos, se toman con lima exprimida y mahonesa, con pico de gallo (una especie de vinagreta con tomate y cilantro) o las dos salsas habituales, la que pica mucho y la que pica horrores; nada que una cerveza bien fría, como las sirven allí, no alivie.

Y para terminar un último lugar, este es más turístico pero muy agradable por estar situado en la propia playa, al final de la 6ª. Es el Fusión, un local con sillas en la misma arena donde se puede comer, cenar, tomar copas o ver música en vivo mientras se degusta un vino con guacamole o unos tacos de arrachera (muy muy ricos). La carta de vinos es amplia y por nacionalidades pero, después de probar el vino mexicano, lo mejor es beber cerveza, las suaves que se conocen aquí, Sol y Corona, u otras como la XX, la Modelo especial o la Pacifico.

domingo, 14 de marzo de 2010

Italia: Rimini

Esta semana, y por trabajo, he tenido que visitar Rimini. Esta ciudad italiana, de la costa Adriática, es uno de los centros de turismo más importantes del país. De hecho, se parece a cualquier urbe playera de aquí, tipo Benidorm, pero con la diferencia de que la mayor parte de la playa es privada, está acotada por unos arcos numerados y que, o son de pago o pertenecen a hoteles. Además de tener zona de playa, al haber sido una importante ciudad romana, conserva un bonito centro e importantes monumentos como un anfiteatro, un arco del triunfo o el Puente de Tiberio.

Estando como estaba en Italia pensaba que solo me alimentaria de pizza o pasta, pero no, aquí empieza la parte gastronómica del tema y la primera sorpresa: "El Aperitivo", una costumbre principalmente del norte y con algunas diferencias con el nuestro, por ejemplo, se toma por la tarde, entre las 18 a las 21/22 horas. Otra diferencia es que es tipo buffet, se puede comer todas las tapas que se quiera, por eso el precio de la consumición es caro: entre 3 y 6 euros. Ojo: en la hora del aperitivo todo suele costar igual (lo mismo da agua que vino) y cada consumición de bebida se paga cara, por lo que es conveniente ir con hambre. La mayor parte de la gente bebe cerveza o vino blanco espumoso (frizzante).

Y para cenar una recomendación: Osteria il mare in piazza en la Via Luigi Polenti 8, al lado de la plaza principal de la ciudad (Piazza Cavour) donde cenar grandes raciones de pescado, muy bien cocinado, y variedades de marisco a la plancha con un toque distinto al de aquí. Yo recomiendo el Antipasto de Pesce: dos impresionantes bandejas, una de Mejillones y Almejas en salsa y otra de Pulpo, Sepia, Langostinos y Cuscus (que sobraba). Hay que probarlo. Al estar cocinado de una manera distinta a la de aquí resulta original y alejado del tópico pizza/pasta.

domingo, 7 de marzo de 2010

Logroño: El paraiso de las tapas

Actualización: Los bares comentados en esta entrada siguen existiendo y sus tapas "clásicas" siguen siendo las mismas pero la oferta del lugar ha crecido y en verano de 2.013 hemos vuelto a visitar la ciudad por lo que te recomendamos que después de leer este post continues por aquíLogroño II: Volvemos al paraiso

Logroño es la ciudad del tapeo por excelencia, tiene un par de zonas muy buenas y muchas calles con bares pero la zona por excelencia es La Laurel que comprende las calles de San Agustín, Albornoz, Travesía del Laurel y la famosa calle Laurel.

En esta entrada solo vamos a hablar de esta última calle, también conocida como “La senda de los Elefantes” (por las trompas que pilla allí la gente) ya que allí nos fuimos un grupo de amiguetes con un único objetivo: recorrernos todos los bares de la calle probando su tapa típica. En menos de 200 metros de calle hay 24 bares (sin contar los restaurantes), cada uno con una o dos tapas “estrella” por lo que necesitamos un par de noches para completarlos todos.

Se trataba de comer porque para beber estaba fácil, Rioja, claro. En Logroño los vinos son muy baratos, por unos 2-2,5€ tienes la tapa y el vino. El tamaño es más pequeño que en otras ciudades lo que permite tomar un vino rápido en cada bar sin acabar demasiado “trompa”. Se pide por tipo: “crianza”, “reserva” o “rioja a secas”, la marca da igual, son todos exquisitos y la temperatura perfecta, el sitio donde mejor cuidan este detalle.

El bar más famoso de la calle era el Simpatia que desde los años 70 fue uno de los locales que fomentó la fama de esta calle gracias a sus Cojonudos, un pincho de chorizo con huevo de codorniz sobre pan. Recientemente ha cerrado y ahora esa tapa se puede tomar en un bar al lado, Donosti, con una gran variedad de pinchos. En comparación con su antecesor se pierde algo de gracia ya que el de antes era más “bareto”.

Otros clásicos son El Soriano, donde solo hay una tapa: pincho de champiñones y Villa Rica donde se comen Zapatillas, que es una rebanada de pan payés con tomate y jamón a la plancha.

Y esto no ha hecho más que empezar… hay mucho más:

- Nosotros empezamos la ruta desde abajo, en sentido de la numeración de la calle. El primer bar es La Taberna del Laurel (en el 7 de la calle) para empezar la ruta con una buenas bravas. Hay que probarlas también en Jubera (en el 18) y compararlas. Yo no soy capaz de decir cuales son mejores.
- Achuri, especializado en encurtidos, no tiene gracia ya que sus tapas no llaman nada la atención, quizá lo más curioso sea la cabeza de ajo en vinagre.
- Mesón el abuelo, de toda la vida, hay que probar la sepia
- Pagano, un local muy amplio y algo frío pero con una pinchos morunos de vicio.
- Entremuros, este bar, y el de al lado El Muro comparten cocina y los pinchos son los mismos. Aquí no hay una única especialidad sino muchas, en plan vasco. Cualquiera es excelente, las guías recomiendan el pimiento relleno.
- Juan y pinchamé, brocheta de piña y langostinos. Una de las mejores tapas de la calle.
- Bambi, también brocheta (pero aquí) de sepia.
- El Cid y sus setas a la plancha.
La Tasca del pato, con una cuidada decoración. La especialidad es el Txangurrito, una zamburiña rellena de nécora. Tan rico que repetimos.

Y este es solo un resumen de una calle, la ciudad da para más, rodeando a la Laurel hay para sitios para otro fin de semana y sino, menos turística, está la calle de San Juan.

Definitivamente el mejor sitio para una escapada de amigos que disfruten de los buenos bares. De diez. Si quieres leer la crónica de nuestro segundo viaje continua por aquíLogroño II: Volvemos al paraiso

martes, 23 de febrero de 2010

El Raitán: Solo para valientes


El Raitán es un restaurante de comida tradicional asturiana ubicado en Oviedo. Situado en pleno casco antiguo, en la Plaza Trascorrales (tras la plaza del Ayuntamiento) se encuentra este local acogedor, con decoración en madera simulando un hogar asturiano.
En estos tiempos que corren gastronómicamente hablando, en el que el buen restaurante es el que deconstruye la fabada o utiliza el nitrógeno líquido para enfriar hasta el agua, es de agradecer encontrarse con sitios con un ambiente encantador, buen servicio y sobre todo, calidad en su comida a buen precio y con recetas de las de toda la vida.
Hay dos locales, uno al lado del otro. Uno se llama "El Raitán El chigre", donde han habilitado una zona para fumadores y tiene un espacio de barra y otro es el Restaurante propiamente dicho, mucho mas bonito que el anterior y donde no está permitido fumar.
Antiguamente este restaurante disponía de un menú que denominaban “Largo y estrecho”, en el que se servía una degustación de hasta 15 platos típicamente asturianos. Actualmente, el menú degustación es más discreto y “únicamente” cuenta con 4 platos y 3 postres:
- Crema de andaricas (mas conocidas como nécoras fuera de Asturias)
- Pote Asturiano
- Fabada Asturiana
- Cebollas rellenas de jabalí
- Arroz con leche
- Frixuelos (similares a los crepes o filloas)
- Casadielles (una especie de empanadillas de nuez)
Por 32 € que cuesta este menú, sirven los 3 primeros platos en una fuente para que te puedas servir al gusto. De las cebollas sirven una por comensal, al igual que los postres. Recomendable no “comer por el ojo” y servirse discretamente de los primeros platos para poder cumplir el objetivo, que no es otro que llegar hasta el final en buenas condiciones.
Sin duda alguna, si tenéis oportunidad de pasar por Oviedo, este es un magnífico lugar para degustar buena cocina de la región.
NOTA: Para redondear la dosis de colesterol, antes de ir al restaurante nos tomamos un vermut en El Café del Vino (C/ Fruela), donde nos sirvieron de tapa, junto con el vino, una cazuela de barro con un huevo frito y picadillo por consumición. Tras nuestra experiencia valenciana se nos saltaban las lágrimas.

domingo, 14 de febrero de 2010

Valencia: paella y poquito más

Aprovechando la 33 edición de la America’s Cup nos acercamos a Valencia con un doble objetivo, por un lado ver los barcos participantes y por otro comer algo típico.

Valencia, en cuanto a comida se refiere es, sobretodo, sus arroces y como solo íbamos a estar un día nos decantamos para comer por la paella auténtica, valenciana de verdad, de carne y verduras: pollo, conejo, judías verdes (allí las llaman bachoquetas) y garrofò (una especie de judía blanca grande y aplanada).

En la ciudad de Valencia se quejan de que es difícil encontrar sitios donde den paella buena, nos recomendaron Casa Roberto y La Pepica. Nos decantamos por esta última ya que estaba en zona de la playa de Las Arenas, en la Avenida de Neptuno, muy cerca del Puerto. El local, antiguo (tiene más de 100 años), presume de haber dado de comer a viejas glorias como Ava Gadner, Hemingway (¿Dónde no ha estado este tío?) o Juan Carlos I. La comida, que es lo importante, estaba muy buena y la paella casi perfecta. El arroz suelto pero no duro y con mucho sabor. Por ponerle un pero, para mi gusto le sobraba alcachofa, por algunas zonas tenía demasiada lo que hacía que el arroz tuviera un tono verde y demasiado sabor a verdura. El precio, correcto: como entrante unas tellinas (que es como llaman a las coquinas) servidas en salsa de cebolla, la paella, regada con una botella de Juvè Camps, y cafés rondó los 60 euros.

Tras la comida y una siesta nos preparamos para nuestro deporte favorito: salir de tapas. Algún amigo y un par de webs nos habían recomendado la zona de Cánovas y para allá nos fuimos antojados de sepia y tellinas (para comparar con la de la mañana).

A pesar de que la guía que llevábamos hablaba con frecuencia de bares para tapeo la verdad es que no era cierto: en Valencia apenas se puede tapear. Allí se va a raciones, pero tampoco las puedes tomar en cualquier sitio, casi ningún lugar tiene las barras preparadas para esto y en casi todas partes hay que sentarse e incluso reservar.

Y es que, a pesar de que es una zona de moda, apenas tiene bares y otros que se venden como tales o como tabernas son, en realidad, restaurantes. La mayoría están situados en dos calles, Ciscar y Conde Altea y después de dar un par de vueltas a ambas calles vimos que la guía no servía de nada y que la cata de sepia y tellinas peligraba.

Al final, y por tomar algo nos arriesgamos a entrar en el primer bar con barra y raciones que vimos: Amador donde el vino blanco era imbebible y el tinto indescriptible, no nos atrevimos a comer nada y salimos de allí volando.

El siguiente que nos encontramos con barra fue Ciscar 26 (situado, casualmente, en el número 26 de la calle Ciscar) este bar fue un gran descubrimiento. Para beber el blanco que servían por defecto era Verdejo y el tinto Beronia Crianza. La carta de tapas, amplísima y muy heterogénea: tapas valencianas como sepias, andaluzas como pescaditos o conquenses como Morteruelo o ajoarriero. Nuestro antojo era la sepia y eso pedimos, con ajoaceite (ali-oli). Mereció la pena.

Por último entramos en la Taberna Zacarías, una recomendación. Tiene dos locales, el famoso en el 16 de Ciscar que para no variar no tenía barra y otro enfrente donde pudimos pedir unas tellinas y compararlas con las de La Pepica… ni comparación, estas, a la plancha, eran mucho más grandes y con más sabor. Una delicia.

A pesar de tener medio corazoncito valenciano debo decir que es, hasta el momento, de las peores ciudades para tapear que he visto. No hay tapa gratis y rechina ver en las cartas las almendras, los cacaos (cacahuetes) o las aceitunas que cobran a un precio exagerado y sirven en un plato de café. Y no tiene pinta de cambiar, aunque vimos un par de carteles en la puerta de un par de bares que hablaban de tapas gratis como algo anecdótico: “tapa gratis hasta las nueve” y “Picativo (vaya palabro) gratis con tu cerveza”.

miércoles, 3 de febrero de 2010

USA: Hamburguesas


Cuando nos fuimos de vacaciones a Estados Unidos, en ningún momento pensábamos que pudiéramos venir con información para poder escribir algo sobre ellos en un blog sobre gastronomía. Mira tú por donde, nos equivocamos.
¿Y de qué puedes escribir habiendo pasado una Semana Santa en Nueva York y el verano en la Costa Oeste estadounidense? Está claro: hamburguesas. A pesar de que la mayoría de la comida en este país es grasienta, poco elaborada, con mucho sabor a mantequilla y salsas de todo tipo, quiero destacar 4 lugares que os recomiendo visitar si tenéis opción:
- En Nueva York: Westway Diner, en la 9ª Ave, entre la 43 y 44, muy cerquita de Times Square. Parece que te hayas trasladado a una película y “que vaya a entrar el malo y nos vaya a ametrallar”. Tiene una carta amplísima, pero a pesar de haber ido dos veces (4 personas la 1ª y 5 la 2ª), nadie se pidió algo diferente a una hamburguesa. Las hay con miles de opciones: grande, extra-grande, con queso, con huevo, con bacon… y luego prepárate para los acompañantes: ¿patatas fritas o cocidas? ¿ensalada de pasta? ¿de col? ¿de lechuga? Parece fácil, ¿verdad? Pues de eso nada. Eso sí, francamente buena. Genial el decorado, genial el servicio (casi todo hispano) y muy buen precio considerando la zona.
- En San Francisco: Hay una cadena de restaurantes que se llama Lori´s Diner. Tienen al menos 4 restaurantes en el centro de la ciudad. Nosotros estuvimos en el de Powell Street. Representan las típicas hamburgueserías de los años 50 (también parece que te hayas trasladado a una película… en este caso, nos falta el tupé, la chupa de cuero y el can-can para ser John Travolta y Olivia Newton-John en Grease). Son muy turísticas, decoradas con típicos cadillacs, surtidores de gasolina y cabinas de teléfono de la época. Podrás degustar la “tradicional” Coca-Cola con vainilla o tomarte un batido extra-gigante acompañado de tu hamburguesa y con la música de fondo que tú hayas elegido en el juke-box. Como curiosidad está bien, aunque se paga la turistada. Nota: En su página web (http://www.lorisdiner.com/) puedes descargarte un bono descuento del 20% , que se nota en la factura final ;)
- Si estás en San Francisco, puedes acercarte también a Sausalito. Es un pueblecito pesquero muy mono, situado al otro lado de la bahía. Allí nos fuimos nosotros con la recomendación de tomar la que decían que era la mejor hamburguesa del mundo. El local se llama Hamburguers Sausalito (se comieron la cabeza poniéndole el nombre, eh?). Es un local mini mini, con dos mesitas para dos bien apretaditos, al fondo. Según dicen, está siempre a rebosar. Nosotros solo podemos dar fé del día que fuimos y sí, si que lo estaba.
Tienen un sistema complicado para pedir. Tienes que hacer cola para hacer el pedido. Te dicen un número y te dicen que salgas. Luego, tienes que estar pendiente de cuándo entra el anterior a ti a por su pedido para entrar tú después. Mientras esperas fuera, ves cómo se van haciendo las hamburguesas. Las tienen en una especie de parrilla giratoria y la gente se queda alucinada con el ritmo que llevan… recordaba un poco, el ambiente y cómo llamaba la atención de los turistas, a los sitios de bocadillos de calamares de la Plaza Mayor de Madrid. No seré yo la que diga que la hamburguesa no estaba buena; de lo que dudo es si merecía la pena una hora de espera para luego tener que comérnosla en el banco de enfrente....
- Por último, he dejado mi favorita. En Los Ángeles. Sin recomendación de nadie, al volver de Rodeo Drive, paramos por casualidad a comer la que, hasta el día de hoy, yo denomino la mejor hamburguesa del mundo. El nombre del local, acertado: “Hamburger Haven” y está localizado en Santa Monica Blvr con Robertson Blv. Es un local con aparcamiento alrededor (también como en las pelis, que llegan y aparcan en la puerta del sitio al que van). Cutre hasta decir basta, con paredes en rojo y una especie de terraza cerrada con plástico también rojo. Tenían una maquinita de “marcianitos” y otra con el “Street fighter” (no me digáis que no es glamour hollywoodiense). Dentro, cuando les hacías el pedido te daban una carta, de las de baraja, para darte el número (habría solo 4 personas mas en el local, aún así me la dieron). Nada recomendable visitar el aseo. Eso sí, la hamburguesa, con bacon, exquisita. Un buen trozo de carne, con pan tierno, cebolla y bacon crujiente y lechuga y tomate en su justa medida. Una auténtica maravilla que os pido que, si teneis opción, no dejéis escapar.
ACTUALIZACIÓN: Hemos ido a probar las hamburguesas de Alfredo's Barbacoa (Lagasca, 5) ya que habíamos leído que son las mejores de Madrid. Y si, si lo son... pero están a años luz de una americana. Las sirven con una salsa barbacoa especial y hay dos tamaños: 160 gramos o de 250 de exquisito cebón preparado al estilo yanki y con un sabor casi clavado al de allí. Aunque están muy buenas puede decepcionar ya que el local es algo agobiante, muy pequeño, ruidoso y caótico (tuvimos que esperar, en medio del local y luego en un pasillo, 45 minutos aún teniendo reserva).

domingo, 24 de enero de 2010

Zaragoza

NOTA: Esta entrada está totalmente desactualizada. Teneís una guía de tapeo más actualizada e interesante símplemente pinchando aquí: De Tapas por Zaragoza


Zaragoza no es una ciudad mala para el arte del tapeo, pero tampoco la más buena. Tiene muchos bares y mucho ambiente pero le falta algo, le falta estilo.

Lo primero que hay que avisar es que es una ciudad cara, mucho. Las tapas son todas de pago, lo que no sería problema si fueran sofisticadas u originales pero no lo son, la tapa típica allí es la croqueta y el precio ronda los 1,50/1,80€ lo que hace que tomarse un simple vino con una croqueta de jamón esté entre los 3 y los 4 euros. Otra pincho típico es la gamba con gabardina, las preparan muy ricas, dos gambas con mucha masa pero, lo dicho, no es original y duele pagar lo que te cobran.
Aunque hay gente a la hora del vermú hay mucha más para el tapeo de cena. Por la noche los bares son un hervidero y el ambiente es mejor y más recomendable; a mediodía los bares cierran sobre las 4 de la tarde y os podéis quedar a medias.

Las zonas de tapas están por el casco antiguo, en la zona comprendida entre el Pilar, Jaime I y Puerta Cinegia. Básicamente son dos: la Plaza de Santa Marta y “El Tubo”.

En Santa Marta hay pocos bares y bastante heterogéneos, algunos llenos y otros completamente vacíos. Algunos de ellos tienen terraza por lo que hay más animación fuera de los bares que dentro. Aquí está El Lince, donde fuimos a probar la que según las guías era la mejor tapa de Zaragoza: El Guardia Civil, un bocadillo de sardina rancia con pepinillo y pimiento rojo. Muy rica, pero el lugar muy decepcionante, feo, mal oliente y sucio. La variedad de vinos es nula, o blanco (de la casa) o tinto (Rioja). Aún así merece la pena la visita.

La zona del Tubo si es una verdadera zona de bares, con dos calles, Estebanes y Libertad, llena de locales donde cualquiera es bueno. En esas dos calles, y para salirnos de las croquetas, podemos recomendar La Cueva, (ahora se llama Los Champis) donde solo sirven champiñones, el Fenicia: la casa de las empanadillas”, un bar libanés donde las especialidades son, como su propio nombre indica, las empanadillas al estilo de esa zona con una gran variedad de rellenos (pollo, carne picada, ternera, verduras, diferentes quesos…) CERRADO y “Taberna La Casta que, aunque está especializado en croquetas (llamativa la croqueta de gallina con chocolate), puedes comer madejas, una especie de zarajo aragonés más jugoso que éste y puedes beber cava por copas.

Resumiendo, no es el mejor sitio pero tampoco el peor. Caro pero con mucho ambiente nocturno: Aprobado.

domingo, 10 de enero de 2010

Mercado de San Miguel - Madrid

Hoy nos quedamos en Madrid, cerquita de casa, y nos acercamos hasta el Mercado de San Miguel. Situado en la Plaza de San Miguel, al lado oeste de la Plaza Mayor, como su propio nombre indica, se trata de un mercado tradicional, con estructura de hierro que ha sido reformado para convertirse en un nuevo concepto de mercado. Sigue manteniendo puestos de frutas, verduras, carnes, pescados y flores, pero además, se puede degustar sushi, ostras, y otras exquisiteces nada habituales.

La gracia consiste en tomarte un vino (o zumo o copa de champán) de este puesto y pedirte algo de comer en ese de allá. Cada uno tiene su especialidad. Las ya mencionadas (sushi y ostras desde 1 €/ud), pasando por encurtidos, embutidos (cortados en el momento en la “charcutería” y acompañándolos de un pan recién hecho), ahumados (en la Casa del Bacalao) o el tradicional caldo en el puesto gestionado por Lhardy. Si se prefiere, todo lo que venden, también se puede llevar, para tomar en casa.

Dada su situación, se está convirtiendo en un sitio con una gran afluencia de turistas, lo que hace que esté lleno todos los fines de semana y que los precios de los puestos sean de todo menos asequibles (copa de vino a partir de 3€). Aún así, la belleza del edificio y la peculiaridad del lugar bien merecen acercarse hasta aquí aunque no se vaya a consumir nada.

domingo, 3 de enero de 2010

Villamanín (León): Casa Ezequiel II

Aprovechando que nos fuimos a la estación de Pajares a pasar la Nochevieja nos acercamos hasta Villamanín, por recomendación de mi tío Javi, a comer a Casa Ezequiel.

Villamanín es un pueblo de León, de la zona minera de la comarca de La Tercia (Casares, Rodiezmo, etc.). Está pegado a Asturias, a unos 10 minutos en coche de la estación de esquí de Pajares-Valgrande por la N630, la Ruta de la Plata, que antiguamente era la única comunicación de Asturias con la Meseta.

Al llegar a Villamanín nos salimos de la carretera para entrar al pueblo. Una vez allí, nos dimos un paseo y localizamos “Casa Ezequiel”, donde había un cartel que indicaba que se había trasladado a “Casa Ezequiel II”, situado en la propia Nacional, por lo que no hay que desviarse para encontrarlo.

Al llegar al local, no había sitio para aparcar, lo cual nos preocupó por si había falta de sitio, pero eso no es problema, tienen mesas en la entrada y comedor en la parte trasera y en el piso de arriba. Están acostumbrados a tener afluencia de gente y, lo más importante, una gran parte de la clientela son habituales del pueblo.

Lo primero que hicimos fue pedirnos algo en la barra. Nos acompañaron los refrescos con un generoso plato de “entrecocido” (embutidos y carnes cocidas), lo cual ya colocó el local en estupendo punto de partida. La tapa merecía la pena y por lo que pudimos comprobar el resto de tapas que te podían tocar en suerte eran igual de impresionantes: plato de embutidos, pulpo o cuencos de caldo/cocido.

Los platos que más circulaban eran los de embutido y el pulpo, todos con un aspecto estupendo. La carta (sin precios) consiste principalmente en raciones, carnes y cocidos; también tienen menú del día.

Dado que estábamos en León quisimos aprovechar para degustar un inmenso plato de cecina exquisita. De segundo, para compartir (por recomendación del camarero dado el tamaño de los platos) nos tomamos el mejor cochinillo que haya probado yo hasta el día de hoy, con la piel bien tostadita, “acortezada”, muy tierno y acompañado de unas patatitas caseras. Brutal. Para terminar, café y postre, todo por solo 36 € (sin cuenta).

El descubrimiento de este local bien justificaría hacer una ida o vuelta Madrid-Asturias por el puerto en lugar de por la autopista para parar a comer o a comprar embutidos.

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