Alicante, una grata sorpresa

Tras el fracaso del fin de semana en Valencia, afrontamos nuestra excursión alicantina con el ánimo un poco bajo. Era un fin de semana de playa, lo cual siempre viene bien, pero en cuestión de bares y tapas no teníamos muy claro con qué nos íbamos a encontrar. Los antecedentes y las opiniones recabadas previamente hacían indicar que el éxito sería similar al del barrio de Cánovas, pero nada más lejos de la realidad.

Habíamos quedado para comer un arrocito en La Explanada, en La Goleta, que dicen que es era el más tradicional de la ciudad. Pero antes, quisimos tomarnos un vermú. Sin haber ni pizca de ambiente en toda la ciudad, nos metimos en el primer bar que encontramos, Quart de Luna, en la Calle Mestre Martínez. Sorprendentemente, tenían anunciado el concepto “Cañi-tapa” que como se deduce, era que con la caña, te ponían una tapa que podías seleccionar entre 3 ó 4 a elegir. Empezamos bien.

CERRADO: La Goleta dicen que es el restaurante mas clásico de Alicante. Comimos en la terraza un arroz abanda, con unas gambitas y sepia de entrante. No estuvo mal. Tampoco espectacular. Se dejaba comer.

Por la noche llegó la sorpresa. A pesar de que nuestra guía era un poco reticente a que intentáramos nuestro reto, conseguimos convencerla para afrontarlo: Queríamos cenar sin necesidad de sentarnos… Y vaya si lo conseguimos.

El Barrio (con mayúsculas, así es como se llama la zona de marcha de Alicante, situada detrás del Ayuntamiento), esconde sitios de lo mas turísticos, bares de copas, pero también sitios donde poder practicar el deporte nacional del tapeo.

Nos tomamos la primera viendo la final de la Champions, en la Taberna de Faz donde unos pusieron un platito de patatas para acompañar las Coca-colas y se podían tomar tapas variadas por 1,5 €.

De ahí, nos fuimos a El Desafío en la Calle Labradores. Sorprendentemente, con la consumición también te daban a elegir tapa: croquetas, empanadillas… e incluso hígado encebollado. Gratísima sorpresa. La noche promete y lo mejor estaba aún por llegar; nos esperaba justo justo al lado…En la misma Calle Labradores, se encuentra El Albaycín. Una especie de cueva, recreando ambiente granadino y que se queda con lo mejor de la ciudad (con perdón de La Alhambra). Con la consumición tienes una carta de 14 tapas a elegir. Tapas que van desde langostinos rebozados, hasta “mini”-hamburguesa (lo de “mini” es como lo anuncian, pero es un decir; ¡incluye hasta un plato de patatas fritas!), pasando por tapa de foie, chistorra… En un par de rondas te das por cenado.

En resumen, Alicante ha sido todo un descubrimiento y, en cuestión de bares y ambiente, deja muy, pero que muy atrás, a su vecina Valencia.

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