Oporto: una buena escapada

Oporto es un destino ideal para una escapada corta. Una ciudad preciosa, con unas vistas de la Ribera del Duero espectaculares. Se puede llegar en coche desde muchos puntos de España o, también, visitar en avión ya que es fácil encontrar vuelos baratos.

La ciudad es pequeña, a pesar de las cuestas se puede ver tranquilamente paseando. Es imprescible recorrer sus calles, remozadas desde que en 1.996 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad. Hay que visitar las callecitas de la Ribera, ver sus monumentos, visitar la Catedral de la Sé, subir a la Torre de los Clérigos y cruzar el puente de Don Luis I. Lo mejor es disfrutar de su ambiente, sentarse a cenar en la Ribera o a tomar un oporto (o una cata de 5 por 5 euros) en el lado de Gaia. También es bastante famosa la libraría Lello, famosa por su escalera de madera que "dicen"  inspiró a J.K.Rowling para la de Harry Potter aunque la propia autora lo desmintió. Para esta visita debes valorar tú mismo si merece la pena, la entrada es de pago, entre 5-6€ dependiendo si es anticipada o no, y la cola es bastante grande.

Para niños, Oporto ofrece atracciones, que sin ser infantiles, van a gustar a los más pequeños. Además de la librería, si son fans de Potter, puedes hacer un crucerito de una hora por el Duero, cruzar la ciudad en tranvia (el 22 actualmente en obras) o montar en el teléferico que te lleva a los alto de Gaia.

Con respecto a la comida, sólo se puede decir una cosa: es fantástica. Es de las mejores cocina de Europa, variada, con mucho sabor y barata. Muy barata. Ya lo pudimos comprobar en nuestra visita a Lisboa a o la Zona fronteriza. Aquí la cocina bebe de las mismas inspiraciones, pescados y aroma, aceite y ajo. En todas partes se come bien.

Entre los platos más famosos se encuentra al bacalao, aquí lo preparan de varias maneras pero, aunque el teóericamente menos típico, "a bras", se ha extendido gracias al turismo. También son famosas sus tripas (callos) y una curiosidad "La Francesinha" un sandwitch hipercalórico de filete, jamón cocido, salchichas y chorizo (generalmente linguiça portuguesa) cubierta de queso gratinado y una salsa ligeramente picante de cerveza y tomate.

Restaurante conocidos y recomendado son: la Petisquería Voltaria, María Rita (bacalhau a la à Gomes de Sá) o los más tradicionales Taberna d’Avó y A'tasquinha. También famoso por su antiguedad: el Café Majestic, aunque es muy caro. Pero, cuidado si vas de fin de semana porque muchos restaurantes no abren los domingos por lo que te puede pasar que si los dejas para el último día te los encuentres cerrados. También ojo a los horarios, entre la una y las dos ya están comiendo y para las cenas la hora que se empiezan a llenar son las 8-8:30. Otro "ojo": los aperitivos son de pago, cuando te sientan y te empiezan a servir cosas todo es de pago, sino lo quieres debes decirlo.Y como último "ojo" cuidado con el turismo, hay tanto que a veces te encuentras con colas demoledoras en sitios como el Café Santiago, famoso por tener la Francesinha más reconocida de la ciudad.

Hay colas, por ejemplo, en el curioso Casa Güedes, un sitio de bocatas de pernil (cerdo asado). solo hay eso y algún plato más como croquetas, bollos de bacalao, empanadillas y patatas fritas. El funcionamiento es sencillo, haces cola, llegas a la barra, pides, te dan un número y la bebida. Con eso vas a la mesa y esperas tu bocata de cerdo, cerdo con jamón, con queso de oveja o con alguna salsa. El precio es barato, entre 4-7 euros el bocadillo.

La zona más típica para cenar es la Ribeira, toda la parte frente al Duero y en algunas callecitas de alrededor. Ahí, en la Rua da Fonte Taurina, probamos la Adega Do Conde donde cenamos los cuatro por 60 euros y tomamos media de Bacalhau a Braz (13,5€), media de polvo (pulpo a 16,5€) y una francesinha (12,5€), con aperitivos, bebidas y una botella pequeña de Vinho verde. Es uno de los mejores sitios donde comimos en todo el viaje.

También encontraréis muchos locales en la Rua dos Mercadores, una callecita que baja hacía el río con bastantes locales pequeñitos especializados en pescados frescos. Elegimos uno al azar, la Taberna Ninho do Papagaio, y en este caso nos equivocamos. Comimos por 53,5€ para cuatro: calamares, rodaballo, bacalao de la casa y un chorizo asado de apertivos. El rodaballo estaba muy fresco y bien preparado. El chorizo se asa de una forma curiosa, con fuego sobre la propia mesa y también está muy bueno pero el resto nos desfraudó. El bacalao parecía de comedor escolar y los calamares parecen Findus.

El último día nos encontramos con muchos restaurantes de la zona centro cerrados así que nos quedamos en la Plaza de la Liberdade, donde hay un McDonalds al que merece la pena asomarse, no para comer, sino para ver su arquitectura ya que está en un edificio clásico. Para comer nos fuimos al otro lado de la plaza donde hay un par de sitios nada más y nos sentamos en "Petisco de Liberdade", el más barato de todos los sitios que probamos y también apañado: francesinha muy buena, mejor que la anterior, con una filete y unas salchichas en condiciones. Arroz de pato y un bacalao a bras, con un par de postres y bebidas por 46,4€.

Al otro la del Duero está Gaia, la zona de las bodegas. Y también la zona turística con la ribera repleta de puestecitos, heladerías o el mercado Municipal de Gaia, reconvertido a mercado gastronómico, al estilo del Mercado de San Miguel, más pequeño y algo abarrotado. En la parte de fuera, bares para degustar Oporto donde por 5 euros puedes probar 5 clases del vino de la zona.

También un montón de restaurantes de cocina típica portuguesa, mezclado con algún italiano y otras opciones más para guiris. El truco aquí es buscar las cartas más autóctonas, los platos más grandes o los locales más cutres como el Avelino Martins donde paramos a comer y por solo 37 euros tomamos una ensalada, un perolo de arroz de marisco y unas sardinas que estaban divinas.

En la Ribera de Gaia hay un enorme local, donde entra todo el mundo a tomar pastel de bacalao con oporto: Casa Portuguesa do Pastel de Bacalhau. Una franquicia que también puedes encontrar en Lisboa y en Oporto a los pies de la torre de los clérigos y donde el único producto es pastel de bacalao y queso de oveja. Te los sirven para llevar, con una paleta donde te ponen la copa, la bola y todo tuyo. Es una curiosidad un pelín cara, 12 euros que justifican porque la copa te la puedes quedar.

En resumen: una ciudad maravillosa para una escapada y donde comerás como se come en Portugal: bien y barato en todas partes.

Comentarios

  1. Me encanta la gastronomía portuguesa y la gran presencia que tienen los productos del mar, algo que no tenemos en gran parte de nuestro país, a excepción por supuesto, de las zonas costeras, pero aun así han conseguido improntar una personalidad propia a sus platos. Sin duda es algo que recomendaría a cualquier viajero.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario