viernes, 31 de enero de 2020

El Buda Feliz: El chino más antiguo de España

En 1.974 abrió "El Buda Feliz" el primer restaurante chino del país. El típico, el de los farolillos, los dragones y esos monos paragüitas de papel con el que adornaban el helado con lichis. Hasta hace un par de años el restaurante se mantenía impasible al paso de los años, la misma decoración, el mismo arroz tres delicias, cerdo agridulce o la "hormiga sube al árbol". Ese plato que todos hemos visto en las cartas de los chinos de la época pero que nadie sabíamos que era. Venido a menos pero en una ubicación excelente junto a la Gran Vía, en 2.017, dio un vuelco total y pasó a ser "El Buda Feliz 1.974" cambiando la decoración, la carta y sus sabores. Unos platos más auténticos preparados en una cocina vista que intenta dar la imagen de Street Food pero a lo elegante.

En su nueva carta no encontrarás ninguna referencia a los platos clásicos. Alguna opción de los nuevos platos de moda como el Dim-Sum o las Gyozas y el resto un sin fin de opciones tan desconocidas como llamativas: Cazuela de arroz guoba con magret de pato crujiente, brochetas al carbón o ternera con callo. Muy pocos platos superan los 15 euros por lo que la comida, por lo general, no suele superar los 35€/PAX. Además te ofrecen la opción de probar varios platos en dos opciones de menú. Uno de 25€ de 5 platos donde eliges entre dos entrantes, dos primeros, luego tomas dim-sum, tallarines o arroz y por último dos principales y un postre. El otro, un pelín más caro, sale por 35€; es el menú Shangri-la, donde las opciones son cerradas pero más llamativas. Finalmente pedimos esta opción que consistía en:

FU GUI XIA REN: melón con gambas, sésamo y salsa de ajo. Fresco y original.

HUI GUO SAN FEN MIAN: Tallarines transparentes marinados con panceta ibérica y cebolletas
chinas al wok. De sabor más intenso que los tradicionales tallarines chinos

DIMSUM Variado estilo Tintamfon. Muy buena preparación pero nada más. ¿El problema? que el dim-sum ya no sorprende. Salvo excepciones no dejas de saber prácticamente igual en todas partes.

CHUAN YI KAO YA: Pato laqueado con soja, crepes de indu y pepino encurtido. A pesar de ser un plato más que conocido la forma de preparlo aquí es de 10, diría que de los mejores de Madrid

LAO LAO CHAO XIE: Auténtico chili crab tradicional chino. Cangrejo aromatizado servido con patatas y guindillas. A estas alturas de la cena ya no llegas con tanto hambre y el chili, tan difícil de comer y tan picante quizá se te haga cuesta arriba. La salsa no aporta mucho y el cangrejo, a pesar de estar bueno, se queda a años luz de la preparación que popularizó Dabiz Muñoz en Street-Xo

MO CHA DANGAO: Tarta de queso sabor té matcha y helado de vainilla. Un postre normalito y una de las faenas del menú degustación, no poder elegir el postre y probar otras opciones como la tarta de chocolate picante.

El servicio, como te puedes imaginar, es soberbio. Al estilo elegante acorde con el local se le añade la ya de por si amabilidad oriental por lo que te sientes muy cómodo. Quizá y por poner un pero, todo es demasiado rápido, pero el conjunto merece la pena. Platos novedosos y menús a precios más altos que los de un chino tradicional pero que si te gusta la comida china no debes dejar de probar.

jueves, 23 de enero de 2020

El Ermitaño de Benavente

El Ermitaño es uno de esos restaurantes que llaman la atención. Por ser un Estrella Michelín desde hace casi 20 años en una casa señorial en las afueras de Benavente (Zamora) y por estar regentado por dos hermanos que en 2.001, un año después de que un incendio casi acabara con el lugar, lograron el ansiado galardón. Esos dos hermanos, Oscar Manuel y Pedro Mario, se incorporaron a la cocina de un merendero familiar y le dieron una vuelta. Una vuelta que sin embargo tiene una fuerte influencia castellana: manitas, cecina o lechazo son sus mayores señas de identidad.

La carta del Ermitaño tiene un planteamiento peculiar porque en realidad son dos: una de Cocina de siempre, con los platos más reconocibles de los chef y otra de Temporada. Además está la opción de menús pero que aquí no vienen prefijados por los gustos de los cocineros sino que tienes cuatro opciones donde tú te lo montas a tu gusto. Van desde los 45€ del menú corto (el de Raúl) que ofrece aperitivo, entrada fría, entrada caliente, carne y postre hasta el más largo (el de Marta) que por 70 euros tiene aperitivo, entrada fría, entrada caliente, pescado, carne, ante-postre y postre. Tiene una tercera carta, la infantil que le dan a los niños al llegar. Pero además puedes preparte un menú a tu gusto total, eligiendo los platos para que te los sirvan en medias raciones con un poco más de cantidad y un sobrecoste de 3€por plato.

Aturullados entre tanta oferta decidimos montarnos nuestro propio menú con las opciones de ambas cartas y que los niños pidieran lo que quisieran de la suya. Y empezamos:
- El aperitivo de crema de queso con tomate

- Arroz de pueblo. Un plato sencillo, arroz del tipo a la zamorana y que sin más es capaz de asombrar.

- Huevo con angula de campo y setas: el plato del día, ese plato que hace que la comida haya merecido la pena. Las ángulas de campo eras finas tiras de bacon que hacían de la sencillez un plato delicioso.

- Golondro asado con caldo de cefalópodos, arroz veneré en su tinta, trompeta negra y ali-oli. Rebuscado nombre para un plato de pescado realizado con un pez de roca también conocido como Lucerna. El preparado del pescado pega muy bien con el arroz y como plato es diferente.

- Rabo de ternera. El plato donde más naufragamos, muy fuerte e intenso, a nuestro gusto incluso salado. Se lo comentamos al propio Pedro Mario quién nos comentó que era por las reducciones pero al final el plato acababa cargando un poco. Casi lo mejor era la patata revolcona que con la cebolla tomaba un toque fresco.

- Para los niños unas croquetas (eso nos pasa por dejarles elegir) y unos escalopines de solomillo de ternera lechal en su jugo. de una excelente calidad pero un poco aceitosos.

- Para el postre te traen una carta aparte de postres dulces, aunque también hay una solo de quesos. Con varias opciones a compartir y de precios elevados, donde nos decantamos por un chocolate con pistachos. Un postre de 10  a un precio de 12... de 12€ cada postre, algo caro.

El precio tiene el ticket medio un poco subido. La opción de partir platos la aporta un sobrecoste de 3€ a cada plato, incluido los de los niños. Y la cuenta final, bebiendo solo un par de vinos de la zona, fue de 180€

El resumen de la experiencia fue bueno. Como siempre suele pasarnos, la calidad de los locales con una estrella tiende a ser mejor en provincias que en Madrid o Barcelona. El servicio es inmejorable, es cercano pero atento, profesional y no tienden al colegueo forzado de los sitios modernillos. El entorno es inmejorable, un edificio precioso, separado en grandes salones diferenciados con una buena separación de las mesas. Además tienden a colocar a todos los comensales con niños en el mismo salón por lo que te sientes más cómodo cuando vas un par de enanos.

miércoles, 8 de enero de 2020

Can Punyetes o dónde comer calçots en Madrid

En pleno centro de Madrid. A apenas a 100 metros de la Plaza de la Villa, antigua sede del Ayuntamiento, se encuentra Can Punyetes. Una auténtica "taverna" con una de las cartas más genuinamente catalanas de la capital. Los fundadores empezaron en Barcelona y el negocio se amplió a Sabadell, Sort y Madrid, donde ahora hay dos locales en el mismo centro.

El local, simple, decorado como una simple taberna, sin pretensiones pero acogedor ofrece una carta de cocina a la brasa, platos típicos catalanes y comida de cercanía. Cocina que no se preocupa en innovar solo en servir buena comida mediterránea. Desde melón con jamón, a esqueixada de bacalao (ensalada de bacalao), escalivada, xató (escarola con romesco, atún, bacalao y anchoas) o escudella (una sopa) como entrantes. Carnes de todo tipo a la brasa y donde resaltan las butifarras y, por supuesto, tostas con toda variedad de ingredientes a elegir. También, en temporada, (de invierno a principios de la primavera) se pueden tomar calçots: tallos jóvenes de cebolla a la brasa que, servidos en una teja, se pelan, se mojan en salsa romesco y se comen de una vez.

En nuestra visita más reciente, a finales del mes de noviembre, ya tenían calçots por lo que decidimos pedir una comanda en plan calçotada con calçots, tostas de pa amb tomaquet y butifarras.

Empezamos con unas escudellas, una sopa típica de allí cuyo ingrediente principal es la pilota (una bola de carnes y los fideos. Más ligera de lo que parece.

El surtido de butifarras estaba verdaderamente rico y donde fallaban era en las mongetes, unas alubias blancas con las que acompañan la butifarra. Estaban un poco sosas, símplemente cocidas; yo eché de menos que las pasasen por la sartén para freirlas un poco con los jugos de las butifarras.


Lo último, como no, los calçots. La ración vino con unas 6-8 piezas por 9,70€ y es un plato que, aunque no triunfa mucho fuera de cataluña merece la pena probar.

La comida la regamos con cava, un brut nature de la casa bastante aceptable y con un precio económico (15,6€). El servicio es muy agradable, a pesar de que a veces parecen saturados, atienden bien y son atentos. El precio medio del restaurante ronda los 20 euros por comensal, nosotros sin postre pagamos 56€ para cuatro personas, y merece la pena no solo por lo económico, sino por la calidad de la comida y por lo auténtico de sus preparaciones.

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