La Taberna de Antonio Sánchez ostenta el título de la Taberna más antigua de Madrid (que no restaurante pues este título lo luce Botín) y entrar en ella es como visitar un museo. Un despacho de vino fundado en 1.786 y que permanece intacta desde que la adquirió el propio Antonio a finales del Siglo XVIII. Un lugar dedicado a la cocina más tradicional, con una carta donde impera el guiso, el rabo de toro o los callos. Un lugar testigo de tertulias taurinas, de escritores y artistas. Además tiene uno de nuestros platos favoritos así que nos acercamos a probar: El Cocido de Antonio Sánchez.
Servido a dos vuelcos empezamos con la sopa: bien. Así de escueto. No tenía excesivo sabor y, sin estar mala, le faltaba fuerza. Lo que comentamos tantas veces, le falta grasa. Preparada con fideo fino y con la bola dentro que casi es lo mejor del plato.Te la traen en la olla por si quieres repetir y con acompañamiento de guindilla y berenjena encurtida
Con el segundo vuelco vino el resto y separando:
- Verdura dura, de lo más normal
- Las carnes: desmoralizantes. El morcillo seco, pero muy muy seco acompañaban a un tocino de baja estofa. Salvaban el conjunto la morcilla y, sobretodo, el chorizo. Lo único que daba sabor de verdad y del que venia una enorme pieza por persona
- El garbanzo iba acorde con el conjunto. Es decir, seco y además duro.
Aunque el servicio tuvo una entrada un poco fría con el primer camarero y mejoró bastante con el metre que era muy profesional, el sitio bien vale una visita. Es un clásico de los que desearíamos que no desaparecieran nunca pero de los que cada vez quedan menos y que están en peligro de extinción por culpa de los grandes grupos gastronómicos de platos bonitos, ceviches y fusión. Eso si, quizá sea mejor ir a por un rabo de toro que a tomar cocido (en nuestro ranking de cocidos va a queda bastante abajo). El precio no es caro, son 20 euros el cocido con una torrija de postre y una botella de vino de Madrid "El Gato Orgulloso" muy bueno.
¿Leyenda o historia?: En los tiempos de la invasión francesa, un grupo de madrileños mató a un soldado frances y para esconder el cadáver pensaron en la taberna "En su planta inferior contaba una cueva con enormes tinajas donde se almacenaba el vino. Sin lugar a dudas todos cincidieron que aquel sería el escondite ideal. Dicho y hecho. Los madrileños introdujeron el cuerpo del soldado francés en la tinaja número seis y allí lo dejaron reposar por siempre, materializando así su plan perfecto. Lo curioso de todo es que, por lo visto, durante mucho tiempo el vino procedente de esa barrica no sólo se estuvo consumiendo sino que, además, era alabado por su especial sabor. De hecho se hizo tan conocido que la gente acudía a este lugar y solicitaba de manera explicita “vino de la cuba del francés”.
Servido a dos vuelcos empezamos con la sopa: bien. Así de escueto. No tenía excesivo sabor y, sin estar mala, le faltaba fuerza. Lo que comentamos tantas veces, le falta grasa. Preparada con fideo fino y con la bola dentro que casi es lo mejor del plato.Te la traen en la olla por si quieres repetir y con acompañamiento de guindilla y berenjena encurtida
Con el segundo vuelco vino el resto y separando:
- Verdura dura, de lo más normal
- Las carnes: desmoralizantes. El morcillo seco, pero muy muy seco acompañaban a un tocino de baja estofa. Salvaban el conjunto la morcilla y, sobretodo, el chorizo. Lo único que daba sabor de verdad y del que venia una enorme pieza por persona
- El garbanzo iba acorde con el conjunto. Es decir, seco y además duro.
Aunque el servicio tuvo una entrada un poco fría con el primer camarero y mejoró bastante con el metre que era muy profesional, el sitio bien vale una visita. Es un clásico de los que desearíamos que no desaparecieran nunca pero de los que cada vez quedan menos y que están en peligro de extinción por culpa de los grandes grupos gastronómicos de platos bonitos, ceviches y fusión. Eso si, quizá sea mejor ir a por un rabo de toro que a tomar cocido (en nuestro ranking de cocidos va a queda bastante abajo). El precio no es caro, son 20 euros el cocido con una torrija de postre y una botella de vino de Madrid "El Gato Orgulloso" muy bueno.
¿Leyenda o historia?: En los tiempos de la invasión francesa, un grupo de madrileños mató a un soldado frances y para esconder el cadáver pensaron en la taberna "En su planta inferior contaba una cueva con enormes tinajas donde se almacenaba el vino. Sin lugar a dudas todos cincidieron que aquel sería el escondite ideal. Dicho y hecho. Los madrileños introdujeron el cuerpo del soldado francés en la tinaja número seis y allí lo dejaron reposar por siempre, materializando así su plan perfecto. Lo curioso de todo es que, por lo visto, durante mucho tiempo el vino procedente de esa barrica no sólo se estuvo consumiendo sino que, además, era alabado por su especial sabor. De hecho se hizo tan conocido que la gente acudía a este lugar y solicitaba de manera explicita “vino de la cuba del francés”.
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