Campo de Criptana, en Ciudad Real, se encuentra a poco más de una hora de Madrid. La excursión para ver los "auténticos" molinos contra los que luchó Don Quijote, bien merece la pena. Se puede visitar uno de ellos, que mantiene su estructura original, e incluso, una vez al mes, ponen en marcha uno de ellos y organizan actividades alrededor del evento.
Además, esta excursión nos atraía porque habían sido varias las recomendaciones que habíamos recibido del Restaurante Las Musas, ubicado en la misma Sierra de los Molinos. Así que, aprovechando un lunes festivo de Madrid, allá que nos fuimos el domingo, a pasar noche, con reserva en el local para el lunes a la hora de comer.
Según entramos, casi los primeros del local, se nota un poco de desconcierto. Hasta 3 veces nos preguntaron el nombre de la reserva, incluso estando ya sentados. Luego, nos traen la carta. Habíamos reservado con menú degustación pero no disponían del mismo. Nos habían recomendado el plato degustación de migas, pisto y gachas, pero tampoco aparece en la carta. Preguntamos por el plato y nos indican que no hay. No les quedan gachas porque el fin de semana hubo mucha gente. ¡¿¡¿Pero cómo es posible que en un sitio, en La Mancha, recomendado por sus gachas, no haya gachas a las 2 de la tarde?!?!?! Falta de profesionalidad diría yo.
Llega el momento de pedir y nos proponen que los niños coman menú infantil, con fingers de pollo y patatas. "No, van a comer lo que nosotros, gracias". Nos traen un aperitivo por cortesía de la casa, con el feo detalle de que nos traen solo dos, para los adultos. Y el pobre niño (el pequeño aún dormía), mirando.
Ante el fracaso de las gachas, pedimos de entrantes unas migas de pastor y un pisto manchego. Las migas normalitas y el pisto bastante bueno como cabe esperar en La Mancha.
De segundo pedimos que nos traigan cochinillo asado deshuesado, pluma ibérica de bellota a la parrilla y croqueta única de cocido. Pedimos la croqueta como segundo con la idea de que fuera lo último para que los niños vayan probando los entrantes... y lo primero que traen es la croqueta... en fín.
El cochinillo, muy normal tirando a grasiento y comparando la foto con otras que nos pasaron los que nos recomendaron el restaurante nos sirvieron justamente la mitad. 18 euros por estos dos mini trozos de cochinillo
La presa estaba buena aunque un poco seca y la guarnición era la misma que en el cochinillo. La ración también algo pobre que también costaba 18 euros estos 5 trocitos de cerdo... creo que ese festivo subsistieron sirviendo lo que les había sobrado del fin de semana.
De postre, nos pedimos barquillo con mousse de chocolate y natillas de jengibre. Para mi gusto, el mejor plato de la comida. Rico y abundante.
En resumen, nos llevamos una gran decepción, a un precio para nada barato: 75 €, por una comida con un postre y acompañada solo por dos refrescos y un agua, para dos adultos y dos niños pequeños, en mitad de la Mancha. Afortunadamente el entorno (y la compañía) lo subsanaron; además de ser un destino divertido para ir con niños.
Además, esta excursión nos atraía porque habían sido varias las recomendaciones que habíamos recibido del Restaurante Las Musas, ubicado en la misma Sierra de los Molinos. Así que, aprovechando un lunes festivo de Madrid, allá que nos fuimos el domingo, a pasar noche, con reserva en el local para el lunes a la hora de comer.
Según entramos, casi los primeros del local, se nota un poco de desconcierto. Hasta 3 veces nos preguntaron el nombre de la reserva, incluso estando ya sentados. Luego, nos traen la carta. Habíamos reservado con menú degustación pero no disponían del mismo. Nos habían recomendado el plato degustación de migas, pisto y gachas, pero tampoco aparece en la carta. Preguntamos por el plato y nos indican que no hay. No les quedan gachas porque el fin de semana hubo mucha gente. ¡¿¡¿Pero cómo es posible que en un sitio, en La Mancha, recomendado por sus gachas, no haya gachas a las 2 de la tarde?!?!?! Falta de profesionalidad diría yo.
Llega el momento de pedir y nos proponen que los niños coman menú infantil, con fingers de pollo y patatas. "No, van a comer lo que nosotros, gracias". Nos traen un aperitivo por cortesía de la casa, con el feo detalle de que nos traen solo dos, para los adultos. Y el pobre niño (el pequeño aún dormía), mirando.
Ante el fracaso de las gachas, pedimos de entrantes unas migas de pastor y un pisto manchego. Las migas normalitas y el pisto bastante bueno como cabe esperar en La Mancha.
De segundo pedimos que nos traigan cochinillo asado deshuesado, pluma ibérica de bellota a la parrilla y croqueta única de cocido. Pedimos la croqueta como segundo con la idea de que fuera lo último para que los niños vayan probando los entrantes... y lo primero que traen es la croqueta... en fín.
El cochinillo, muy normal tirando a grasiento y comparando la foto con otras que nos pasaron los que nos recomendaron el restaurante nos sirvieron justamente la mitad. 18 euros por estos dos mini trozos de cochinillo
La presa estaba buena aunque un poco seca y la guarnición era la misma que en el cochinillo. La ración también algo pobre que también costaba 18 euros estos 5 trocitos de cerdo... creo que ese festivo subsistieron sirviendo lo que les había sobrado del fin de semana.
De postre, nos pedimos barquillo con mousse de chocolate y natillas de jengibre. Para mi gusto, el mejor plato de la comida. Rico y abundante.
En resumen, nos llevamos una gran decepción, a un precio para nada barato: 75 €, por una comida con un postre y acompañada solo por dos refrescos y un agua, para dos adultos y dos niños pequeños, en mitad de la Mancha. Afortunadamente el entorno (y la compañía) lo subsanaron; además de ser un destino divertido para ir con niños.
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