No hace ni diez días que ha abierto el local, pero ya hemos visitado el nuevo restaurante de Alberto Chicote, el mediático presentador de la versión española de "Pesadilla en la Cocina". Con el papel de éste en el programa, resulta inevitable analizarlo todo con lupa. Está situado en la calle de la Reina, en la frontera entre la Gran Vía de Madrid y Chueca, calle con gran tradición de restaurantes Japoneses.
El local toma su nombre de la palabra japonesa "Yakitori" una brocheta japonesa, tradicionalmente de pollo y emula a una taberna japonesa, con cocina en un lado y brasa al centro donde se preparan una parte de los platos. Es un local moderno, bullicioso, con mucho personal y mesas corridas, donde lo más probable es que te toque compartir asiento con otros grupos. La mesa tiene incluida su propia cubitera, lo que se agradece para mantener la bebida fría..
La comida la hacen llamar comida fusión, pero se acerca más a los tradicionales sabores mediterráneos que a los asiáticos. La fusión se queda un pelín corta a nuestro parecer. La base de la carta son los "Yakitoros" (brochetas cocinadas habitualmente a la brasa) y se divide en Yakitoros de la tierra, del agua, de la granja, de la finca y de la huerta. Suelen venir un par de brochetas por plato, excepto donde indica expresamente "1 ud". Nosotros quisimos probar un surtido:
Quisimos probar también el Panecillo tibio de arroz con panceta ibérica y pepino "David Chang", pero no quedaba (ohhhh... ¿qué habría dicho Chicote de esto?). Como acompañante elegimos un arroz
con ajo y atún. El arroz sencillo pero buena elección como acompañante.
De postre tienen una selección de platos a cada cual más original. Los nuestros:
El local toma su nombre de la palabra japonesa "Yakitori" una brocheta japonesa, tradicionalmente de pollo y emula a una taberna japonesa, con cocina en un lado y brasa al centro donde se preparan una parte de los platos. Es un local moderno, bullicioso, con mucho personal y mesas corridas, donde lo más probable es que te toque compartir asiento con otros grupos. La mesa tiene incluida su propia cubitera, lo que se agradece para mantener la bebida fría..
La comida la hacen llamar comida fusión, pero se acerca más a los tradicionales sabores mediterráneos que a los asiáticos. La fusión se queda un pelín corta a nuestro parecer. La base de la carta son los "Yakitoros" (brochetas cocinadas habitualmente a la brasa) y se divide en Yakitoros de la tierra, del agua, de la granja, de la finca y de la huerta. Suelen venir un par de brochetas por plato, excepto donde indica expresamente "1 ud". Nosotros quisimos probar un surtido:
- Calabacines con sal de hierbas y aceite de oliva: Los calabacines en su punto, muy ricos.
- Dados de bonito y raíz de apio a la bilbaína: un pelín seco e insípido
- Atún rojo y pak choy, lacado, sobre pan y salmorejo: muy rico. Tal vez demasiado hecho para intentar simular al atún japonés.
- Pollo frito crujiente con salsa cañí. Probablemente el mejor plato de los que probamos
- Cocido madrileño, chorizo, tocineta y zanahoria con su caldo: Prescindible. No nos pegó demasiado el caldo de verduras con las carnes.
- Albóndigas de cerdo lacadas con miel de romero: Carne muy tierna y sabor curioso.
Quisimos probar también el Panecillo tibio de arroz con panceta ibérica y pepino "David Chang", pero no quedaba (ohhhh... ¿qué habría dicho Chicote de esto?). Como acompañante elegimos un arroz
con ajo y atún. El arroz sencillo pero buena elección como acompañante.
De postre tienen una selección de platos a cada cual más original. Los nuestros:
- Yakitoro de Marshmallow: seguro que todos hemos probado a quemar las nubes con el mechero, pero no es lo mismo. Están hechas a la brasa y se quedan por dentro casi líquidas. Muy ricas, aunque creo que por fuera se habían quedado demasiado tostadas.
- Helado de fresa y wasabi con galleta de jengibre y chocolate: El helado en sí no convence demasiado, sabía a fresa y wasabi, tal cual, sin conseguir un resultado extraordinario, pero al mezclarlo con la galleta y el chocolate ganaba enormemente. (Así que, Chicote, si nos lees, planteaos aumentar un poco la cantidad de acompañamiento ;))
Acompañamos la comida con un par de refrescos (botella grande, que siempre se agradece en las comidas) y salimos por un poco más de 20 € por persona.
Como pega, el servicio, con su original vestuario, no fue todo lo eficiente que se supone que debería de ser. Pese a haber mucho personal en sala estuvimos un rato largo esperando hasta que nos tomaron nota y luego vinieron todos los platos de golpe, así que algunos nos los tomamos un pelín fríos (el aire acondicionado estaba a tope). Esperamos que sólo sea cuestión de rodaje.
En resumen, es un local con planteamiento distinto, original, para comer relativamente rápido a precio decente.
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