miércoles, 12 de marzo de 2014

Ribeira do Miño - El mar en el centro de Madrid

Hace unas semanas fuimos a una cena con unos amigos en la que no participamos en absolutamente nada de la organización y nos sorprendimos cenando en la marisquería Ribeira do Miño (o Riveira do Miño, en el propio restaurante lo puedes leer de las dos formas), en una perpendicular de la Calle Fuencarral, junto al metro de Tribunal.

El sistema de reservas es un tanto peculiar. De entrada aceptan reservas, pero solo dan hora para las 20:45. A partir de ahí, te apuntas en lista de espera sin compromiso por su parte sobre la hora a la que te vas a sentar. En nuestro caso, nos quedamos tomándonos unos "algos" por ahí mientras se encargaba uno de los nuestros (gracias Tomás!) de la logística. Él se fue a apuntarnos y estuvo pendiente, mientras estábamos por ahí y que fuera solo llegar y sentarnos... y menos mal, porque el local estaba a reventar. Aún así, allí que nos metimos 12 personas, casi con calzador y eso que el sitio es grande, con varios salones y capacidad para 200 personas. Nosotros, que no conocíamos el local ni habíamos oído hablar nunca de él no salíamos de nuestro asombro, pero pronto empezamos a entender... Carteles de Mariscada para 2 a 35 € y para 4 a 70 € llenaban el local; empezamos a salivar.

Estaba claro lo que íbamos a cenar, y elegimos para acompañar unos pimientos de Padrón (de los de unos pican y otros no, aunque en este caso no picaba ninguno) y lacón, que probablemente sea el mejor lacón a la gallega que hayamos probado nunca. 



Elegimos 4 mariscadas para 2 en lugar de 2 mariscadas para 4, porque según nos dijeron, tenían más cantidad. Contenían langostinos, un poco normalitos, cigalas, percebes (no quedó ni uno!), nécoras (o andaricas) y aquí el pero: unas venían con 2 centollos y otras con centollo y buey de mar, indistintamente, sin advertirlo. Para mí, que soy fanática de los centollos, me parece una faena que te toquen uno y uno y el resto tengan 2 centollos... De todas formas, es por poner alguna pega, porque estaba todo riquísimo. Lo acompañamos con unos ribeiros de la casa (8 €) que entraban solos.


De postre nos tomamos unos surtidos de postres. De lo que degustamos, yo me quedo, sin duda alguna, con la tarta de Santiago. La próxima, solo tarta para todos.

Y para rematar, una queimada, con su cazuela de barro y cucharón, su fuego y su ritual. 14 € de originalidad que al final todo el mundo protesta para bebérselo... pero ya que estás, hay que hacerlo ¿no? aunque nosotros no dejamos ni una gota.

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