miércoles, 8 de febrero de 2012

Cocidito madrileño V: Lhardy

Seguimos con nuestro periplo en busca del mejor cocido de Madrid y nos acercamos en esta ocasión al mítico y famoso Lhardy, ubicado en la Carrera de San Jerónimo, junto a la Puerta del Sol y reconocido por su caldo y su cocido. Habíamos estado cenando anteriormente y habíamos optado por comer de carta (una ensalada de langosta y un "solomillo a la brosche" que, pese a hacer unos 6 años que fuimos, aún hoy nos hacen salivar cada vez que los recordamos...).

También habíamos probado su catering pero esta vez fuimos a lo tradicional, a por el cocido. El escenario, como no podía ser de otra manera, seguía siendo igual de clásico, por llamarlo de alguna manera. Las platas y ornamentos crean un escenario de rancio abolengo que difícilmente se puede encontrar en otros sitios de Madrid.

Al sentarnos, nos ofrecen un aperitivo, con unas aceitunas, mantequilla, pan y aceite exquisito, eso sí, cobrado de sobra en la cuenta final (4€ por persona). Aparte un riquísimo vermú de fabricación propia: Martinez Lacuesta, la misma etiqueta que el vino, un Rioja crianza del 2.007... y empezamos con la sopa. Viene en sopera, pero nos la sirven en el plato, sin haber opción a repetir. Además de los fideos habituales, viene con trocitos de carne y gallina, como si se tratara de un consomé. Un toque que la espesa y a la vez le da sabor. Muy muy rica.


Seguimos con los garbanzos, que también nos sirven junto con el resto de acompañamientos, con lo cual, el plato rebosa, pero no hay opción a comer de más.

Los garbanzos son grandes, un poco harinosos y sosos, muy sosos. Y no parecía que fuéramos los únicos que los encontraban así: pudimos ver cómo las dos mesas de al lado, tiraban de salero antes de hincarles el diente.

El acompañamiento estaba compuesto por un ridículo trozo de zanahoria, una patata, chorizo y morcilla de cebolla bastante normalitos, un trozo de hueso con su tuétano, gallina y una carne que no acertamos a descubrir, muy secas las dos. La verdura y el tocino estaban muy ricos y como diferencia respecto a los cocidos habituales, en lugar de bola, había una especie de fiambre, muy rico, una longaniza blanca que a nuestro parecer, no pegaba demasiado y unos tacos de jamón ligeramente salados, que compensaban así la sosez de los garbanzos.

En líneas generales, recomendamos este restaurante para comer de carta, pero no para optar por el cocido. Tiene un precio muy caro (35€ por plato) para una calidad mejorable en varios sitios de Madrid.

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