Berlanga ha sido, desde lo tiempos del Covid la arrocería de referencia en Madrid. Tuvo la mala suerte de abrir justo una semana antes del confinamiento pero una vez vuelta la normalidad se hizo muy dificil reservar y así desde entonces. Hasta que recientemente decidieron cerrar; por sorpresa anunciaron el cierre por no ser rentables y eso que el ticket medio es elevado. El problema era que estaban en llenos en las comidas y vacios en las cenas. Afortunadamente, una oleada de reservas y buenas críticas hicieron que se replantearan el portazo. De momento sigue abierto. Y como no sabemos cuánto durará esta prórroga, decidimos visitarlos lo antes posible.
El local, situado en la Avenida de Menéndez Pelayo, justo en la zona del Retiro, rinde homenaje al cine con fotografías y libros del mítico director. Y es que detrás de los fogones está José Luis García Berlanga, hijo del mismísimo Luis García Berlanga, que un día cambió la claqueta por la cuchara de palo. Su filosofía es clara: cocina de producto.
A tener en cuenta tres cosas: Uno, si vas a comer en fin de semana reserva con tiempo. Dos, el sitio es caro y para que te hagas una idea (y a los valencianos les de un infarto) la ración de paella cuesta 28,5€ y las clóchinas 29€. Tres, hay arroces que tienes que encargar, por ejemplo la paella valenciana y o el del senyoret.
Fuímos a lo que fuímos. A ver como hacían las paella valenciana y el veredicto es que la hacen de maravilla. Esto confirma nuestra teoría de que en Madrid, para comer un buen arroz, tienes que ir a un sitio caro. El punto del arroz era perfecto, con buena calidad y sabor en el resto de materia: judia verde, garrafón y pollo, aunque de este último había poco. Por ponerle un pero nos encontramos con algún trozo de pimiento verde pero al menos no había pimiento rojo, cebolla o guisantes.
El resto de la
carta son, en esencia, meros complementos, porque aquí lo que manda es el arroz. Los entrantes van desde jamón, croquetas, gambón o las ya mencionadas clóchinas, además de ensaladas y algo de pescado y presa ibérica
Mientras esperábamos el arroz, tomamos una rica ensaladilla y un tomate aliñado. Terminamos con dos clásicos caseros: un brownie y una tarta de manzana (los postres a 8,7€), acompañados de una botella de cava. El precio final ronda los 40-50€ por persona. Es un ticket elevado, pero el veredicto es unánime: se come de cine.
Si aún no lo conoces o quieres volver a disfrutar de la mejor arrocería, hazlo ya, antes de que este arrocero decida, por segunda vez, cambiar de aires.
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