Esta entre los locales centenarios de Madrid. Como posada data de 1.642 cuando siendo un molino de harina daba alojamiento como Posada de la Corte. En el siglo XX y ya sin uso estuvo a punto de ser derribado pero en 1.982 el empresario Félix Colomo lo reacondicionó y reabrió como el restaurante Posada de la Villa. Un local con tanta tradición solo puede servir un tipo cocina: Cocina castellana tradicional. De horno y asado. De hecho su plato estrella es el cordero asado. Pero también preparan Cocido de puchero y eso es justo lo que fuimos a probar.
El cocido lo preparan por encargo, solo de lunes a viernes, cocina en puchero, a fuego en la propia chimenea del local. Mientras separan y desgrasan el caldo sirven un entrante de aceitunas y croquetas de cocido. Una vez listo viene en dos vuelcos, en el primero: una espectacular sopa de fideo fino, con poca grasa pero de sabor intenso. Cebolla, pepinillos y piparras para acompañar. La sopera la dejan en la mesa para que tomes la que quieras, da para repetir y tripitir.
Tras la gran sopa esperábamos un gran segundo vuelco. Se veía espectacular en la bandeja con poco repollo, zanahoria, patata y en las carnes una variedad notable: morcillo y falda, gallina, costilla de cerdo, hueso de caña, tocino, chorizo y codillo de jamón. Aquí aparecieron algunos altibajos, el morcillo estaba muy seco, difícil de comer. La gallina, más seca aún, directamente imposible. Desmerecía también el cerdo y la morcilla, de cebolla, que no terminamos de ver que pegue en un cocido. Tampoco es habitual el codillo que sin embargo estaba muy bueno. También muy bueno el chorizo, tipo ahumado, el tuétano y el tocino. Y lo importante, los garbanzos, de tipo Fuentesaúco zamorano, que tenían una cocción perfecta y un sabor inmejorable. Quizá aquí pecan de poca cantidad ya que siendo tres comensales y uno de ellos un niño prácticamente nos los acabamos (tres adultos hubieran quedado cortos).
Terminamos la comida con un café y unas tejas y trufas de cortesía.
¿Y qué puntuación se merece el cocido? pues lo vamos a dejar en la zona de los notables de nuestro ranking de cocidos madrileños. Podría ser de sobresaliente pero no lo es porque en un cocido que cuesta 38€ por persona, de los más caros de Madrid, es un fallo que haya carnes duras que no se puedan comer y que se quede corto de garbanzos. Lo del precio de todo también hay que mencionarlo porque si, entendemos que es un clásico, en la Cava Baja, con un servicio de diez y un local histórico pero 2,6€ de pan por persona, refrescos a más de 4 euros, un rioja a 5,6€ o el café y el agua a casi 4€ es exagerado ya que te lleva a una comida que sin postre, una sola copa de vino, refresco y agua a casi 50€ por comensal.
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