Bálamo: El gigantismo hecho restaurante

Si empiezo esta crónica dando mi opinión en caliente va a sonar un poco dura así que, mejor empiezo por lo que tiene de bueno y luego os cuento lo que no nos ha gustado.

En primer lugar el lugar es imponente en tamaño. Es enorme, 4.200 metros cuadrados de restaurante, que da de comer a 700 comensales. Un gran obra arquitectónica creada por el arquitecto Rui Costa.

Segundo, la decoración es impresionante. El local es verdaderamente bonito. Todo está cuidado al detalle, la zona de barra, la de pescadería, la zona infantil (tiene parque de bolas), otro área de copas y sobretodo la zona de restaurante con varios reservados y al fondo un jardín vertical gigantesco, de 350 metros cuadrados y casi 10 metros de altura.

Tercero, el servicio es atento, muy dedicado y profesionalizado. En un local tan grande se requiere mucha organización y, también, paciencia.

Cuarto, la carta está especializada en el mundo del mar. Pescados y mariscos. Pero también frituras y carnes. Casi todo a precios muy pero muy ajustados.

Y eso es todo. Ahora diréis ¿con estas premisas tiene algo de malo? pues si, casi lo mismo pero desde otro punto de vista. Es tan grande que todo es desproporcionado. Cuando vas a entrar hay cola en la puerta para que un primer control vea si tienes reserva o, si vas a la zona de bar, que vean si hay sitio o no. Luego avanzas, pasas el bar y, otro control, otra chica con pinganillo que te acompaña hasta la mesa. Ves el jardín vertical, alucinas, pero luego te das cuenta que la disposición de las mesas y el elevado numero de las mismas te van a hacer sentir como en una boda. Y compruebas que si, que los camareros, son atentos pero son como los de las bodas: muy mecanizados, muy coordinados. Lo hacen bien pero como algo se les escape ya no saben reaccionar.

Por último y ya centrados en la comida. ¿Por qué la carta tiene precios tan ajustados? Pues porque la calidad es media; no es comida mala pero tampoco extraordinaria. Se salvan algunas cosas, pocas. ¿Cómo es posible dar de comer a 700 personas a la carta? pues con muchos de los platos ya preparados y con mucho congelado. No me atrevo a decir que tengan cocina de quinta gama porque estando especializados en marisco no les hace falta pero que desde luego la materia que las preparaciones no están cuidadas es notorio.

Como íbamos muchos pudimos probar muchos platos, desde una ensalada de ventresca con el atún que parecía un fósil del paleolítico inferior.

También probamos la mariscada. Muy floja, y es que para que puedan ofrecer esos precios tan ajustados pues... eso. Tanto el buey como el centollo (pedimos una mariscada de cada) eran bastante malos, con el carro frío, pero muy, muy frío como si viniera de la nevera. Del resto un poco de todo, las gambas (de Huelva pero por el precio no de las mejores) malas pero las quisquillas estaban muy bien. El precio de la mariscada es de 48 euros.

La parrillada de marisco tampoco se salvaba, los gambones, por ejemplo, venían crudos y esta no era tan barata como otros platos (58€). Si salvo la ración de mejillones, muy tiernos y bien cocidos. Otros platos probados fue el pulpo, duro y malo, este si era barato 16€, eso lo dice todo. La fritura tampoco tenía nada que la hiciera despuntar (25€) y tampoco era barata

De broche final unas carnes de Lomo Alto, en platos de 750 gramos (40€/Kg), muy buenos los dos primeros. Al pedir un tercero este ya no vino nada bien, eran como trozos pequeños lo que provocaba que vinieran ya muy hechos, no se que pieza era, pero no parecía el lomo. Lo más flipante fue cuando llegaron con unos platos de patatas de bolsa para acompañar la carne. Casi al final de la comida trajeron las normales pero ya era tarde.

El ritmo, para tantos comensales y habiendo niños, fue muy bueno al principio pero decayó al final provocando alguna espera muy larga. A los niños los bajaron al parque de bolas con cuidadores (ojo a la edad solo hasta los 6 años) y a la hora de las copas te puedes subir al salón "Alta Mar", un espacio amplio donde tomarte una sin salir del local y que permite la entrada de niños hasta las 20 horas.

Eramos 12 adultos y 6 niños y la cuenta, con todo lo indicado y varios platos para los pequeños: rejos, patatas, chuletas y croquetas, más bebidas, varias cervezas, aguas, tres botellas magnum de Alvariño (Marquez de Vizhoja a 25€), dos de cava y cafés, salió a 40 euros PAX. No es caro pero tampoco barato, teniendo en cuenta que un tercio de los comensales era niños y que no tomamos postres.

La nota que lo pondría este sitio sería un 5, lo aprobamos por bonito y porque algunos platos estaban bien. Es un sitio ideal, eso si, para ir grandes grupos ya que su amplitud hace que no pongan ninguna reserva a mesas de 20 o 30 personas. También es ideal para el que busque la comodidad que la calidad y le encantará a los amantes de las cosas fáciles, amigos del bono-parque o al que le pueda costar salir a comer con niños ya que aquí lo ponen realmente sencillo.

PUNTUACIÓN 5/10
Página Web: https://balamorestaurante.es/

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