viernes, 17 de agosto de 2018

Lena, sidrería gastronómica en Villaviciosa, by Jaime Uz

Mezclar los conceptos gastro y sidrería tiene sus riesgos. Al hacerlo se presupone que se debe innovar algo con las preparaciones, evolucionarlas o reinterpretarlas en parte y eso hace Jaime Uz aquí dando lugar a platos conseguidos, como los fritos de pixin, y otros que se quedan en meros experimentos fallidos, como el cachopo. Si a eso le sumamos un servicio lento, desconocedor de su propia carta y sus sidras y una cocina aún más lenta da como resultado un quiero y no puedo que es en lo que, de momento, se queda Lena.

Y decimos de momento porque el sitio es nuevo, abrió a finales de marzo, por lo que aún tiene recorrido para mejorar. Mucho recorrido. Excepto el local, muy bonito, una sidrería modernizada en la parte de bar y un restaurante con grandes barriles de espicha, todo necesita un meneo. Empezando por el servicio, mal formado y peor ubicado. Ya en el bar, tomando una sidra previa a la comida ofrecían bollu preñao de tapa de una manera extraña, saltándose gente y dejando a alguno de nosotros con las ganas. Dentro fue peor, un solo camarero que se disculpaba por ser nuevo. No conocía los platos de la carta, no supo dar respuesta a ninguna de las preguntas que le hicimos sobre los platos y ni siquiera había oído hablar sobre la larga carta de sidras que el local ofrece. La verdad es que el pobre hacía lo que podía ya que estaba solo para todas la mesas de la parte del restaurante. No estaban todas las mesas ocupadas pero en una sidrería, donde el camarero tiene que servir los culines además de atender, una persona sola es poco.

Eso si, no siempre se agobiaba porque la cocina era tan lenta que había muchos momentos muertos en los que nadie del comedor tenía ningún plato en la mesa. Para que os hagáis una idea, tardamos casi 3 horas en comer: de raciones! La verdad es que a mi no importa mucho que las comidas se alarguen pero para eso tienen que estar muy bien servidas, trayendo las raciones de una en una y marcando muy bien los tiempos, algo que no ocurrió aquí donde las primeras 4 raciones llegaron la vez y luego, tras una espera de 40 minutos, llegaron las dos faltantes.

La comida es buena, tiene bastante calidad, pero quizá íbamos con altas expectativas y algunos platos nos defraudaron. Además, las raciones son algo pequeñas para lo que se estila por Asturias. Nuestra comanda consistió en:
- Pollo al ajillo tradicional. Un plato típico de las sidrerías asturianas que a pesar de ser un plato simple estaba de vicio.

- Tortilla de Merluza al pil-pil. Ramplón. Tampoco es que sea el plato más original del mundo pero la preparación no aportaba nada nuevo. Una seca tortilla en la que el añadido del pil-pil no terminaba de mejorarla.
- Pixin "Almendrado" con emulsión Marina. Fritos de pixín (rape) que sí. Aquí sí que el toque es un acierto. El rebozo almendrado del frito le daba un toque original. Distinto pero sin perder la esencia del plato.
- Langostinos Fritos, con Crema de Zanahoria y Comino... bueno, un plato normal. Seis langostinos rebozados.

- Arroz Negro con Calamares Frescos y Alioli: quizá el plato del día. Un arroz untuoso, ligado perfectamente con el calamar.

- Cachopo Lena: la decepción del día. Un cachopo extraño, como una bola partida donde apenas se atisbaba el queso y una salsa de carne lo empapaba todo. El rebozo era duro, demasiado dura y gordo lo que provocaba que se partiera y fuera casi imposible comer todo junto.

Tras y esto y otra espera de más de media hora vinieron los postres:
- Tarta de manzana con helado de vainilla. Una preparación curiosa, con trozos grandes de manzana y azúcar quemado en la parte superior que iba acompañada de un helado muy del montón.

- Foundie de chocolate, fruta y gominolas. Bien, muy bien pero claro. Al final es solo chocolate, fruta y chuches (de las que te puedes comprar en cualquier quiosco o supermercado; ni siquiera caseras).... muy mal se tiene que dar para que eso falle.... aunque sale a 9 eurazos ese postre.



Comimos con sidra, aunque nos costó elegir. La carta es amplia y si eres sidrero merece la pena echarle un ojo (si tienes suerte y te la traen ya que a nosotros nos vinieron a preguntar que tomábamos de beber antes de tenerla) tuvimos dudas sobre de que tipo tomar, hay natural con Denominación de Origen, de nueva expresión o filtrada y Espumosas. El camarero y no nos sirvió de ninguna ayuda pero fue a preguntar y nos trajo una 1947 (filtrada) que estaba muy bien. Quisimos acompañarla con una con Val d'ornon, pero no tenían y la sustituimos por una Zapica DO.

Los precios de las sidras no son muy altos: 3,3€ las botellas de natural, todas con Denominación Origen Asturias. La filtrada que tomamos 9€ aunque había otras desde 6€. La comida si es cara, o al menos algo más cara que la media de una sidreria convencional. Nuestra comanda, con tres botella de sidra, tres cafés (de máquina de hotel y como es de suponer malo), el pan (a 1,5€ PAX con bollo de chorizo incluido) y dos aguas no llegó a 140€ para cinco adultos y dos niños.

Salimos de allí aburridos de la lentitud y con decepción en los hombros ya que, tras un par de experiencias en Arbidel, nos esperábamos algo más.

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