martes, 25 de octubre de 2016

De tapas por Toledo

Desde 2.012, la Federación Española de Hostelería (FEHR) y la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET), designan una ciudad, entre candidatas presentadas, como Capital Española de la Gastronomía. A día de hoy hemos visitado todas ellas y este año, como no, no podíamos faltar a nuestra cita con la ganadora así que cogimos el coche y a comer y a engordar... de tapas por Toledo.

Imagino que, como casi siempre que no nos termina de gustar una ciudad recibiremos una oleada de críticas de los nativos de la zona pero es que .... Toledo... es que ... es que es guirilandia. Ahora nos escribirán diciendo que si no hemos buscado bien, que si en tal barrio o en tal otro hay un bar buenísimo pero repetimos lo que siempre decimos: Vamos como si fuéramos turistas, vemos la ciudad como un visitante más y dentro de esa visita nos vamos de tapas a las zonas típicas. Y sí, Toledo es una ciudad impresionante, por eso es Patrimonio de la Humanidad pero para el tapeo se queda en Segunda División. La cultura es de tapa de cortesía que depende totalmente de la suerte y luego, dependiendo del bar, hay tapeo o raciones.

¿Por qué decimos esto? pues por dos motivos. El primero: Toledo carece, en su parte histórica, reitero, de una calle o zona de tapas. Sí, existe el Mercado de San Agustín, pero si vas de turismo no te metes en un mercado para tapear porque para eso te da igual una ciudad que otra (esos sitios son bonitos y muy buenos pero todos parecidos). El segundo: había muchos, muchísimos locales con cartelería hasta la saturación de pizzas, croquepizzas, extrapizzas, paella "valenciana" y sangría. Ojo: esto no quiere decir que no visitáramos sitios buenos, sí que lo hicimos y sí comimos de lujo... pero hay que buscarlo, no es lo habitual. Dentro de este post los sitios recomendados son los que están en negrita.

Calle Santa Fe: una mini-calle de bares, al lado de la Plaza Zocodover. Realmente tiene 4 pero dos son de los más famosos de la ciudad: La Tabernita (que estaba cerrado) y el Trébol, este último está lleno de turistas pero la carta está creada para tapear, tapear como dios manda. Con muchas opciones y variedad. La tapa más famosa del bar (y una de las más conocidas de Toledo) es la Bomba. No dejéis de probarla, es muy distinta a cualquier otra de cualquier bar del mundo. Nosotros la pedimos (3,8€) con una tapa de migas y dos cokes. Todo por 13,3€; como se peta os recomendamos llegar pronto. El único pero del bar es que el servicio es algo disperso, quizá sobrepasado y que ponen tapa de cortesía pero como pidas una de pago ya no te la traen.


Siguiendo la calle está el Santa Fe, al que no pudimos entrar de la gente que había así que entramos en Cuchara de Palo. Un bonito local, más tipo restaurante que bar de tapas y donde parecía que no nos querían atender. Nos entraron muy bien y muy amables, nos sirvieron los dos vinos que pedimos con tapa gratis de fideua pero luego no nos trajeron la carta y después de pedirla y esperar 20 minutos nadie nos vino a atender así que pagamos (3,4€ dos Verdejos, barato) y nos fuimos.

Al final de la calle vimos un bar más, Entrecalles, realmente no está en Santa Fe ya que la entrada está por la Calle de la Paz. El lugar es una trampa para guiris, ya lo advertían las crujipizzas que se anunciaban a la entrada pero había sitio y había hambre, la carta tenía carcamusas así que nos sentamos. Pedimos este plato, típico de aquí y consistente en carne guisada con tomate y guisantes. Este no estaba mal del todo pero también pedimos unos huevos rotos con morcilla donde la morcilla sabía rara, entre dulzor y picor, le faltaba algo de Almax para pasarla bien. Y sobre el servicio, mejor ni hablar. Chicote... el deber te llama en este lugar.

Zona Calle Comercio: Realmente no es que sea esta calle la de bares sino que en las perpendiculares a la misma, en áreas dispersas cerca y en la continuación (Hombre de Palo) se pueden encontrar locales de variada calidad.

No perderse el Nuevo Almacén (Calle Nueva 7). Un enorme local con zona de barra y pinchos por 2€. Zona de mesas altas para tapeo o compartir raciones y un área de mesas bajas. Nos volvió a pasar que por pedir tapa de pago no nos trajeron de cortesía pero tampoco importaba... la tapas eran enormes, fuimos a pedir 4 croquetas para 4 y nos dijeron "son grandes" pedimos dos y eran enormes, como un puño, por 1,5€. Lo acompañamos con un bocatín de calamares y un sandwich de ternera que con dos cokes y un agua salió por 16,70€
 

El Mentidero, en la Plaza Solarejo, nos metimos porque vimos 3 ó 4 bares juntos pero tras asomarnos a todos ninguno parecía ofrecer nada. Este es el que menos de guiris parecía y fracasamos. No hay nada digno de destacar en él; pedimos dos Verdejos por 4 euros que acompañaron con unas patatas fritas.

Alfileritos en la calle del mismo nombre y un buen lugar donde, aún siendo restaurante se tapea. Dan tapa de cortesia en condiciones, en nuestro caso unas croquetas de morcilla. De tapa pedimos unos boquerones fritos que estaban espectaculares, con un rebozo fino y salsa ali-oli. Con Coca-Cola y vino, 11,10€

Terminamos la visita en La Abadía, otro imprescindible (es del mismo grupo que el anterior). Aunque es restaurante se puede tomar algo en la parte de arriba. Es uno de los imprescindibles de la ciudad, por el local en sí, una Casa de Oficios del siglo XVI con sus cuevas abovedadas, como por la comida. Aquí puedes probar auténtica cocina toledana como las típicos carcamusas, el ciervo o la perdiz a la toledada. Nosotros tomamos esta última; estaba bien aunque este ave siempre es algo seco. El ciervo lo pedimos en filetitos con salsa de setas y como entrante disfrutamos mucho de un huevo perfecto sobre pisto manchego. Todo con un par de vinos, agua, una fondue de chocolate blanco y fruta y un café por 45,50€. Realmente barato.



Terminamos la visita un poco decepcionados. Aunque no teníamos muchas aspiraciones se echa de menos el movimiento gastronómico que sí se ve en anteriores ganadoras como Logroño (2.012), Burgos (2.013) o Cáceres (2.015)

miércoles, 12 de octubre de 2016

Cocido Madrileño XVI: Casa Carola

Pues, como suele pasar últimamente, pasamos del calor del verano al frío casi de golpe. ¿Y qué pasa cuando viene el fresquete? correcto! nos vamos de cocido. En este caso en Casa Carola.

Teníamos ganas de visitarles ya que fue de los primeros en Madrid en servir este manjar y, mucho antes de que empezaran a proliferar restaurantes que ofrecen cocido en sus cartas, Casa Carola ya estaba especializado en el garbanzo y su mundo, convirtiéndose en uno de los más famosos... peeeero... la frase "crea fama y échate a dormir" es totalmente aplicable aquí. Paso a contar.

Tienen tanta fama que llenan siempre y al final eso ha traído que los fines de semana haya turnos, lo que no es nada cómodo para comer porque parece que todo va contrarreloj. Eso si, el servicio es perfecto y milimétrico, con toda la parafernalia: babero, copa de cava y unas croquetas de cocido para empezar la comida. También un detalle que a mi me encanta (y que se estila mucho en USA pero no aquí) una jarra de agua con hielo en la mesa, o como viene en la carta: jarrita de agua del Canal de Isabel II con hielos de la misma procedencia.

Tras esto empieza el cocido al centro de tres vuelcos pero servido en dos. Empezamos con la sopa. Sosa. Más que sopa parecía caldo. Sin apenas sabor y nada de fuerza, le faltaba grasa. Venía acompañada de aceite de oliva virgen, salsa de tomate natural con cominos y orégano, cebolletas y piparras. Junto con un cestillo con pan recién horneado.

Y cuando a la sopa le falta grasa lo que viene después suele ser insulso: gabrieles con denominación de origen, de Cabañas de Polendos (Segovia), del tipo castellano, grandes. Venían muy rotos y con poco sabor.

Verduras normalitas, con un repollo muy bueno y el resto sin destacar: patata, zanahoria y puerro.

Las carnes seguían con la media del local. No eran ingredientes de primera y se notaba. Morcillo duro y tuétano reguleras se mezclaban con chorizo muy bueno y morcilla y tocino normalitos.

Para los postres, incluidos en el menú y a elegir, hay desde sorbete de cava, leche frita, flan, helados, o arroz con leche que probamos junto con mousse de chocolate, crema de limón y sorbete de limón. La verdad es que estaban todos bastante bien y eran caseros.

La comida se cierra con cafés y chupitos, también incluidos en el precio del menú que es de 29€. Desde mi punto de vista es un poco caro, aunque sea un menú, ya que hay sitios con mejores cocidos y una materia prima de más calidad por menos precio. Además hay que tener en cuenta que a los niños menores de 8 años les cobran medio menú. La carta de vinos tiene variedad en Denominaciones de Origen y en precios. Nosotros, con el cocido, tomamos un vino "de Madriz" de 2.013 con un precio barato de 12 euros la botella.

En resumen: cocido caro y sin gracia. Comparado con los grandes como Malacatín o El Charolés, este está muy por detrás. Se posiciona dentro de la franja de los cocidos medios pero por la parte baja. Por 29 euros hay muchas mejores opciones en Madrid. Ver ranking

miércoles, 5 de octubre de 2016

Castru el Gaiteru

Volvemos Asturias, a la zona de Llanes, más concreto entramos hoy en Celorio. En un bar con un estilo exterior de "los de siempre", ha abierto Castru el Gaiteru, local regentado por Pello Noriega, discípulo de un grande de la zona, Antonio Campoviejo, de El Corral del Indianu (Arriondas).

El bar no tiene una decoración cuidada. Barra amplia, tipo bar de pueblo, con paisanos de la zona apoyados y mesas de madera oscura, muy tradicional, aunque en la puerta tienen algún detalle como una vitrina con pescados y mariscos frescos, o una mesita con la carta y tarjetas en blanco y azul cielo, muy mono pero detalles un poco insuficiente. No imaginas la carta (y platos) que puede albergar. Como tuvimos la suerte de disfrutar de un día estupendo pudimos comer en la terraza. 

Tuvimos unos cuantos incidentes con el servicio, claramente mejorable. Un poco despistado y torpe, con detalles como colocar la cubitera con el vino encima de la trona, mientras el pequeño dormía la siesta en el carro. Desde luego, nos hicieron pasar un buen rato del ataque de risa que nos entró.

Aparte de eso, debo decir que comimos francamente bien. Íbamos 5 adultos con un niño y decidimos pedir unos entrantes para compartir y un plato principal cada uno:

- Milhojas de foie y piña caramelizada. No era lo que esperábamos ya que eran auténticos tacos de foie, pero de muy buena calidad.

- Gofre de hojaldre con berenjena asada, olivas negras y huevo de corral. Sobre la carta pintaba muy bien y no estaba malo, pero era un poco basto.

- Bonito del norte marinado con helado de tomate. Muy bueno el bonito, indudablemente y el toque del helado de tomate y daditos de aguacate era sabroso y original

Los platos principales dependen del mercado y tuvimos un poco de caos porque no coincidían las cartas, así que elegimos:

- Lomo de bacalao: En su punto de sal y de cocción. El acompañamiento con pimientos era muy original.

- Bonito al ajillo: abundante y muy bueno. El bonito en Asturias nunca falla por la calidad y es habitual que lo traten de maravilla.

- Entrecot: No estaba malo. Era buena materia prima, pero nos volvió a pasar como cuando estuvimos en Auga. Si es un sitio de pescado, debes de comer pescado.

- Lomo de merluza: Espectacular. El mejor plato, sin duda.

- Rodaballo: Bueno, pero un pelín insípido

Los postres fueron amplios. Tres para compartir, a cada cual más rico:

- Tarta de manzana: de las buenas, con su hojadre rico y helado para acompañarla

- Arroz con leche: al estilo asturiano, bien caramelizado por arriba.

- Coulant de chocolate. Recién hecho, caliente y jugoso

Salimos muy contentos. Si el buen trato que le dan al producto, especialmente en los pescados, lo consiguen también en el servicio, podemos encontrarnos ante uno de los imprescindibles de la zona.

La cuenta, con los aperitivos de la barra, una botella de Terras Gaudas y 3 cafés, ascendió a 44 €/personas y las tripas bien llenas.

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