martes, 24 de junio de 2014

Comer en Lisboa

Lisboa es una ciudad de detalles. Más allá de sus grandes monumentos como la Torre de Belem, el Castelo de São Jorge o la Praça do Comércio lo bonito de esa ciudad son sus recovecos: una calle estrecha con una señora en la ventana, la fachada de un comercio de barrio, sus librerías, sus cuestas o una tasca en Alfama. El valor de lo mínimo. Lo mismo ocurre con su gastronomía, más allá de los grandes sitios puedes encontrar un delicioso arroz en el lugar donde menos te lo esperas.

La fama la tienen con el bacalao y el arroz pero no se puede ni se deben menospreciar sus carnes a la parrilla, el frango (pollo) o la picanha. Para comer hay que tener mucho ojo, primero con la hora, comen y cenan temprano, y luego con el lugar, si yerras en la elección del local puedes pasar del más delicioso arroz de garoupa al más insulso de los arroces o al más seco de los bacalaos. El truco es sencillo: busca locales alejados de las zonas turísticas, cutres a ser posible, elige aquellos que tenga prato do dia y, sobretodo, adéntrate en los que veas portugueses.

La comida se suele hacer a plato único porque el prato do día suele venir con bastante acompañamiento, una enorme ensalada, arroz, patatas fritas o, incluso, las tres cosas a la vez. Además suelen ser bastante grandes, tan grandes que a veces puedes pedir medios platos. Los precios van entre los 8 y los 13 euros (el plato medio son 10€) a los que se les tienes que sumar, si los has catado, los aperitivos. Ojo a esto, siempre te ponen algo (aceitunas, patés, mantequillas, queso, etc.) pero al contrario que en España es de pagarile, en algunos sitios lo indican en la carta y en otros no pero siempre que lo pruebas lo pagas. Eso si, solo pagas por lo que comes, si te zampas las aceitunas pero te dejas el queso solo te cobran por estas.

Y dicho esto empezamos nuestra ruta. Con algunos sitios acertamos y con otros nos equivocamos. Intentamos evitar, eso si, toda la zona turística de la Baixa y las calles peatonales de la zona de Rossio y Figueria. Los días que estuvimos por Baixa nos alejamos un poquito de las plazas y recalamos en estos lugares:
- Leitaria anunciada, en Largo de Anunciada, a los pies del elevador de Lavra. Lo elegimos por cumplir la premisa de ser cutre, una mezcla de tienda-restaurante con plato del día que era arroz con pato. Lo pedimos y, además, carne assada. Ambos platos eran enormes y venían con una fuente de ensalada cada uno, se podían pedir medios y no lo hicimos. Cada plato costaba 14 euros que más los entrantes (dos patés y dos mantequillas por 4 euros), las bebidas y el café salió por 40,20€.


- Cervejaria Baleal, Rua da Madalena 265, volvimos a la regla de buscar uno cutre, lleno y con autóctonos. Encontramos este y fue un acierto. A reventar y con platos enormes. Pedimos medio arroz de garoupa con gambas (un medio del que podían comer dos personas), con medio de polvo a lagareiro (pulpo a la plancha) y un bife da vazia frito á portuguesa. Con un entrantre de queso seco, bebidas y café la cuenta fue de 42 euros.



Chiado/Alto: zona de bares y restaurantes por el Alto hay mucho local y mucho ambiente para tomar una cerveza o un vinito
- Rock in Chiado. Nuestro primer fracaso, nos metimos dando una paseo por la zona de los teatros (Rua Paiva Andrade) y todo eran sitios puestos, como íbamos con poco hambre y era el único "no elegante" entramos... y lo dicho: malo. Pedimos un bacalhau lagareiro que estaba muy seco, con una tortilla de atún, ensalada de pollo y bebida por 29,6€

- Toma Lá dá Cá, en Travessa do Sequeiro, 38. Otro acierto recomendado por uno de nuestros espias mundiales (gracias Artur). Pequeño, con mesas corridas y compartidas y un servicio más que agradable, nos sirvieron la mejor carne que comimos en todo el viaje: Secretos de Porco, una delicia. Además unas espetadas Peru. Los principales con el aperitivo (croquetas), cerezas, bebidas y café por solo 27 euros. De lo más barato y de los mejores sitios que visitamos... lo cogimos con tantas ganas que no hicimos ni fotos!

Alfama: Uno de los barrios que no pueden faltar en la visita y por donde te puedes perder tan ricamente. Es el barrio de los Fados pero, cuidado, también uno de los que más turistas tiene.
- Leitaria Flor, en S. Joao Praça. Como pillamos las fiestas el barrio estaba genial, un paseo que ya de por si era agradable lo fue aún más al ver el ambiente, las barras por la calle y las barbacoas así que decidimos sentarnos a tomar un vino que nos pusieron en vaso de caña hasta arriba!!. Tenían caracoles, algo muy típico de allí, pedimos media y nos cobraron entera; además tomamos una bifana (un pincho de carne de cerdo a la parrilla). Esto más una coke por 12 euros.


- Almargem, Travesssa do Almargem, 4. Entramos por estar recomendado en la guía Routard. Pequeño y acogedor, el servicio muy atento. A los pocos minutos de entrar se llenó. Estaban especializados en cataplanas así que pedimos una de peix y otra de porco e ameijoas; lo acompañamos con una frasquita de vino blanco que daba para 4 copas, aquí aún se puede pedir vino por jarras que aunque no es muy bueno es realmente económico (3 euros la jarra pequeña). Con los aperitivo, agua y café 30 euros


Belem:
Aquí tuvimos otra mala elección. Como el lugar es turístico no miramos demasiado y frente a los jardines de Vasco de Gama, en la Rua Vieira Portuense vimos un montón de locales y allá que nos fuimos, sin fijarnos que en la Rua Belem había mejores sitios. Aquí todos eran iguales, de esos horribles de turista donde te van parando y ofreciendo entrar cada tres metros. Elegimos O Rolhas y era muy normalito. Unas sardinhas bien y una picanha buena sin más que según la carta venía con una arroz que no llegó. Aquí el problema fue el servicio. El único lugar donde no fue bueno, además de lento nos quisieron colar un aperitivo de más y también nos timaron con el pan sirviendo uno y cobrando tres. Tras esto fuimos a Pastéis de Belem donde, a pesar de la cola, no podéis pasar sin comeros un pastel de nata!


Como resumen de la ciudad hay que decir que el servicio es muy simpático en todas partes. Los lisboetas son muy amables y se nota en los camareros. Ahh y el café es espectacular y le da mil vueltas al español (aunque esto no es muy dificil la verdad) si eres cafetero termina siempre tus comidas con un solo o un pingado.

lunes, 16 de junio de 2014

Yakitoro: El nuevo restaurante de Alberto Chicote

No hace ni diez días que ha abierto el local, pero ya hemos visitado el nuevo restaurante de Alberto Chicote, el mediático presentador de la versión española de "Pesadilla en la Cocina". Con el papel de éste en el programa, resulta inevitable analizarlo todo con lupa. Está situado en la calle de la Reina, en la frontera entre la Gran Vía de Madrid y Chueca, calle con gran tradición de restaurantes Japoneses.

El local toma su nombre de la palabra japonesa "Yakitori"  una brocheta japonesa, tradicionalmente de pollo y emula a una taberna japonesa, con cocina en un lado y brasa al centro donde se preparan una parte de los platos. Es un local moderno, bullicioso, con mucho personal y mesas corridas, donde lo más probable es que te toque compartir asiento con otros grupos. La mesa tiene incluida su propia cubitera, lo que se agradece para mantener la bebida fría..

La comida la hacen llamar comida fusión, pero se acerca más a los tradicionales sabores mediterráneos que a los asiáticos. La fusión se queda un pelín corta a nuestro parecer. La base de la carta son los "Yakitoros" (brochetas cocinadas habitualmente a la brasa) y se divide en Yakitoros de la tierra, del agua, de la granja, de la finca y de la huerta. Suelen venir un par de brochetas por plato, excepto donde indica expresamente "1 ud". Nosotros quisimos probar un surtido:
  • Calabacines con sal de hierbas y aceite de oliva: Los calabacines en su punto, muy ricos.

  • Dados de bonito y raíz de apio a la bilbaína: un pelín seco e insípido

  • Atún rojo y pak choy, lacado, sobre pan y salmorejo: muy rico. Tal vez demasiado hecho para intentar simular al atún japonés.

  • Pollo frito crujiente con salsa cañí. Probablemente el mejor plato de los que probamos


  • Cocido madrileño, chorizo, tocineta y zanahoria con su caldo: Prescindible. No nos pegó demasiado el caldo de verduras con las carnes.


  • Albóndigas de cerdo lacadas con miel de romero: Carne muy tierna y sabor curioso.


Quisimos probar también el Panecillo tibio de arroz con panceta ibérica y pepino "David Chang", pero no quedaba (ohhhh... ¿qué habría dicho Chicote de esto?). Como acompañante elegimos un arroz
con ajo y atún. El arroz sencillo pero buena elección como acompañante.

De postre tienen una selección de platos a cada cual más original. Los nuestros:

  • Yakitoro de Marshmallow: seguro que todos hemos probado a quemar las nubes con el mechero, pero no es lo mismo. Están hechas a la brasa y se quedan por dentro casi líquidas. Muy ricas, aunque creo que por fuera se habían quedado demasiado tostadas.


  • Helado de fresa y wasabi con galleta de jengibre y chocolate: El helado en sí no convence demasiado, sabía a fresa y wasabi, tal cual, sin conseguir un resultado extraordinario, pero al mezclarlo con la galleta y el chocolate ganaba enormemente. (Así que, Chicote, si nos lees, planteaos aumentar un poco la cantidad de acompañamiento ;)) 



Acompañamos la comida con un par de refrescos (botella grande, que siempre se agradece en las comidas) y salimos por un poco más de 20 € por persona. 

Como pega, el servicio, con su original vestuario, no fue todo lo eficiente que se supone que debería de ser. Pese a haber mucho personal en sala estuvimos un rato largo esperando hasta que nos tomaron nota y luego vinieron todos los platos de golpe, así que algunos nos los tomamos un pelín fríos (el aire acondicionado estaba a tope). Esperamos que sólo sea cuestión de rodaje.

En resumen, es un local con planteamiento distinto, original, para comer relativamente rápido a precio decente.

miércoles, 11 de junio de 2014

Llamber Barcelona

Hoy, al ser preguntado por un compañero por un restaurante apañado por el Borne de Barcelona me he acordado de Llamber. Uno de los más dignos del lugar, que si ya era una buena zona de ocio en la ciudad ahora ha ganado enteros con la finalización de las obras del Mercat del Born.

En el Born, al igual que en otras zonas de moda de otras ciudades, se mezclan sin disimulo grandes locales con pufos que, solo por tener una decoración moderna y servir todo con módena, se creen chics. Llamber es de los que merecen la pena; se definen como una taberna gastronómica, donde tomar gastronomía sostenible a precios sostenibles. No sé qué se considera "gastronomía sostenible" pero los precios sí que están dentro de unos margenes aceptables. Además del de Barcelona tienen otro restaurante en Avilés.

El lugar tiene una decoración muy agradable y el servicio también lo es. El chef, Francisco Heras, ha trabajado en varios grandes restaurantes, incluido un paso por El Bulli, y se nota en sus platos los toques asturianos mezclados con detalles modernos y catalanes. La otra pata del lugar es Eva Arbonés, el "toque" catalán.

La carta es muy variada y la dividen en Pica-Pica (entrantes), Platinas (platos) y Llambiotaes (postres). Los platos van desde arroces, al "gochu" o pixín (rape) con butiffarra en una deliciosa fusión catalano-astur. En nuestra visita, para cuatro personas y un bebé probamos:
- Pa amb tomaquet
- Buñuelos de Bacalao

- Pastel de cabracho: un clásico de asturias y que estaba muy bien preparado
- Croquetas: no es que sea típico pero es que en un sitio asturiano siempre hay que pedir croquetas. ¡Es donde mejor las preparan!

- Alitas de pollo
- Guiso de setas
- Un arroz negro para compartir los cinco
- Arroz guisado, también para compartir. Los arroces estaba bien preparados, no eran de arrocería pero no desmerecían.
- Patatinas rellenas. Patatas rellenas de carne, otro clásico asturiano que no es fácil encontrar

... Y de postres:
- Pasión chocolate

- Leche con galletas: muy original este postre que recordaba al sabor de las meriendas en casa de tu abuela.

La comida la regamos con cava Recadero Brut Nature y salimos de allí por 137,90 euros que viendo la cantidad de platos y el número de comensales es muy buen precio.

Por cierto ¿sabéis lo que significa llamber?

miércoles, 4 de junio de 2014

Más Galicia: Tapas y raciones en Pontevedra

Este último periplo por Galicia lo acabamos en la provincia de Pontevedra. Elegimos alojarnos en la ciudad de mismo nombre con la idea de asentar ahí el campamento y luego desplazarnos por los diferentes puntos que queríamos visitar. No teníamos ninguna expectativa puesta en la ciudad y... ¡qué gran error! Nos encantó la ciudad. ¡Es preciosa! Nuestra gran pregunta, a la vuelta era ¿por qué nadie habla nunca de Pontevedra? De hecho, nos cruzamos con varios gallegos en nuestras vacaciones y ¡ninguno conocía la ciudad! Si estáis por la zona, no podéis dejar pasar la oportunidad de acercaros y pasear por su casco antiguo.

Coincidió además que tuvimos un tiempo espectacular, por lo que la ciudad estaba plagada de terrazas, todas ellas a rebosar, con un magnífico ambiente.

El tapeo en Pontevedra es más tipo raciones. No hay tapas pequeñas, sino que a lo que invitan los bares y sus cartas es a sentarse a cenar "tapas", que a pesar de este nombre, son de tamaño ración generosa. No tiene una calle de vinos propiamente dicha, pero los bares salpican toda la zona antigua.

El primero que probamos fue Taberna Zentola. Anunciaban tapa de tortilla pero era una tortilla entera, así que pedimos "tapa" de croquetas y... ¡15 croquetas nos sacaron!. Eran pequeñitas, pero eran 15. Además, nos pusieron una tapita gratis. Dos refrescos y las croquetas, en terraza, 10,20 €.

Como era Semana Santa, nos quedamos aislados y rodeados por las procesiones, sin poder adentrarnos más en la zona vieja, así que dando vueltas y vueltas, entramos en Adega dos Avos. Un poco anticuado, aunque pasan bandejas con tapas con el vino. Como pedimos un vaso de leche para el niño, de tapa nos pusieron unos trozos de bizcocho y torta de cabello de ángel. Estupendo para mojar en el Ribeiro, jeje.

Para cenar, y visto que iba a ser complicado seguir de bar en bar tomando una tapa en cada uno, decidimos seguir las recomendaciones que habíamos leído y nos sentamos en la terraza de el Pitillo, uno de los bares más famosos (y llenos) de la ciudad. Nos tomamos unos calamares de ría, que es lo que recomiendan en todas partes y una tortilla. Todo muy rico, y sobró comida. Con un par de ribeiros, salimos a 14 €, así que baratísimo y muy buena recomendación

El día siguiente iniciamos nuestra ruta en la calle Figueroa, que podría ser lo más parecido a la calle de vinos de la ciudad. Nos sentamos en el Chiruca. No había lo que habíamos leído que recomendaban (zamburiñas a la plancha), así que nos pedimos unos mejillones a la vinagreta (muy ricos, pero otra vez ración excesiva) y un pincho de tortilla. Con un refresco y vino, 14,25€.

En la misma calle, nos paramos en el Aleph. Local de estética moderna, con pinchos sofisticados y donde nos tomamos una empanadilla de carne. Tarde vimos que tenían un pincho que participaba en el concurso "Destapa Galicia" que se llamaba "Deschapa Coca-Cola" y que consistía en timbal de venado, orejones y láminas de patata con sazón de glaseado de Coca-cola. De haberlo visto a tiempo, lo habríamos probado. Nos tomamos un par de ribeiros y nos cobraron 5,30 €. El pequeño se tomó allí su leche y quiso repetir y aún así, no nos cobraron ninguno de los dos vasos.

Desde ahí, dando vueltas, nos encontramos con el bar Timón que anunciaba tapa con cada consumición. Con un par de vinos nos pusieron dos trocitos de tortilla, dos de empanada y luego dos platitos de callos con garbanzos y nos cobraron ¡1,80 € por cada ribeiro!

Por último, finalizamos nuestro periplo en el BAR, sí, así a secas. Según habíamos leído, es el más antiguo de la ciudad, se llama Casa Fernández y es conocido como Parvados, aunque no busquéis ningún cartel que indique ni lo uno ni lo otro. Decían que era el mejor ribeiro de la ciudad. Servido en tazas con forma típica pero tamaño XXL y muy bueno aunque un pelín caliente... afortunadamente, porque a 0,70 € la taza, ¡qué peligro!

Nos habría gustado que las raciones fueran más pequeñas para haber podido probar más variedad porque todo estaba riquísimo, pero en resumen, es una magnífica ciudad para visitar y pasear.

Tras esta visita terminamos nuestro viaje por Galicia donde hemos disfrutado mucho de la comida. Y una última anécdota: en nuestra vuelta a Madrid hicimos una parada en Ribadavía. Entramos a tomar un café con un licor en un bar y de tapa nos pusieron.... percebes!!!!

Hay que ir!!
Ele

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