Unos míticos en Madrid III: Currito

NOTA: desde finales de 2.014 este clásico de la capital está cerrado. Según se ha publicado el Ayuntamiento de Madrid ha ejecutado una orden de deshaucio después de que llevaran desde 2.008 sin cobrar el precio del alquiler, unos 12.000 euros al mes. Los restauradores de la zona se quejan de que no cumplió con sus planes para revitalizar la zona tras el cierre de la puerta de acceso de Somosaguas, la falta de actividad ferial, la carencia de aparcamientos y la nula señalización para entrar con las obras de la M-30. Del ayuntamiento de Madrid no nos extraña.

Dentro de los clásicos de la comida vasca en Madrid se encuentra el restaurante de José Mª González Barea "Currito" quien en 1.975 dió el salto desde Santurce a Madrid, a la zona de los Pabellones de Provincias de la Feria del Campo; esta zona tuvo su esplendor hace años pero, poco a poco, ha ido pasando de moda para, ahora de nuevo, renacer tras las obras de la Avenida de Portugal. Y es que este paseo podemos encontrar algunos restuarantes de comida típica como el gallego A Casiña, el asturiano Bosque Sagrado, el restaurante Guipuzcoa y otros más.

En la carta de este restaurante podemos encontrar, principalmente, comida tradicional vasca, con especial atención al mar, a sus sardinas, anchoas, rape y, como no, al bacalao. Todo esto sin descuidar las carnes rojas, el chuletón que tiene el caro precio de 43€ pero del que comen dos o tres. La carta se completa con otros productos, no menos clásicos, como las pochas o los pimientos.

El restaurante tiene un gran salon y una par de comedores pequeños, además de una zona de terraza donde nos sentaron. Eramos 7 comensales con dos carritos y tuvimos suerte ya que nos dieron una mesa redonda en ella, pero debajo de un porche y en una zona retirada de cualquier paso. Siendo tantos pudimos degustar varios platos donde, excepto unas mollejas, triunfó el pescado: Rape Currito (rebozado pero en salsa verde),  lomos de merluza con almejas y delicias de merluza en salsa de chipirón fueron lo platos más celebrados y los que demostraban la calidad de la materia prima. Aparte tomamos chipirones en su tinta (te ofrecian el arroz a parte si lo querías) y como entrantes un foie en escabeche, una morcilla de puerros espectacular y unas anchoas fritas (boquerones) tan ricas que repetimos.

Nos acopañamos con vino de la casa, blanco, un verdejo Monopole Siglo XXI; si pides tinto de la casa te sirven Cuné (con el vino no arriesgan mucho). Todo ello con postres, de los que cabe destacar el hojaldre con crema y la pirámide de chocolate, cafés y licores sale a unos 50€ por cabeza.

El servicio es de estilo cercano y aunque bastante profesional tuvieron despistes, como por ejemplo traernos el agua y el vino y dejarlo en una mesa auxiliar pero sin servirlo u olvidarse de los cafés.

Vale la pena, aunque ya no está tan de moda bien merece una visita. Comparado con otros clásicos como Txistu o el Asador Donostiarra Currito sale ganado, tiene los mismo detalles "guiri" de venderte loteria o hacerte una foto pero la calidad de la comida es realmente superior, su carta merece mucho más la pena y el precio es mucho más bajo.

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