lunes, 30 de abril de 2012

Restaurante Arbidel

NOTA: Cuando hicimos esta crónica el restaurante nos encantó y le auguramos un futuro Michelín. Desde la guía de 2.014 posee una estrella y, por precio y calidad, os recomendamos que lo probéis. Este post es la crónica antes de la estrella, si quieres leer una crónica ya con la estrella pincha aquí

Nuestra última entrada fue de Arriondas, y hoy, siguendo el descenso del Sella, nos vamos a Ribadesella, bonito pueblo con excelentes sidrerías. ¿Se necesita algo mas para una escapada?

Allí, en una esquinita, como escondido en la Calle Oscura, se encuentra el Restaurante Arbidel. Fuimos en su busca por recomendación, de nuevo, de mi tío Javi (nunca fallan sus recomendaciones). Es un local con capacidad para unos 30 comensales, en una casa de piedra, con las paredes de piedra vista pero decoración un tanto extraña y que sirve comida de diseño con base asturiana. En la carta, además de los habituales entrantes, carnes y pescados, destacaría los arroces que versionan platos tradicionales ("arroz negro con calamares y alioli", o "arroz con pitu caleya guisado y deshuesado y langostinos al ajillo").

Como habitualmente, optamos por el menú degustación para intentar captar lo mas posible la esencia de la cocina del local, pero tenemos intención de volver este verano a probar alguno de sus arroces. En el menú degustación, Jaime Uz nos deleita en esta ocasión con:

* Aperitivo pica-pica, compuesto por cuatro entrantes: Vichissoise con almeja, crema de zanahoria y crujiente de jamón, croqueta de compango y anchoa con jamón y tomate deshidratado.

* Torto-tartar de salmón marinado, guacamole y sus aliños (debe de estar de moda el torto con guacamole, ya que en el Corral del Indianu también nos lo pusieron.

* Infusión de setas de temporada con tallarines y yema crujiente

* Bocarte relleno de suave Cabrales y vinagreta de manzana y tomate: Nos lo personalizaron, quitándole el cabrales y estaba francamente bueno. A destacar en este plato, la raspa del bocarte, servida aparte, rebozada y riquísima.

* Arroz guisado en marinera de berberechos y buey de mar

* Albóndigas de rabo de ternera con "cosines" del cocido de garbanzos.

* "Pequeños sabores dulces y salados": Lo de pequeños, era un decir, y consistían en: queso, aunque a nosotros nos sirvieron frixuelos con espuma de arroz con leche (una bomba), espuma de coco en infusión de piña (rico, rico y muy suave, para bajar la comida) y trufa con aceite de oliva.

El precio de este menú son 29€ por cabeza, incluyendo pan, agua, vinos de la casa y postre. Vistos los precios a los que nos tienen acostumbrados este tipo de restaurante, ¿es o no un precio magnífico?. Los aperitivos y el vino subieron la cuenta a 40€ por persona.

Los platos son servidos con una cadencia estupenda y el servicio, muy amable, aunque quizás un pelín inexperto... Aún así, la relación calidad-precio, magnífica. Esperemos que se mantenga el nivel y su esencia.

jueves, 5 de abril de 2012

Otra estrella en Arriondas: El Corral del Indianu

Ya habíamos estado en Arriondas otras veces, para ver/hacer el descenso del Sella o simplemente para comer. Y es que aquí, en un pueblo de menos de 3.000 habitantes, hay dos restaurantes con Estrella Michelin, Casa Marcial y El Corral del Indianu.

Esta vez tocaba el Corral del Indianu, el restaurante de Jose A. Campoviejo, pero previamente pasamos por el Café Español, un local decadente y anticuado, pero con unas bonitas vistas del Sella y donde se puede degustar una "Compuesta" un tipo de vermú que se tomaba antiguamente en Asturias y que consiste en Ginebra con vermú; dependiendo del sitio la receta cambia, puede llevar vermú rojo, licor de naranja, guindas, etc. Aquí nos dijeron que era Martini blanco, ginebra y 5 licores más. "Secretos", nos dijo la camarera.

Tras el vermú llegamos al restaurante. Una bonita y elegante decoración en las primeras mesas de la entrada, daban paso a una terraza interior, muy acogedora y luminosa, con pocas mesas. Al fondo un pequeño jardín con mesitas que no pudimos utilizar porque estaba lloviendo pero que tenía una pinta estupenda para tomar unas copas tras la comida.

Para comer, nos decantamos por el menú degustación, indicando que no nos gustaba el queso por lo que nos dijeron que nos sustituirían un par de platos:
- Xarda (caballa) en mermelada de cebolla y guacamole para sustituir el bombón de cabrales y manzana asada con chocolate blanco.
- Tortu con guacamole y cebolla marinada. Una curiosa mezcla el sabor del torto con el guacamole y la cebolla
- Croqueta mimosa de ibérico. Una croqueta, rica, pero sin más.
- Escanda, acelga eco-astur, royal y albaca. Especie de gelatina de acelga, de un sabor fuerte, no apto para todos los paladares.
- Ciervo atunizado en un remake de Vitello-tonatto. Un pequeño entrante compuesto de dos trozos de carne muy ricos. Aquí nos surgió una pequeña duda ya que en la carta que teníamos en la mesa (te dejan el menú para seguir los platos) ponía ciervo pero en la web decían que era ternera y el sabor se parecía más a la de esta. Al estar marinado era difícil distinguirlo porque si que daba la sensación de comer atún.
- Oricio, ostra, trufa, salmis de arcea. Otro plato para paladares exigentes y duros. Una ostra sobre la salsa de guiso de arcea con oricios; a eso se le añade trufa laminada. Espectacular si te gustan los sabores fuertes.
- Fabada (sabores de antaño, texturas de hoy). Fabada deconstruida. La morcilla estaba en el fondo, en textura; el contenido era un puré de fabada con trocitos de cebolla y alguna faba. Estaba bueno pero no asombraba.
- Salmonete, su hígado tratado como una sopa de matanza. Sin duda uno de los mejores platos del menú. Cocinado casi crudo, su sabor era muy fino.
- Chipirón sin chipirón, un falso chipirón muy sabroso que nos sirvieron para sustituir el tembloroso de Rey Silo, avellana y toques picantes.
- Ciervo con cardamomo, en la carta venía ternera melosa. La segunda duda ya que en ella venía mimoso de ternera. No llegamos a entender porque nos lo sustituyeron ya que este plato no nos lo anunciaron al principio como que tuviera queso.
- Naranja, cardamomo y manzana. El primero de los postres: helado con tarta. Nada del otro mundo
- Leche fresca, helada y cremosa. El segundo postre, un quenelle de leche helada con espuma de leche y un fondo de galleta. Al final eran, dos postres, dos helados. Presentación parecida y sabores apenas diferentes.
- Café. Según la web venía acompañado de Bombones de té y cuajo de queso de los Beyos, membrillo y frutos secos. A nosotros nos vino con 4 daditos de dos tipos de tarta y medio bombón.

La carta de vinos es amplia y bien presentada en un libro llamado "Mis 99 vinos". Nosotros nos decantamos por una sidra de mesa (12 euros).

El servicio es principalmente familiar, alejado de los rigores de los restaurantes de lujo. A veces se hace algo lento, mientras la maître atendía otras mesas, la camarera podría haber ofrecido una bebida para la espera. También se despistaban al rellenar los vasos de vino y agua pero, eso si, todos esos pequeños detalles lo compensaban con la cordialidad de trato y en nuestro caso con el detalle que tuvieron cuando nuestro hijo de dos meses se puso a llorar, al ir a sacarlo del local para no molestar al resto de comensales la maître se ofreció a pasearlo para que pudiéramos degustar los platos tranquilamente.

En resumen, el sitio está bien, el menú sale por 75€ y el total con café y sidra 180€. La comida es correcta y si estás cerca merece la pena una visita. Nosotros fuimos esperando el local que antaño fue, un sitio de comida tradicional asturiana, y salimos con la sensación de que, al final, ha evolucionado hacia lo de siempre en los locales con estrella: cocina creativa y menús degustación. Parece que a los señores de Michelin no les va otro tipo de cocina.

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