lunes, 26 de diciembre de 2011

Turquía: Döner kebab

Nuestra experiencia turca fue tan fugaz que no podemos hablar ni hacer grandes recomendaciones sobre su comida. Además tampoco querríamos ofender a nuestros amigos expertos en Turquía (Sedat, Begoña, se admiten críticas).

Lo que si podemos es hablar de los kebabs y sus múltiples variedades, ya que prácticamente es de lo único que nos alimentamos. Es algo que parece fácil de pedir pero no lo es tanto ya que las cartas están llenas de cosas parecidas pero no iguales: Pide et döner, Tavuk döner, Iskender kebab, Yaprak...

Döner kebab significa carne que gira y es el nombre genérico que da pie a un infinidad de tipos: con pollo (Tavuk), enrrollado (Dürüm), clásico (Pide). Resulta más complicado de lo que parece ya que no siempre las cartas están en inglés y no es fácil saber lo que estás pidiendo. En los sitios para guiris hay fotos que pueden ayudar pero en otros locales no.

Una parada de muchos cruceros es Izmir (Esmirna en castellano), si pasas por allí y en vez de alguna excursión te quedas en la ciudad se puede dar un paseo por la zona del puerto y tomarte, por 7-10 liras, un Kahvalti. Literalmente significa "antes del café" y es un almuerzo consistente en queso, aceitunas, jamón, tomate, pepino, jamón, salchicha, mermelada, miel, mantequilla y pan. Finalizado con un té. Aquí verás turistas y turcos bastante occidentalizados pero si lo que quieres es algo más autóctono visita el Kemeralti-Bazaar.

El bazar está lleno de turistas pero también, en su centro, hay una plaza donde degustar té o el famoso café turco (ojo es café sin filtrar y tiene todos los posos por lo que no se debe de remover) y comer döner kebab. En algunos sitios no hablan inglés por lo que hay que fiarse de las fotos o intentar buscar ayuda con un tercero. Nosotros, gracias a un traductor griego, conseguimos pedir un Sade döner y un Iskender kebab. Ambos son carne de cordero servida en plato, el primero es la carne acompañada solo de un par de rodajas de tomate y pan y el segundo lleva, además, yogurt y tomate. 10 liras cada uno. En este local tuvimos un percance ya que en algunos sitios le ponen mantequilla frita encima pero aquí le echaban queso. Preguntan antes pero a su estilo así que sino te gusta el queso: huele primero de asentir.

En Estambul, tres cuartos de lo mismo, en Sultanahmet comimos en un local de kebabs totalmente para turistas, con la carta en ingles y fotos. Tarea fácil, pedimos un Pilavli tavuk döner (plato de arroz con pollo) y Pide et döner que es como los kebabs de aquí pero sin salsas.

Por la noche nos costó poder comer algo. Era Ramadán y al caer la noche la ciudad se volvió una hervidero de gente y de actividad. Es digno de ver, los locales ofrecen menús especiales pero todo está llenísimo y el ambiente es espectacular. Es casi imposible encontrar un hueco donde comer. Retirándonos de la Mezquita Azul pudimos encontrar un sitio libre y pedir un Pilav dürüm kebab (en la carta lo llamaban Mix kebab roll) y consistía en un kebab enrrollado, de cordero o pollo a elegir, y que tenía dentro carne, arroz, yogurt, ajo, salsa picante, berenjena y patatas fritas, tomate, lechuga y pepino.

La experiencia es curiosa pero a riesgo de parecer algo paleto creo que nuestro paladar está más acostumbrado a los kebabs europeos y a sus sabores, algo más suaves. Por mencionar alguno, son muy buenos los que se hacen en España en los locales que no son franquicias, reseñables por su gran tamaño los que se venden en Londres y espectaculares por su sabor los que se preparan en Berlín.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Fabada I: La Máquina de Lugones


Despues de tanto tiempo escribiendo y siendo asturiana, ya iba siendo hora de empezar nuestra búsqueda de la mejor fabada.

Teníamos que empezar, cómo no, por la de La Máquina de Lugones. Es conocida en toda Asturias y disputa, según dicen, el galardón con Casa Prendes (nos lo apuntamos para intentar ir y opinar próximamente). Tiene una sucursal en Madrid, donde, siendo la especialidad también la fabada, el resto de platos son algo mas elaborados que los del restaurante de Lugones.

Antes de nada, si quieres llegar hasta el restaurante, has de estar bien atento, ya que no hay cartel. Sólo una máquina de tren indica que ahí está el restaurante y es muy probable que te lo pases sin darte cuenta. La carta es corta, por no decir casi casi inexistente. Es una libretilla, donde en la primera página figuran las especialidades (fabada y arroz con leche) y unos pocos entrantes. El resto de hojas son de vinos. Gran variedad, siendo posible acompañar la comida incluso con Champagne. Eso sí, baratos no son.

Del grupo en el que íbamos, llamó la atención los precios de la ración de fabada. "Precios de Madrid" decían... Es cierto que 16€ por ración es un precio mas alto que el de la habitual fabada de menú del día, pero es que la fabada tampoco era la misma.

Se presenta una cazuela por cada dos personas, con ración abundante. Faba grande y muy enteras, pero a la vez muy tiernas y ligeras. No se hacían nada pesadas en la boca. El compangu, exquisito. Un par de trozos de chorizo (especialmente rico preparado como si estuviera frito), uno de morcilla, lacón y tocino por comensal que se quedaron escasos. Pedimos si nos podían traer algo mas y aquí el detalle feo del día: siendo 8 personas, nos trajeron un único trozo más de cada cosa. ¿No habría sido mejor traer un plato mas abundante aunque luego nos lo cobraran?

De postre, con lo llenos que nos habíamos quedado, optamos por compartir un par de raciones de arroz con leche, con requemado, como es el asturiano habitualmente. Al no ser con canela espolvoreada, hubo disparidad de opiniones: para los acostumbrados al requemado, exquisito; para los de la canela, algo insípido.

Finalmente, la cuenta, con un par de botellas de vino de la casa, más que decente, con cafés y chupitos, salió por unos 26 € persona. Efectivamente, caro en comparación a lo habitual en Asturias, pero bien pagados por la calidad de la comida.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Cocidito Madrileño IV: Casa Domingo Nieva

NOTA: Este restaurante ha cerrado. Una pena. Era un clásico del centro de Madrid. Dejamos la entrada como recuerdo del lugar, esperando que es su lugar no monten un Starbucks...

Aprovechando los primeros frescos invernales, decidimos retomar nuestra ruta en busca del mejor cocido de Madrid.

Nos acercamos en esta ocasión a Casa Domingo Nieva. Local tradicional, de los de toda la vida, en la calle Toledo nº 70. Llamamos para reservar, pero según la respuesta de quien cogió el teléfono, no habría hecho falta. Como llegamos un poquito antes de la hora, optamos por tomarnos una en la barra. Muy agradable, con buenas tapas (patatas fritas y unas croquetas para acompañar un par de Coca-Colas) y barato, en relación a los precios que tiene el tapeo por la zona.

Una vez terminada, subimos al comedor. Una salón antiguo, con muebles antiguos (a excepción de un buda, que desentonaba un poco con la decoración) y un camarero de los de verdad, de los de toda la vida. Nos ofreció la carta, pero al decirle que queríamos probar el cocido, nos la recogió rápidamente, por lo que no pudimos ni siquiera ojearla. De los comensales que había, tampoco ninguno había elegido otra opción. Para acompañar, como solo iba a beber vino uno, media garrafita de vino de la casa, acompañado de una botellita de casera. Con eso se dice todo :)

Empezamos con la sopa: Servida estupendamente en un cuenco de barro, punto positivo, pero falta de color y bastante insípida, poco sabor. Eso si con una gran cantidad de fideos. Acompañando, unas guindillas picantísimas.

Seguimos con los garbanzos, servidos en plato con la patata y la verdura. Grandes, un poco pellejones; no eran estupendos pero si ricos de sabor. El repollo estaba aderezado con buen pimentón, lo que le daba un toque curioso. También acompañaba una especie de grelos. Para mi gusto, un poco excesiva la cantidad de verduras.

Y de carnes, una inmensa bandeja, con buenos ingredientes en el que se echaba en falta la gallina. Todo junto, muy rico.


No diré que es un gran cocido, pero en relación calidad-precio (16 € por persona el plato de cocido), mas que decente.

martes, 8 de noviembre de 2011

De tapas por Palencia ¿bella? desconocida

NOTA: Entrada actualizada en septiembre de 2.016

La menos conocida de las capitales de provincia de Castilla y León es la menos impresionante y sosa, gastronómicamente hablando. A diferencia del resto de ciudades no destaca por sus restaurantes y carece de una zona de vinos. Tiene bares pero dispersos y con poca cultura de la tapa. Nuestra primera visita fue una decepción. Pero volvimos, si. con un par, volvimos de tapas de por Palencia. En la segunda visita vimos que la cosa había mejorado. No en exceso, no os creáis. Se sigue dando tapa de cortesía pero ahora también hay más tapas de pago (económicas) en más locales. A pesar de ir en plenas fiestas de San Antolín, vimos que el ambiente sigue fallando. Por el centro las pocas agrupaciones están en estas zonas:

Plaza Mayor: cuatro bares con sus respectivas terrazas es lo que ofrece esta pequeña plaza donde en el Debla, el más juvenil, la tapa es gratis y más gente hay.

Cervecería Plaza Mayor – Bar y restaurante, con una pinta algo fría luego ofrece una buena barra de tapas donde el pincho especialidad es secreto ibérico. Un pincho enorme y muy bien de precio, solo 3 euros.

Taberna Plaza Mayor – El mejor de la plaza y con la mejor barra de tapas. Caña, mixta y dos tapas de cecina con foie 5 euros.

Paseo del Salón: en nuestra anterior visita aquí llegamos y no había tanto como ahora. Así que seguimos hasta la Encina y su buena barra pero en cuanto cerró ya no quedaba nada así que de ahí al Burger King. Ahora si, ahora hay más oferta en esta calle y muchas terrazas, lo intentamos en el Chaval de Lorenzo pero nos tuvimos que ir tras 20 minutos de invisibilidad.

Tierra de sabor: Amplia carta de raciones y tapas, de lo mejor de la calle. Un Bitter, dos cervezas, una ración de croquetas, una de sardinas marinadas y dos tapas (morcilla por 2,5€ y calabacín con gula y ali-oli por 1,5) en terraza salió por 32 euros. Ponen tapa gratis también.

Mayor-Colón: la dos calles que unen la Plaza Mayor y el Paseo del Salón también tienen algún bar que otro. Alguno muy bueno pero la misma tónica que toda la ciudad. Dispersos.

Habana: habíamos leído que era un gastrobar pero... bueno... no es para tanto. Dos tapas de boletus con queso y jamón, dos pinchos de tortilla, 3 cokes y un aquarius por 16,6€

Con tapa de pago pero que merecen la pena los dos están El Casero (bomba de huevo) o El Perejil (por 1,5€ sopa de ajo), ambos muy recomendables y por la Calle Mayor.

En Colón probamos el Bar Perico, famosos por sus huevos rebozados que con dos cañas nos salieron por 5,20€ y La Tasca, también con tapa de pago: dos tapas de pastel de cabracho y dos cañas por 5€

La única zona donde hay varios bares juntos es en la calle Soldado pero estaba desangelada las dos veces que pasamos por allí. En algunos bares ni hay tapa ni se la espera pero sí recomendamos tomar algo en La Mejillonera, el más típico, o en El Ecuador "Casa Matias" donde tienen una plancha donde te preparan lo que quieras, incluso canguro (Actualización 2.014: está cerrado)

La crónica completa del primer viaje la narra estupendamente, como bloguero invitado, Víctor Fernández Correas, escritor (autor de la Conspiración de Yuste y La Tribu Maldita) y miembro de la Agrupación Gastronómica El Conjunto que haciendo un paréntesis en la preparación de su nuevo libro nos dedicó esta crónica:

La Agrupación Gastronómica El Conjunto lleva con el gusanillo varios meses. Se podría decir que casi desde el inicio de los tiempos, que no es poco, varios de sus componentes mostraban el firme propósito de visitar esta ciudad castellana. ¿Motivos? No vienen al caso; no es bueno soliviantar ni tampoco sacar las cosas de contexto. Pero el cielo plomizo que desde Segovia acompañó a los miembros de la agrupación se abrió en tierras vallisoletanas. De regalo, un precioso cielo con algunas nubes y un tibio sol que se agradecía cuando sus rayos bañaban las soleadas calles y plazas palentinas.

─ O sea, que sí estuvieron en Palencia…
─Usted lea, lea…

Calles limpias, poco bullicio y tranquilidad, mucha tranquilidad, detienen el tiempo en el antiguo trazado palentino, que sigue la trayectoria de su serpenteante Calle Mayor. Balconadas decimonónicas se abren a la arteria en la que confluyen sus gentes al calor del sol. Sones electorales se confunden con voces altisonantes, risas perdidas y silencios que lo dicen todo. Palencia bulle en su corazón, late y respira sin prisa minutos y segundos que parecen haber quedado atrapados para siempre en su retina de piedra.

─¿Y la zona de tapeo?
─Pues ahora que lo dice…

La Agrupación Gastronómica El Conjunto trae ideas preconcebidas, señales de lo que debería ser y ganas de descubrir el alma de esta Palencia que les ha recibido con buen tiempo y más hambre. Y hambre, lo que se dice hambre, no se llega a paliar. Duele decir que es difícil encontrar lugares en los que tapear, encontrar un hueco en el que degustar un pincho con una caña o una copa de vino. Eso sí, las excepciones son dignas de mención: sopas de pan con huevo, ajo y morcilla, frituras de huevo relleno de atún y cubierto de bechamel cumplen con el cometido de aliviar el estómago, que cuando el mediodía se ha escapado y deja paso al comienzo de la tarde pide algo más que un tentempié. Por rico y sabroso que sea.

─¿Me dice usted un restaurante?

De pronto, la muchedumbre se ha esfumado. Lo que antes eran ruido, voces y alegría ahora es una soledad algo húmeda y fresca; el sol se ha ocultado y en su lugar negras nubes impregnan de agua la empedrada Calle Mayor de Palencia. La Agrupación Gastronómica El Conjunto busca un lugar en el que paliar el hueco que gruñe en sus estómagos, y a duras penas lo consigue hacer en La Encina, local con ansias y look de modernidad, pero de cocina tradicional. Sus pinchos, al menos, consiguen calmar el apetito, que algunos de los miembros de tan pintoresca comitiva cercenarán después en un restaurante de comida rápida y otros, en un establecimiento, franquicia para más señas, de dulces y bollería variada.

─¿Y si echamos una siesta rápida para pasar el mal trago?

La noche abre las tinieblas sobre Palencia. Y el frío, ahora algo más intenso, corre por sus calles, todavía vacías para ser una hora buena para dejarse caer por bares y restaurantes. Los mismos que busca con afán la Agrupación Gastronómica El Conjunto. Con suerte, encuentra varios de ellos en una misma calle, algo que se celebra con gozo. En el bar Ecuador ‘Casa Matías’ una plancha sirve de maestro de ceremonias para degustar una auténtica virguería: un pincho de solomillo de canguro.

─¿Y eso lo han comido en Palencia?
─Lo que es la vida, ¿eh?

De bocado tierno y jugoso, muy parecido a la ternera, la Agrupación da buena cuenta de una de las especialidades de la casa, en la que destacan los embutidos, fritos o ahumados, y quesos del país y de las tierras de alrededor. Un lugar muy recomendable, de aire entrañable y acogedor, del que los miembros de la Agrupación se marcharán para acabar su periplo en ‘La Mejillonera’, donde degustarán unos mejillones tamaño pata de mula al natural y con la justa pizca de limón y, especialmente, unas bravas que realmente merecen la pena ser destacadas.

─¿Y las copas?

Las copas…Palencia duerme el sueño de los justos, ajena al bullicio que la juventud, la muy juventud, destila por algunas de sus calles. Imberbes que se solazan, sueños de adulto y bebidas por doquier se dan la mano en una almendra por la que la Agrupación Gastronómica El Conjunto cruza con ciertos aires de nostalgia. No tanto por la edad pasada, sino por lo que la esperanza prendió en los sueños de los miembros de aquélla, y de lo que nunca llegará a ser. Un cruce de caminos, quimera de ilusiones y alma de sensaciones encontradas e insatisfechas.

domingo, 23 de octubre de 2011

Buscando la mejor tortilla de La Latina I

Con la intención de encontrar "La mejor tortilla de La Latina" para allá que nos fuimos con la firme decisión de entrar solo en bares donde sirvieran este manjar. Queríamos probar cuantas más mejor pero tanta chulería se paga y finalmente, en esta primera cata, solo pudimos ir a 3 sitios.

La causa de pisar tan pocos bares fue de la tortilla de la Taberna el Bu, ya que el pincho era una tortilla entera que nos dejó sin hambre. Este local es bastante reciente y se encuentra en la calle Humilladero. El sitio está muy bien, grande y amplio, sin los agobios de otros locales de la zona, y con una buena carta de tapas. Pero la tortilla no es su especialidad, no es gran cosa. Te sirven una entera que da para 4 personas y por supuesto la preparan siguiendo los cánones de la moda actual: la cebolla está caramelizada. Pero aún así estaba un poco seca, con la patata algo pasada y muy normal de sabor. El precio, eso si, muy correcto: 6,5 € la tortilla entera.

En la misma calle está el Txirimiri. Aquí si que sirven una de las mejores tortilla de la zona. Con cebolla caramelizada, como no. La hacen poco cuajada y cuando sacan una a la barra suele haber codazos por conseguir un trozo. En este bar hay una buena variedad de pintxos pero la tortilla es la estrella y, aunque esta vez la patata estaba poco hecha, es una de las 2 mejores de la zona. El precio, 2,30€. También te ofrecen una tortilla rellena de jamón y queso que no está nada mal.

Por último, la ganadora de la noche: la tortilla del Juanalaloca. Este bar de la Plaza Puerta de Moros en poco tiempo se ha convertido en un clásico, apareciendo incluso en la guía Trotamundos. Es uno de los locales de moda y aunque en su barra hay muchos pinchos que elegir, aquí también la tortilla es la estrella. El formato es el habitual, huevo poco cuajado y con cebolla caramelizada pero aquí le dan a la patata la cocción perfecta y un sabor espectacular. El único pero es el precio, el pincho cuesta 4 eurazos, un exceso por un trozo de tortilla aunque merece la pena probarlo.

Y vosotros ¿qué opináis? ¿Cuál es el mejor pincho de tortilla de la Latina?

jueves, 13 de octubre de 2011

Restaurante Naguar: Un gastrobar en Oviedo

Naguar es el nuevo restaurante de Pedro Martino en Oviedo. Con sus dos anteriores incursiones, ya obtuvo sendas estrellas Michelin, pero al poco tiempo, los locales cerraron sin dejar rastro.

El nuevo local está ubicado en la zona de vinos de moda en Oviedo, en la Avenida de Galicia, junto a la Plaza de América, en lo que los propios restauradores han bautizado como “Distrito Gourmet”.

El local dispone una barra a la entrada y decoración moderna. Cuidadosa colocación de los pinchos (aunque a la hora de la comida siguen exponiéndose bollos de desayuno) y carteles con las numerosas propuestas. Al fondo, la zona de restaurante, con mesas y sillas amplias donde impresiona el carro con la oferta de gin-tonics… Claro indicador de querer ser un sitio de moda. La cocina vista complementa la puesta en escena.

Teníamos ganas de ir y optamos por acercarnos un sábado a comer. Reservamos, aunque en vista de la afluencia de gente, no habría sido necesario. Mesa para 4 muy cómoda. Nos animamos a probar la cerveza con espuma de limón y cardamomo. Realmente rica. La ofrecen también con espuma de manzana, pero tendremos que volver para probarla.

De tapa, por cortesía de la casa, mousse de coliflor y ajo. Sabía más a ajo que a otra cosa (afortunadamente, porque una tapa con sabor a coliflor, a priori, no es precisamente el ideal de tapa).


Para comer optamos por:
- Tapa gourmet: cada bar de la zona tiene una especialidad. En este caso, era yogur de naranja y zanahoria con espuma de coco-curry y mejillones en escabeche. Psé. Buena presentación, pero escasa de sabor y con textura regulín.


- Gambas en panko japonés: gambas fritas rebozadas, crujientes y muy ricas
- Anchoas del cantábrico: si son buenas, como en este caso, no fallan
- Carrilleras de ternera glaseadas: tiernísimas, aunque disparidad de opinión entre los comensales
- Hamburguesa de pancuno: sin lugar a dudas, la estrella de la carta. Habíamos visto a varias personas comiéndola y comprendimos rápidamente el por qué. Pese a llevar queso, no dejamos ni una miga.
- Para rematar, nos animamos con un soufflé de avellanas y helado de chocolate. Hay que esperar unos minutos por este postre, pero merece la pena. Un poco caro en relación al resto de la carta y como posible mejoría, yo cambiaría el helado de chocolate por un chocolate caliente


Todo esto, para compartir, y acompañado con un Albariño Pazo Baion, 100 € los 4 comensales.

Dentro de su oferta hay que destacar su amplia carta de vinos con propuestas internacionales. Además entre semana, se ofrece menú del día. Platos sencillos y tradicionales, entre los que nos han destacado, quien la ha probado, la menestra y, como no podía ser de otra manera en un sitio moderno, los domingos sirven Brunch

En líneas generales, un sitio diferente en Oviedo, en el que el propósito es, según palabras del restaurador, dar de comer “desde primera hora de la mañana hasta la primera copa”.

domingo, 2 de octubre de 2011

Alicante: segunda visita y segundo triunfo

Hemos vuelto a Alicante y hemos vuelto a salir encantados. Eso si, que nadie se piense que es una ciudad de tapeo como puedan ser León, Granada o alguna de las top. Es una ciudad normal donde por la zona de detrás del ayuntamiento, El Barrio, hay bastantes bares, muy buen ambiente y, fundamental, se está imponiendo poco a poco el concepto "caña y tapa".

Lo primero, eso si, era comer un arroz. El sitio típico de la ciudad, La Goleta (que ya comentamos en nuestra anterior entrada) había cerrado en enero. Según cuentan los nativos problemas familiares acabaron con un restaurante de toda la vida por lo que acabamos dirigiendo nuestros pasos a la zona del puerto una zona donde el riesgo es que puedes acabar en un restaurante para guiris. Elegimos El Bodegón del Mar, y si, algo para turistas si era pero comimos una sepia, unas coquinas y un arroz a banda para 3 que salió por solo 50€. El arroz a banda ha sido uno de los mejores que he probado.

Para el tapeo de la noche, empezamos por Tabernilla 1999,  los lugareños decían que ponían tapa, pero nasti. Sin tapa y eso que el bar tenía muy buena pinta y era agradable para tomar un vino en la barra bien servidos en copa grande.

De ahí fuimos a El rebujito donde había muy buenas tapas y mucha gente. Musica y ambiente joven, tan bueno, que nos quedamos un par de ronda. Con la primera nos sirvieron un plato de almejas y cigalas con la segunda. La consumición con tapa por 1,5€


La noche (en lo referente a tapas) terminó en La Ambrossia. (Argensola, 8). Bastante tranquilo para estar en pleno Barrio y teniendo tan buena carta. Con el vino nos pusieron una curiosa tapa de pate de aceitunas. Y como raciones nos pedimos una bola de queso de cabra con miel y huevos rotos con bacalao; merece la pena probar los huevos.

Alicante va a más. De hecho es una ciudad que se ha apuntado a la moda de las ferias de la tapa con el Tapeo Tour de los jueves (http://www.tapeotour.com/) y otra, para noviembre, de "Tapas, Salazones y Vinos de Alicante" http://www.lomejordelagastronomia.com/sites/default/files/tapas-salazones-y-vinos-alicante-2011.pdf

sábado, 17 de septiembre de 2011

Grecia: o cómo comer bien en cualquier sitio

Iniciamos nuestro viaje a Grecia con unas expectativas un tanto escépticas, gastronómicamente hablando. El tipo de viaje (un crucero) y lo que habíamos oído (lleva todo queso) nos hacía pensar que íbamos a fracasar. Nada más lejos de la realidad.

Primer destino: Atenas. Llegamos mas tarde de lo esperado por un retraso de 5 horas del avión, por lo que apenas nos dio tiempo a acercarnos al barrio Plaka para cenar. Allí nos esperaba una grata sorpresa: ¡La mussaka no lleva queso! Nos sentamos en una de las miles de terrazas (Restaurante café Yδpia) que hay por las cercanías del Ágora Romano y comprobamos que los ingredientes de la misma son: patata, berenjena, carne y bechamel. Ni rastro de queso. Primer gran éxito. A eso, debemos añadirle además que estaba exquisita. Pedimos también un souvlaki de Pollo, un plato típico que no deja de ser una brocheta de pollo a la plancha. Este plato no fue nada fuera del otro mundo, pero la exquisitez de la mussaka, marcó la noche. Ambos platos con bebida y ouzo para terminar la cena salieron por 29 euros.

Nuestra segunda mención especial llegó en Santorini. Isla espectacular por su forma, el color de su mar, su imposibilidad de llegar a la civilización si no es en funicular (¡o en burro!) y sus casitas encaladas y techos azules. Exageradamente turística. Aún así, en Fira, conseguimos salirnos de los restaurantes “para guiris” situados en los puntos clave y callejeando un poco, conseguimos encontrar uno donde la oferta se adecuaba a nuestros antojos y parecía estar menos de paso de la ruta turística (Restaurante Stani Tavern). Entramos porque sí, sin esperar nada del otro mundo y nos dijeron que subiéramos al segundo piso. Allí nos encontramos con una terraza típicamente griega, con sus sillitas y mesas de madera, con preciosas vistas al mar, a uno y otro lado. Emocionados, pedimos unos calamares fritos, probablemente los más ricos que hayamos probado nunca, crujientes por fuera y tiernos por dentro, unas sardinas, aderezadas con canela, lo que le daba un toque curioso y repetimos la mussaka. No estaba tan espectacular como la anterior, pero también estaba muy buena y volvimos a comprobar que la receta no lleva queso y que aquí le ponen canela. Todo esto, con bebidas, costó solo 27 euros. Baratísimo. Eso si, paciencia con el servicio… allí la prisa no existe.

Nuestra tercera comida a destacar fue en Rhodas. Una islita encantadora, de estilo medieval, totalmente diferente al resto. En el New Market encontramos una plaza con restaurantes donde buscando probar un Gyro nos sentamos en el que había más gente, “George’s Special”. Los gyros son la carne preparada al estilo kebab turco, y los hay de ternera, pollo y cordero a muy buen precio (2€). Se preparan también con pan de pita y la diferencia con los kebabs es que no llevan ensalada y el “sándwich” te lo hacen con carne, las salsas y las patatas fritas dentro. Por ese precio, un plato suficientemente contundente para saciar el hambre durante un día de turisteo.

En definitiva, si viajas a Grecia, olvídate de los restaurantes de comida rápida y deléitate con la gastronomía local. Es magnífica, uno de los países con la comida más sabrosa que hemos conocido y a muy buenos precios.

jueves, 1 de septiembre de 2011

La Huertona de Ribadesella

En Ribadesella, pasada la cueva de Tito Bustillo subiendo por la Carretera de la Piconera, se encuentra este local que a pesar de estar recomendando por la guía Michelín y de la calidad de sus ingredientes, y alguno de sus platos, es un tanto mediocre. Por partes.

Entre lo bueno de La Huertona está el restaurante en si, una magnifica ubicación de espectaculares vistas en un local con buena decoración y mesas amplias e inmaculadas, y, como suele pasar en Asturias, con una materia prima de excelente calidad.

Entre lo malo hay que destacar el pésimo servicio y el tamaño, algo escaso, de algunas de sus raciones.

Mientras te decantas por la comida puedes catar un aceite riquísimo con tres tipos de sales (una de ellas de canela realmente curiosa) para comer con pan. Una vez elegida la comida, durante la espera, te sirven una pequeña tapa de ensalada tipo campera. Algo vulgar como plato pero un detalle de agradecer.

Lo primero en la carta son los "entrantes originales" que realmente son platitos pretenciosos para dar al lugar un toque de nueva cocina: tapas escasas, en plan moderno y de precios exagerados. Nosotros nos decantamos por comer:
- Pulpo con patatas chips y alioli. Como suena, patatas chip con alioli y un trozo de pulpo encima. Ríquisimo, si, pero ¿original?
- Fritos de merluza con anchoa. También perfectos, aunque la ración costaba 24€ y consistía en 8 trocitos de merluza con un cachito de anchoa dentro que apenas se notaba, sobraba
- Ensalada de tomate y cebolla. Materiales de primera
- Chipirón relleno de cebolla. El mejor de los que probamos


A continuación aparecen los segundos "tradicionales", con bastantes platos asturianos y tan apetecibles que crearon la duda sobre que elegir. Finalmente:
- Entrecot. Queríamos degustar la buena carne del norte pero lamentablemente venía muy hecho por un lado (incluso quemado e incomible) y por el otro, al venir a la piedra, se fue pasando poco a poco.
- Merluza, muy bien. el mejor plato de los que pudimos probar.
- Marmitaco de Atún, muy mal. Insulso. Sin sabor y sin sustancia. Con este plato tuvimos un problema ya que tres comensales lo pidieron pero solo trajeron 2 marmitas que sirvieron a dos de ellos mientras el tercero se quedó esperando. Al rato, cuando fuimos a reclamar, la camarera se fue a la cocina y volvió diciendo que una de las marmitas era para dos. Todos nos quedamos alucinando intentando deducir cual ya que las dos erán idénticas en tamaño. Mientras la camarera se quedó igual de patitiesa. Al final señaló una al azar y se fue corriendo de allí.

Para finalizar los "postres con un toque diferente":
- Arroz con leche. En su punto.
- Sopa de chocolate con helado de naranja. Más nombre que sabor.
- Torrija. El "toque diferente" consistía en que venía servida con un Mikado pinchado en ella. De lo más cutre.

Salimos de allí por unos 40€ por persona y un sabor un tanto agridulce ya que algunos platos estaban riquísimos y otros malísimos. Además del feo con el marmitako y el detalle de tener botellas y platos de los entrantes vacios, encima de la mesa, durante toda la comida.

Otro fallo, a mi gusto, está en el café: es de cápsulas. Es cierto que este tipo de café está muy logrado y que gracias a su comodidad y tamaño es una buena alternativa para el hogar, pero en un restaurante, donde el espacio no debe ser un problema lo normal es que te sirvan un expreso ya que estas cafeteras tienen la presión, temperatura y tiempo perfecto.

En resumen, si hubiera que ponerle nota esta sería un 5 ramplón.

(Fotos de la web del Restaurante)

viernes, 5 de agosto de 2011

Landa: como picar en ruta con calidad

Si estáis en ruta por la A1 y al pasar por Burgos se os hace la hora de parar para ingerir unas viandas hacedlo en el Bar del Hotel Landa. No será una parada de carretera convencional.

El Hotel Landa Palace está ubicado en el kilómetro 235 de la A1, en las afueras de Burgos dirección Madrid. Hay que tener cuidado para no pasarse la salida que se encuentra en la vía de servicio. Si vas dirección norte hay que salirse dirección Burgos centro y luego dar la vuelta en rotonda.

El hotel es un 5 estrellas ubicado en un Castillo medieval donde la decoración, tanto del lugar como del servicio, mantienen antiguos tintes castellanos. Un tanto demodé, pero curioso.

Pero esta entrada no es sobre el hotel ni tampoco sobre el restaurante que también tiene muy buena fama. La entrada es sobre el bar, un lugar donde parar en ruta a comer algo más que un simple bocata o plato combinado. El bar tiene varias zonas, la más interior son mesas tipo cafetería, la más exterior tiene mesas diversas: sofás, mesitas pequeñas, rincones acogedores, etc. y por último la terraza. Según he leído el precio varía de un sitio a otro, siendo más barata la parte interior, pero no pudimos comprobarlo.

La carta es corta, ofrece varios tipos de bocadillos (jamón ibérico, de ternera o pulgas de bonito o merluza) también se puede tapear exquisiteces como pimientos rojos confitados, riñones de cordero y, la especialidad del lugar, los huevos. Se puede degustar un huevo con tosta de carpaccio de panceta por unos 6 euros y por unos 9 tomar una par de huevos con jamón y patatas o el plato estrella por el que se tiene que parar allí: los huevos con morcilla. Y es que estando en Burgos la morcilla no podía faltar y la de este sitio es de las más ricas que hemos probado últimamente. Incluso hay un pequeño puesto a la entrada del local donde puedes comprarla, junto con dulces típicos, para llevar.

El sitio resulta algo caro pero merece la pena, los servicios están impecables y ya que lo habitual en España es que gasolineras y bares de carretera te claven aquí por lo menos la parada es más agradable.

lunes, 11 de julio de 2011

Bilbao: tapear en el Casco Viejo

Nuestro paso por Bilbao fue fugaz, lo justo para visitar su zona de tapas por excelencia: El Casco Viejo. También llamado las siete calles, cuando lo ves en un plano parece bastante sencillo moverse por allí pero es fácil despistarse y cuando te quieres dar cuenta ya no sabes bien por donde vas.

Y allí nos metimos, un domingo en sesión de tarde en la que, para nuestro deleite, jugaba el Athletic contra la Real, había mucho ambiente en la ciudad y la cosa prometía. Y si, al principio si, pero a las 9 de la noche empezaron a vaciarse las barras y a las 10 ya había muchos bares cerrando. Una pena.

Ibamos con la recomendación de la calle Somera, aunque nos decepcionó enormemente. Quizá no era el día para esa calle porque allí solo había perrosflauta de los auténticos, con sus perros, comiendo pipas en la calle y bebiendo latas de cerveza. Hicimos el intento de tomar una pero nos salimos del bar al ver que solo había como pintxo gildas.

Otra zona con una buena concentración de bares son Santa Maria y Calle del Perro. Fuimos porque nos habían recomendado el Irrintxi pero estaba muerto y sin pintxos por lo que entramos en otros dos de las cercanias:
- Kasko. Muy buena decoración y buen bar. Pincho de croqueta de manzana y langostino de patata con dos txacolís por 5.8€

- Txakurtto. Pincho de bonito en sandwinch y pincho de tortilla. No había mucha variedad.

Acabamos la tarde en la Plaza nueva, aquí se anunciaban ofertas y había más ambiente por lo que pudimos disfrutar más de los pintxos:
- Urdiña. Pincho de croqueta de marisco y langostino y pintxo de huevo cocido, salmon, bacalao y boqueron. No era espectacular pero estaba bien, junto con dos blancos 6,6€
- Ereka: guiso de venado y pintxo de pulpo que con una bicicleta (dos ruedas) salió por 5,20€. Tenían una oferta de pintxos a 1€ a partir de las 8, quizá por eso el ambiente era muy joven y animado. La variedad y los precios hicieron que mereciera la pena la visita.
- Charly: 5,6€ por dos pintxos de surimi con dos vinos. No era gran cosa, ni el pintxo ni el bar. Aquí tuvieron un detalle bueno: como estaban cerrando empezaron a regalar los pintxos a los 4 borrachos que quedabamos dentro.

Por último y también dentro de la Plaza mención especial para el Bar Plaza Nueva. El otro día oí que ir de tapas es una forma de vida y bares como este hacen que esa afirmación sea cierta. Aquí Jon, un crack de camarero que disfraza su local en función de la época del año, recogió a todos los borrachos de la Plaza, nos dió de beber y entre vino y tapa hizo de embajador de Euskadi: nos contó las costumbres de Bilbo, el porqué estaba todo vacio a esas horas, los horarios y mejores bares para el fin de semana o donde tomar una copa en ese momento. Todo eso mientras nos ofrecía un interesantísimo curso (con cata gratis incluida) sobre txacolís, dulce-seco o la diferencia entre el guipuzcoano y el vizcaino. Todos los presentes estuvimos una hora riendo y con la boca abierta escuchándole hablar.

Esta guía ha quedado breve, pero este fin de semana volvemos para allá y aunque es para una boda y no creo que tengamos demasiado tiempo de pintxos agradeceremos las recomendaciones.

domingo, 26 de junio de 2011

Bruselas y las patatas fritas

Nuestro paso por Bruselas fue corto pero suficiente para ver la ciudad y comprobar los pilares de su gastronomía: las patatas, los mejillones y, de postre, los gofres.

Frites
Los más típico. Y es que en esa ciudad la gente prácticamente se alimenta de eso, de patata fritas, "frites" como ellos las llaman y que venden en cucuruchos con salsa por todas partes. Los belgas afirman que son los inventores de este plato y lo preparan con un doble fritura, primero a 140º y luego un dorado a 170º, quizá ese es su secreto.

No dejamos de comerlas durante el viaje pero las que más nos chocaron fueron las de Maison Antoine ¿por qué? porque estaban buenísimas, porque en este pequeño puesto de la Plaza Jordan (en la zona europea) había una cola impresionante para pedir y, lo más chocante, en todos los restaurantes de la plaza había carteles que anunciaban "Permitidas patatas Antoine"; puedes hacer cola, pedir tus patatas y luego sentarte en la terraza de un restaurante y pedir solo una cerveza. El cucurucho grande cuesta 2,4€ más 0,6€ de la salsa que le quieras echar y de la que hay casi 20 tipos.

En este puestecito también vendían Mitrailletes que son bocadillos de carne (el clásico, también puedes pedirlos de salchichas o hamburguesa) con un poco de ensalada, salsa a elegir y, como no, patatas fritas. Ese bocata no lo probamos aquí pero si en Place Agora, donde no merecía la pena ni el bocata ni las patatas y en Snack fritland, junto a la Bolsa, donde comimos el de carne picada (steak hachè) y estaba bastante bien.

Muy cerca de aquí, también detrás de la Bolsa en Quartier du centre, hay otro local Frieterie Tabora donde comimos otras de las mejores patatas del viaje y vimos la mitraillete más impresionante, medio metro de bocata con salchicas, mahonesa y patatas fritas a rebosar.

Mejillones
Moules. En casi todos los locales de las callejuelas que rodean la Grand Place puedes degustar este plato. Su precio ronda los 20€ en cazuela de 800 gramos los naturales, algo más los preparados con salsas. Si solo quieres catarlos puedes buscar por la zona, en algunos de los menús de la calle Brouchers te sirven una cazuelita por 10 euros. Nosotros fuimos a probarlos a Chez Leon un local de esa misma calle y el más famoso de la zona. Este local es conocido por sus mejillones especiales (cocidos en salsa con mantequilla, cebolla y especias). Había cola para entrar y el precio era más caro que en el resto (23,6€ los especiales y al vino y 26,6€ los preparados con otras salsas) pero también ofrecian la Formula Leon, una cazuela de medio kilo, con una cerveza y patatas por 12,90 euros.

Y, si, los comen con patatas fritas. Usan una concha de mejillón a modo de tenazas para comer el interior de otros mejillones y para picar frites de las que puedes repetir a tu antojo.

Gofres
Ellos los llaman wafle ya que usan la palabra holandesa y nosotros la francesa "gaufre". En cualquier sitio están buenos pero los mejores son los puestecillos de la calle; por donde más hay es en la zona del Manekken pis y en el puesto que hay justo al lado son algo más baratos, 1€ sin nada y 2€ con la nata, el chocolate o lo que quieras echarles; por algo más también los puedes cubrir de fruta. hay de dos tipos el de Lieja, irregular y muy dulce ya que tiene algo de caramelo y el de bruselas, rectangular y menos dulce ya que solo es la masa.

Y para terminar de endulzar, si quieres reventar del todo, pásate por alguna tienda de bombones y tómate un praliné.

domingo, 12 de junio de 2011

Brunch en Café Oliver: Un plan diferente

NOTA: El Café Oliver ha cambiado de ubicación. Antes estaba en la calle Almirante de Chueca y ahora se encuentra en Maria de Molina número 50. Lo sirven solo los domingos de 11:30 a 16 horas ya que el resto de días el local es el restaurante Macadamia,

Si el sábado ha sido tranquilo y no sabes muy bien qué hacer el domingo, te proponemos que te tomes un brunch. Una tendencia importada de Nueva York de la que parece que cada día hay mas oferta en Madrid.


El antiguo local fue creado por Adolfo Marsillach, luego cambió de propietarios y finalmente se ha convertido en el Carnival Raw Bar y era más acogedor que el nuevo. La opción Brunch es la única para un domingo por la mañana. Su horario se extiende desde las 11:30 hasta las 16:00, lo cual es estupendo porque permite que sea una comida en toda regla. Además ahora, su página Web permite reservas para el bruch, cosa que antes no se podía.

El menú consta de los elementos tradicionales de un desayuno (zumo, de naranja o de melón cuando nosotros estuvimos, bebida caliente (café, té o Cola-Cao), una pieza de bollería tiernísima, pan con mantequilla y mermelada y un actimel (¿why?).

Sería suficiente para desayunar ¿verdad? Pero como no es un desayuno, seguimos. Ahora toca elegir entre:
- Huevos Benedictine (una especie de huevos escalfados, tradicionales de este tipo de menú, con una salsa holandesa y una tostada de pan)
- Revuelto con queso y hierbas
- Huevos fritos con bacon (tenían una pinta increíble, con el bacon cortado muy finito... ummmm)

Y para seguir, elegimos entre:
- Ensalada césar
- Cheeseburguer (ojo, porque la tendencia es pensar que será una minihamburguesa, pero no, es una hamburguesa en toda regla!!!)
- Pancakes con sirope de savia de arce
- Ensalada tropical de fruta fresca.

Todo esto, por 25€ por cabeza. Suena bien, ¿verdad? Y mas, si tenemos en cuenta que la mayoría de propuestas para este plan en la capital rondan los 75 - 100 €.

Como recomendación: nosotros fuimos a las 12, sin desayunar. Está muy bien porque tan prontito el local estaba casi vacío, pero la cantidad de comida era muchísima para un desayuno. Os recomiendo desayunar prontito y ligero para que vayáis hacia las 13 ó 13:30 y lo disfrutéis mas en modo comida aunque en ese caso es posible que os toque hacer algo de cola.

Ah! Por un suplemento puedes tomar cava , cocteles y zumos detox si queréis acompañarlo como corresponde ;)

sábado, 21 de mayo de 2011

Pucela: de tapas por Valladolid

NOTA: está entrada es algo antigua. Si quieres una relación de bares más actualizada y con los últimos premios en los concursos de tapeo de la ciudad visita esta otra entrada aquí

Hace un par de semanas estuvimos en las bodegas Viña Mayor disfrutando de un bono regalo con el que nos habían obsequiado y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, allá que nos fuimos a disfrutar sus tapas y conocer sus bares.

Lo primero que hay que decir es que Valladolid es una ciudad cara. Al contrario que en León, las tapas son de pago, tienen mucha calidad pero también la convierte en el lugar de Castilla donde es menos económico salir de bares.

Los bares son muy agradables y el ambiente también y aunque en algunos la concentración de pijerio es alta esta es menos de lo que esperábamos. Eso si, en Pucela hay muchos locales de todo tipo pero todos con un denominador común: el arte por la tapa. De hecho incluso tienen un concurso donde las puntuan: el Vallatapa.

Estando donde estábamos el culto al vino es lo lógico. En todos tienen excelentes verdejos de Rueda y Riberas que la gente suele pedir por tipo (roble o crianza) o por marcas. También hay que decir que los camareros suelen ser especialmente secos pero el servicio no es para nada malo. Un pero, como en muchas ciudades pequeñas los bares cierran a mediodía, sobre las 4, por lo que no se puede tomar el "vermú alargao". Tuvimos que parar y volver a la carga en sesión de noche.

Hay bares prácticamente en todas partes y aunque las tres zonas más famosas son: Plaza Mayor, Catedral y San Miguel, la ZONA por excelencia es la Plaza Mayor y sus aledaños: Calixto Fernández de la Torre, Campana, Plaza Martí y Monsó y, sobretodo, la calle Correos. En esta zona muchos de los bares están recomendados por la guía Michelín y nosotros, después de pasear por las tres zonas y probar un bar de la zona de la Catedral que llamó nuestra atención por estar especialmente lleno (La carcaba donde degustamos una curiosa brocheta de saljamón, salmón con jamón), decidimos centrar nuestros esfuerzos en La Plaza:

- Taberna del herrero, el primero que probamos. Había muchos tipos de raciones, de tapas e incluso de sopas. Nos decantamos por la especialidad de la casa, los huevos rotos con pimentón, deliciosos. La tomamos junto a dos ruedas, todo ello por 6 euros.

- Tabernilla. Tasquita: Especializado en tostas, canapes, bocaditos y pijos (estaba plagado). La tostada de gambas es espectacular pero el bar es algo incómodo.
- Vinotinto, bonita decoración. Con una cocina vista, donde se te hacía la boca agua viendo como preparaban las carnes y los pescados. Probamos un bocatin de jijas (picadillo de cerdo) con dos verdejos por 4.10€
- La mina, un bareto, barato y genial, lleno de carteles con lo que comer. Dos ruedas con dos pinchos de crujiente de pollo salieron por 4,6€

- Zamora. Como su nombre indica un zamorano con una barra impecable que recordaba a los bares vascos. Aquí probamos el arroz a la zamorana, aunque lo recomendado eran las croquetas. Te enseñana varios platos para que digas el tamaño, pedimos un mediano, como el de una tapa madrileña y nos clavaron 7€.
- El corcho, otro clásico de croquetas que con 2 ruedas salen por 4,6€.
- La balconada, CERRADO. es un bar recomendado pero a nosotros quizá por la hora (eran casi las 4:30 y ya estaba cerrado casi todo) nos pareció sobrevalorado, con muy poquitos canapés y con un precio nada módico de 5,8€ por dos ruedas y dos canapés mínimos de tamaño.
- Ceyjo: Más de croquetas pero este es el mejor, las tienen de todo tipo. Aquí las comimos de huevo por un euro cada una.
- Cascajales , CERRADO muy bien decorado pero con un servicio caótico. Un rueda con un roble y montado de morcilla por 5,6€
- Triana, no lo recomendamos para nada. Es un andaluz al que nos decidimos a entrar por estar muy lleno. Los vinos eran o andaluces baratos o castellanos muy caros. Pedimos dos Murue que tuvimos que tirar. Aunque la tapa, sardina ahumada estaba muy buena. Nos salió la ronda por 5,1€
- Carola, había tapas espectaculares de pago pero también daban tapa gratis, fue el único. También fue donde mejor servicio encontramos y el vino recomendado Pago de quintana salía a 1.6€ cada uno. Barato.
- Villa Paramesa. Este lo recomendamos encarecidamente. De las mejores tapas que vimos. Estaba muy lleno, lógicamente. Su carta era de diez (aunque nada barata) con pulpo frito, carrillera, etc. Probamos su mini-hamburguesa de secreto de cerdo (2,5€) y dos tintos algo caros para ser Rueda de roble (2,2 cada uno).
- La criolla, donde por 7€ probamos el montado de codorniz y jija con dos tintos.
- El buen tapeo de bimi, aquí acabamos la visita con una pincho de lechazo y dos cigales 4,70€. Un precio barato, un cordero bueno pero un vino malo.

En resumen una ciudad recomendable para una visita gastronómica

miércoles, 11 de mayo de 2011

Las fiestas de nuestro barrio o como moverse por San Isidro

Las fiestas de San Isidro son como todas las fiestas de Madrid: Nada del otro mundo.

¿Qué se hace? principalmente pasear, ver puestos y comer

¿Qué era lo típico? llevarse comida y comerla en la propia pradera. Eso era así en los tiempo de Goya y, aunque ya no se hace tanto, todavía hay gente que no se priva. Si no eres amante del picnic aquí van algunos consejos para tapear:

1.- La propia feria. Siguiendo donde está la Ermita de San Isidro, la calle Ermita del Santo para arriba, tiene los típicos puestos. Es lo mismo de siempre en las ferias de la capital: bravas correosas, morcilla "doble re" (re-frita y re-fría), paellas infames y "gallinejas y entresijos" o, lo que es lo mismo, tripas de cordero fritas en su propia grasa. Huele mal pero sabe bien. Aunque no a todo el mundo le gusta.
2.- El Paseo 15 de mayo, aquí unos cuantos bares ponen barras en la calle y con bastante buen ambiente puedes tomarte unos bocatas con limonada (sangria). Hay dos típicos: Mesón San Isidro y Taberna del Santo.
3.- Si no quieres aglomeraciones y ya has tenido bastante paseo, por la zona de Marqués de Vadillo, Antonio Lopez y Antonio Leyva hay buenos bares:
- Los Minutejos: el más típico de la zona y un clásico en Madrid. Es curioso, un poco raro pero un mítico. Merece la pena entrar a comerse un "minutejo" que es un minibocata de "oreja".
- El Bar Viñas, justo enfrente. Con alguna mesa al fondo y un servicio más que agradable. Geniales las raciones de berberechos, anchoas, coquinas, etc. casi todo es de mar. Muy rico también el lacón y las tostas. ACTUALIZACIÓN: este bar cambió de de dueños y aunque mantuvo la carta anterior el ambiente ya no era igual, perdió el encanto y acabó cerrando (aunque ahora ha vuelto a abrir). En su lugar, los antiguos responsables del Viñas se han mudado al Bar Vitor, en el Paseo 15 de mayo, y mantienen también la carta antigua con mención especial al lacón a la pimienta y a las gambas pero ahora además tiene cocina por lo que la oferta se ha ampliado a unas carnes y bacalaos espectaculares. Todo ello con la misma simpatía que antes por lo que os lo recomendamos totalmente. En San Isidro suelen tener bastante público.
- Bar Vadillo. Tostas y raciones. Espectacular la de solomillos con cebolla confitada. No viene en la carta, es un "plato secreto"
- Pollo Pelón 2. Raciones de plancha. No te pierdas sus mollejas. Incluso suelen tener zarajo conquense. No es fácil de encontrar en Madrid.
- Bar Imperial. Un bar de barrio pero en el que puedes comer de todo. Tapas en las mesitas de la entrada. Raciones, si buscas tranquilidad, en un salón al fondo o incluso un homenaje en Los Cigarrales, el restaurante junto al bar y de los mismos dueños.
- Melgar (Novedad 2.015): este bar ya existía y era una buena marisquería venida a menos. Ahora se ha renovado y es de lo mejorcito del barrio (Antonio Lopez, 5). Una zona de barra, con mesas altas y barriles, donde tomar tapas y raciones. Una de mesas para raciones y medias raciones, donde tomar cosas como pastel de cabracho. Y un restaurante para mariscos y pescados.

¿Y el dulce típico? las rosquillas. Antes solo había de dos tipos, listas y tontas. Ahora de mil: de limón, de canela, de fresa... se suben a la parra con los precios en los días de fiesta pero siempre merece la pena probarlas!

domingo, 8 de mayo de 2011

Arzak - El origen de los grandes restaurantes

A pesar de su popularidad, Arzak sorprende. Sorprende su ubicación (desde fuera parece un restaurante de carretera). Sorprende su decoración (moderna y minimalista pese a ser un “clásico”). Sorprenden sus aseos (de lo mas sencillo, con una única puerta, de manera que desde nuestra mesa, cuando entraba o salía alguien del baño, veíamos la taza del wc). Sorprende su clientela (había tres mesas con niños comiendo espaguetis) y sobre todo, lo más importante: sorprenden sus platos.

Su carta no es excesivamente extensa y en la misma, una recomendación: Si quieres descubrir la esencia del restaurante, debes probar el menú degustación. Obedientes nosotros, esta opción elegimos.

Al consultar la carta del menú degustación te indican sencillamente:
- Entretenimientos Arzak
- Entrantes
- Pescado
- Carne
- Postre

Al optar por el menú, te dan a elegir entre uno entre tres pescados y una entre tres carnes. Y a partir de aquí, empieza la sorpresa. Los aperitivos, bocaditos muy curiosos y con mucho mimo:
- Puding de kabrarroka con kataifi (una especie de croqueta)
- Maíz, morcilla e higos
- Antxoas con fresa marinada
- Arroz amarillo crujiente con hongos
- Humo de jamón con tomate (con té verde congelado con nitrógeno líquido; muy espectacular)

Los entrantes, tres, platos bastante grandes que dificultan el acceso al pescado y la carne:
- Cromlech de foie y cebolla con té y café (se comía con las manos, como un cucurucho de foie)
- Bogavante coralino
- Mejillón y huevo espolvoreado. ¡GENIAL!

Sin lugar a dudas, mi plato favorito fue el pescado: Rape marea baja. Consistía en un rape a la plancha impresionantemente presentado, en un plato que simulaba un fondo marino y donde se comía todo, dándole un toque diferente al pescado en función del adorno con que se acompañara. Las conchas oscuras eran de mejillón, la blanca, de azúcar (que pegaba sorprendentemente bien con el sabor del pescado), los corales, de pimiento y las estrellas, de curasao.


Para la carne elegimos Pichón asado con maíz y flor de azahar y Cordero con romero y cúrcuma. A mi parecer las opciones ofertadas para las carnes eran demasiado fuertes después de tantos platos.

Se acaba el menú con una orgía de postres. 5 preciosos y grandes platos, para compartir entre los dos, con el chocolate como principal protagonista. Como debe de ser:
- Sopa y chocolate entre viñedos: Racimo de uvas de chocolate, tiernas y semifrías. Delicioso.
- Jugando a las canicas de chocolate (sólo había tres canicas para repartir entre 2… Cachis!!)
- Hidromiel y fractal fluido (una tarta de limón con salsa de cochinilla. Muy vistoso)
- Piedra de pistacho y remolacha (lo bautizamos como “buenimalo”, porque la sensación al meterlo en la boca era áspera y no demasiado buena, pero dejaba un sabor agradable en la boca)
- Helado de chocolate y helado de macedonia.

Con los cafés nos presentaron también unos dulces espectaculares, hechos de chocolate negro, blanco, cola e incluso peta-zetas. Muy bonitos y también riquísimos.

El precio del menú era de 175 €/pax. Un poco mas caro de lo habitual en este tipo de restaurantes, pero está claro que hay que pagar la tercera estrella y el nombre y reconocimiento. No me parece caro. Lo que sí que me pareció caro fue el precio de los aperitivos. Según te sientas te ofrecen un aperitivo para beber y con los postres, un moscatel. Pedimos una copita de cava y por cada una nos cobraron 12 €, cuando la botella en carta costaba unos 40 € y por el moscatel, 6 € por persona… Desorbitado.

Por lo demás, el trato exquisito aunque un poco raro. El maître desapareció a mitad de nuestra comida, habiéndonos prometido un cd con fotos de los platos para que lo usáramos si queríamos colgarlas en alguna web, pero nunca llegó.

Para terminar, sinceramente, no hemos sabido distinguir el valor añadido que otorga la tercera estrella. Hemos ido a restaurantes de dos y una estrella que no tienen nada que envidiar. Supongo que será una cuestión de suerte. Pero a modo de resumen, la experiencia fue muy muy buena.

Fotos de Scaredy_kat: http://www.flickr.com/photos/scaredykat

miércoles, 13 de abril de 2011

Cocidito Madrileño III: Gambrinus Arganzuela (Ahora el Puchero de mi abuela)

NOTA: Ahora el local se llama El puchero de mi abuela pero la preparación del cocido es exactamente igual.

Por fuera se anuncia como el "Mejor Cocido Madrileño", premio concedido por el Club de Amigos del Cocido. En realidad el premio no se lo concedieron a este restaurante sino a La Cruz Blanca de Vallecas pero el galardonado, Antonio Cosmen, es director gastronómico de este otro local. Y allá que nos fuimos con la Agrupación Gastronómica El Conjunto, a ver si era verdad.

El local es correcto y el servicio bueno y dicharachero. Pero nada más. El cocido no era para tanto.

En dos vuelcos, el primero, la sopa, era servida por un camarero como si estuviéramos en un comedor escolar. Una vez en el plato prometía: tenía grasa, buen presagio. Pero engañaba, estaba algo sosa. Acompañada de cebolla y guindilla se podía repetir pero para hacer hueco pocos lo hicieron.

El resto, en cantidad considerable, venía en una cazuela de barro y acompañamiento de tomate con comino. Tocino, escaso pero muy bueno, la verdura con más sabor del que auguraba una sopa tan sosa, el chorizo recomendable y las carnes, con un morcillo sabroso y muy tierno. También traía, aunque no era para recordar, bola, zanahoria, patata, gallina y morcilla que parecía del Lidl. Imperdonable en un cocinero asturiano. Los garbanzos, como era de imaginar: flojos. De tamaño normal, castellanos, algo rotos y pastosos. Sin sabor y muy toscos. Y es que no falla: sopa floja, cocido insulso.

El precio del cocido son 16€, barato. Aunque al final acabamos pagando 32€ por cabeza y sin que llegáramos a saber donde estaba la diferencia ya que apenas hubo vino y fue plato único.

En definitiva, un claro ejemplo de crea fama y échate a dormir. No es el mejor cocido del mundo. Ni siquiera de Madrid. Quizá lo sea de la manzana. Aunque hasta ahora solo hemos comentado 3 locales ya hemos catado 5 y este pasa a ocupar el último lugar (algún cocido de menú está mejor). Yo lo suspendo, aunque eso sí, algunos de nuestros acompañantes lo aprobaron incluso con sietes y ochos por lo que si quieres salir de dudas ve a probarlo, quizá nosotros pillamos un día malo.

DiverXo: Diver-tido, diferente

NOTA: está critica corresponde al menú de 2.011. Cuando estuvimos fue el restaurante que mas gratamente nos sorprendió en los últimos tiempos. En la guía de 2.012 pasó a tener dos estrellas Michelín y, desde la guía de 2.014, es el primer restaurante con 3 estrellas en Madrid por lo que hemos vuelto a ver como le va en su nueva sede de Padre Damián si quieres leer la crónica del nuevo DiverXo pincha aquí.

Hoy nos acercamos a DiverXo, restaurante de Madrid, dirigido por el joven cocinero David Muñoz. Fuimos sin tener ni idea de lo que nos íbamos a encontrar. Lo único que conocíamos eran sus buenas críticas y que tenía una (2.011), dos (2.012), NO, tres estrellas Michelín (2.013).

El local está situado en el barrio de Tetuán, en un sitio un poco extraño y con una entrada excesivamente discreta. El interior, muy minimalista pero a mi parecer, acogedor y con mucho gusto, tiene apenas 10 mesas. No está permitido hacer fotos en el interior (fotos de la Web del restaurante). No existe carta. No esperes sentarte y saber lo que vas a comer. En este caso, el factor sorpresa es clave. Tienen 3 menús (uno de 7 platos, otro de 9 y el otro de 11, por 75, 100 y 120 € respectivamente). Los menús no están cerrados y se adecúan a los gustos y preferencias de cada mesa. Nosotros optamos por el menú grande, de 11 platos, porque queríamos probar el mayor número de platos posible. Aunque sean platos pequeños, los últimos no pude acabármelos, limitándome exclusivamente a probarlos, por lo que, si volviera, optaría por algún menú mas corto.

La novedad de este restaurante es su fusión entre la comida asiática (no solo china) y la mediterránea. A diferencia de otras "Estrellas", cada plato tiene su sabor, sin descartar por supuesto, una cuidadísima presentación, pero lo importante, que son los sabores, tienen máxima prioridad. Cada plato provoca una explosión de sensaciones curiosas francamente sorprendentes. A destacar, la versión del pato pekinés, realizada con cochinillo y los dimsum de huevo frito que acompañan al salmonete, que al explotar en la boca, hace que se te salten las lágrimas.

Queremos hacer también una mención especial al servicio. Un trato que sin entrar en los rigores de los restaurantes tradicionales resulta exquisito. Tuvimos dudas con el cava servido (Raventós Gran Reserva 2.001) y al mostrar la mínima duda se ofrecieron a abrir otra botella, sin ningún aspaviento. En resumen, es un lugar ideal para sorprender y donde pasaréis un buen rato.

Cualquier excusa es buena para celebrarla allí.

Los platos (si vas a visitar el restaurante y quieres que sea más sorprendente, no sigas leyendo) finalmente, y contando entrantes y otros detalles, llegaron a ser 14:
1.- Judia de soja con salsa de picante
2.- Te verde con flores
3.- Mejillón tigre al estilo fusion con huevas de pez volador y lima tailandensa
4.- Cococha de merluza con lenguas de pato
5.- Ventresca de salmonete con dimsun de huevo frito y alioli negro
6.- Dimsun de capon con carabinero y shitake
7.- Dimsun de liebre con espuma de remolacha y navaja de buzo sobre lomo de liebre
8.- Cochinillo pequines. Primera parte: La piel
9.- Cochinillo pequines. Segunda parte: La carne en hamburguesa
10.- Rape caramelizado al wok peru-chino (con las llamas dentro)
11.- Estofado de buey sin grasa con grasa
12.- Chicle de frambuesa
13.- Mouse de violeta
14.- Toque de fruta de la pasion y chocolates

sábado, 26 de marzo de 2011

Unos míticos en Madrid: Lucio, Botín y Asador Donostiarra

Gracias a la visita de amigos asturianos y catalanes hemos podido disfrutar en la últimas semanas de algunos de los restaurantes más famosetes de Madrid: Casa Lucio, Botín y el Asador Donostiarra.

Casa Lucio: fuimos hace un tiempo, quisimos probarlo por el nombre y por la fama. Ya habíamos catado su carta y sus huevos en el Viejo Madrid (ambas cartas son prácticamente iguales) pero queríamos ver el ambiente. Nos decepcionó. Local ruidoso, las mesas muy juntas y apretadas, lo único que le daba cierto ambiente al local era el propio Lucio, que se paseaba por el local saludando a la gente e interesándose por la comida que era, eso si, de una gran calidad: jamón espectacular, merluza, cochinillo y los famosos huevos con vino Rioja y postre no llegó a 40 euros por persona. Nada caro para un sitio con tanta fama aunque el sitio no es para tanto. Si tienes pensado ir solo para probar los huevos un truco: en el Viejo Madrid los sirven en la barra y son los mismos.

Botín: Según el libro Guiness es el restaurante más antiguo del mundo ya que fue fundado en el 1.725. Un local de cocina castellana, al estilo de Casa Lucio pero mejor que este ya que tiene más encanto y mejor servicio. Quizá se está conviertiendo en un sitio algo para guiris (hay un fotógrafo que retrata a los comensales y luego vende las fotos) pero la calidad de la comida es soberbia. Nosotros comimos croquetas, morcilla y cochinillo, algo duro pero muy bueno y crujiente. Todo ello con vino de la casa (suele cambiar cada dos meses, a nosotros nos tocó Rioja Crianza) y cafés, costó 40€ por personas. Merece la pena ir y comer en un sitio que aparece en libros de Perez Galdós o en greguerias de Gomez de las Serna.

Asador Donostiarra: Con mucho el mejor de los tres. Eso si, el más caro... muy muy caro para lo que es. Las mesas más espaciadas y cómodas, el servicio menos amistoso pero más profesional y fotos, muchas fotos de famosos y famosetes por todas partes. Fuimos cuatro personas que comimos revuelto de habas, mocilla, jamón y chuletón especial que traen fileteado con platos calientes para que cada uno se prepare la carne a su gusto. Para beber una botella magnun de Enate, con cafés y postres para dos la cuenta ascendió a 90€ por cabeza. Un exceso. Aunque la comida está soberbia creo que no merece la pena pagar ese precio habiendo otros asadores en Madrid mejores y más baratos. Tienen detalles buenos como dejarte una botella de pacharán y otra de orujo sobre la mesa para que te sirvas tantas veces como quieras o como invitarte al soberte de limón (con vodka) pero tiene otros cutres como hacerte una foto y luego cobrártela.

domingo, 6 de marzo de 2011

Cocidito Madrileño II: La Taberna de la Bola


Seguramente uno de los lugares de cocido más conocido de Madrid. Un restaurante con solera (es del siglo XIX) pero como pasa tantas veces la fama le ha hecho perder calidad.

Para empezar la mesa solo se puede reservar en dos turnos, a las 13:30 y a las 15:30. El problema viene cuando llegas al turno de las 15:30 y te encuentras con que todo el mundo tiene que esperar en la calle hasta que termina la remesa anterior por lo que hasta las 4 de la tarde te toca esperar, con un montón de gente nerviosa y que se empieza a apelotonar contra la puerta, a que salgan con un papel y vayan diciendo nombres. Realmente incómodo.

Lo segundo es que, después de la incomodidad inicial esperas que, por lo menos te traten bien. Pero no, los camareros están cansados y agobiados por el ambiente creado y son algo maleducados.

El cocido, que es lo importante, tampoco es lo que era. Servidos en dos vuelcos y en cazuelas individuales, primero te traen el plato con los fideos cocidos y sobre él sirven la sopa. Bastante buena y consistente. Con la misma teatralidad hacen el segundo vuelco, con los garbanzos, que estaban correctos sin más, y tocino, chorizo y carne que no destacaban demasiado. La verdura la sirven a parte.

El precio del cocido son 18 euros y la cuenta con los vinos, postres, soberte de limón, y cafe ronda los 30 euros. Ojo, no aceptan tarjetas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Casa Goyo en Alcocer (Guadalajara)

Tras una noche de viernes entre risas, recuerdos y algún que otro gallo, nos fuimos, en muy buena compañía, a descubrir la ruta de las caras de Buendía (en la provincia de Cuenca). No era mas que una disculpa para justificar el banquete que vendría después.

A eso de las 15:30, llegamos al restaurante Casa Goyo, en Alcocer (provincia de Guadalajara, a 64 kms de la capital). Éramos un grupo numeroso y nos tocó esperar casi una hora en el bar. Mientras tanto, los autóctonos nos advertían de los "peligros" que nos esperaban tras la puerta del restaurante: Raciones inmensas no, inmensísimas (si es que existe el superlativo). Siendo novatos, teníamos que ser precavidos y no dejarnos llevar. De hecho, una de las peculiaridades del sitio es que te preparan la comida que sobra para llevar.




Pasamos al comedor y empezamos a ver la advertida amenaza: Churrascos deshuesados y San Jacobos (o mas bien Cachopo) de 2 kgs y medio. Realmente salvaje.



De alguna manera que aún no alcanzo a entender fuimos capaces de ser comedidos y, para 18 adultos, pedimos unos entrantes, a cada cual mas rico (croquetas, migas con huevo, espárragos trigueros, un poco de morteruelo y setas con gambas y almejas) y de plato principal un churrasco y un San Jacobo. Impresionante. El churrasco, no solo era grande, sino que para colmo, estaba exquisito. Con partes prácticamente crudas y otras bastante mas hechas, con lo que se cubrieron las expectativas de cada uno de nosotros.



El remate, fueron los postres: un flan de medio metro de largo y del que decían que era una ración, unas raciones de tarta que ocupaban un plato entero y el remate, por lo exótico, unos cisnes de hojaldre y nata, que a pesar de su llamativa presentación, no fueron, ni por asomo lo mejor de la comida.



Al final, nos llevamos un tupper con un pellizquito de flan, solo por aquello de decir que nos llevamos algo, porque del resto, dimos buena cuenta.

Un sitio estupendo para grupos grandes a los que les guste el buen yantar a buen precio: 28 € por persona.

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